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CRÍTICA

'La invención de Hugo': Bienvenidos a la fábrica de sueños

Scorsese nos regala una película para todos los públicos que nos arranca el niño que llevamos dentro y que, sobre todo, es un sentido homenaje al cine.

Por Hugo Rosales 26 de Febrero 2012 | 09:20

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Difícil abordar la escritura de una crítica cuando, ya de antemano, factores externos te predisponen a una valoración positiva y, estos mismos, se vuelven aún más a favor tuyo conforme avanza el metraje. Porque no puedo decir más que 'La invención de Hugo' es una maravilla, una genialidad, la película que todo cinéfilo desearía ver y que nos transporta a bordo de la magia de nuestros sueños. Un recorrido a nuestras ilusiones, deseos, esperanzas, metas, a través de los ojos de un niño, Hugo Cabret.

Y complicada papeleta la de Martin Scorsese, en su película más diferente de su amplia filmografía, pero a la vez la más personal. Porque complejo captar la atención del público más variado, desde el más joven al más anciano, con gustos, experencias y modos de ver las cosas totalmente opuestos. Y no sé si lo consigue, si solo logra enganchar al gran aficionado al séptimo arte mientras que el resto de la audiencia se queda fuera; únicamente puedo hablar por mí mismo, y vaya si lo consigue. Me atrapa, me fascina y me llega al corazón. Una película sobre el cine y, en conjunto, sobre la vida. Porque el cine, es un reflejo de la vida misma, vaya.

Martin Scorsese dirige La invencion de Hugo

Un panegírico al poder del séptimo arte

Basada en el libro homónimo de Brian Selznick, narra la historia del mencionado Hugo Cabret, un huérfano que sobrevive en secreto como supervisor de los relojes de la estación de París a principios de los años 30 y, cuyo autómata y su libreta, son el único legado que le queda de su padre. Su misión, descubrir el secreto que esconde la máquina y encontrar la llave con forma de corazón que activa el mecanismo de funcionamiento. Contará con la ayuda de Isabelle, una avispada muchachita a la que le chiflan los misterios. Unos niños con cierto carisma interpretados por Asa Butterfield ('El niño con el pijama de rayas') y Chloe Moretz (quizá más recordada como la Hit-Girl de 'Kick-Ass'), llenos de naturalidad para dotar de credibilidad a esta ingenua premisa que nos trasladará a los origenes del celuloide.

No es difícil descubrir aquí la presencia de George Méliès, uno de los primeros cineastas de la historia, y probablemente uno de los realizadores más influyentes y talentosos, trascendental en la posterior evolución del séptimo arte. Como también es evidente la referencia a una de sus obras cumbre, 'Viaje a la Luna' (1902), pionera en el campo de la ciencia ficción con esa imagen icónica de este satélite sufriendo el impacto de una bala de cañón en su ojo. Y mi dilema vuelve a ser: a los cinéfilos les apasionará el aluvión de homenajes, está claro, pero me entran dudas de si el gran público va a entrar en el juego desconociendo la mayoría de lo que aquí se cuenta, sobre todo, en el tramo final de la película, que es una explosión de información sobre los pioneros. Probablemente Scorsese busque aquí al niño: cautivarlo, enriquecerlo, fascinarlo, llevarlo a su terreno, atraparlo con la atracción que genera el poder del cine.

Viaje a la Luna

Porque esta película está llena de imágenes potentes, se trata de un producto visualmente atractivo, que exprime la capacidad del 3D. Y ante los vacilantes al formato, hay que decir que sí, es una película hecha para la visión estereoscópica, Scorsese me ha convencido de que es el formato idóneo para contar esta historia. Lo que no quita que, aún siendo de lo mejorcito en el campo, nos sigamos encontrando con una técnica deficiente, con mucho aún que explotar, y continúe con el debate de si vale la pena pagar más para una proyección en tres dimensiones. Pero secuencias a modo homenaje como el tren que va a arrollar al espectador o el hombre agarrado a las manecillas del reloj -sacado de la mítica 'El hombre mosca' (1923) de Harold Lloyd, uno de los grandes cómicos del cine mudo-, quiza valga la pena verlas con estas engorrosas gafas si van a estar recreadas por nuestro Hugo.

¿El cine, está en peligro?

Parece que sutilmente, o no tanto, Scorsese también pretende lanzar una proclama a la protección del cine, a su defensa, su legado, su importancia cultural. Méliès lo dejó todo cuando llegó la Primera Guerra Mundial, después de vivir semejante atrocidad la gente no quería ver más películas; la realidad era tan dura que lo que observaban no les resultaba creíble, o les dolía introducirse en un mundo de fantasía, de ilusión, se negaba a entrar en la fábrica de sueños. Y vuelvo a preguntarme, si con la que está cayendo, en los tiempos que vivimos, la gente querrá entrar en este mundo de ingenuidad y amor al celuloide, si el director neoyorquino habrá conseguido incluso captar a gente ya más mayorcita y más interesada en los efectos especiales, la acción, la explosión... que en un cine que va más allá.

Ben Kingsley y Asa Butterfield

Aunque, por lo menos, esta película les entrará por los ojos, con un apartado técnico que está muy logrado y una magnífica banda sonora de Howard Shore. Hay mucha imaginería en 'La invención de Hugo', insisto; como el relojero que pone a punto su reloj, el engranaje está perfectamente engrasado, ahora habrá que ver si el público entra en ella o se queda fuera. Porque es díficil deducir si es una película para niños, para mayores, o se ha quedado a medias, pues quizá no sea demasiado inocente o ligera a ojos de un niño como a un adulto le resulte falta de sustancia. Así, el torpe oficial de la estación que interpreta Sacha Baron Cohen podrá encandilar a los críos como resultar repelente para sus padres, o al contrario. Y es que 'La invención de Hugo' es de contrastes, con los que Scorsese ha pretendido llegar al gran público. Y a lo mejor no lo consigue, pero siempre atrapará algún soñador, a algún gran cinéfilo, como al servidor que les escribe, para elevarla a la categoría de obra maestra del cine contemporáneo.