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ZINEMALDIA. DÍA 2

'Argo', el peliculón que marcará la próxima edición de los Oscar

La tercera película como director de Ben Affleck funciona en sus distintos frentes: la realidad social de finales de los 70, la frenética tensión al borde del desastre y su delirante humor gamberro.

Por Hugo Rosales 23 de Septiembre 2012 | 08:00

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Hace unos días, durante el Festival de Cine de Toronto, el prestigioso crítico cinematográfico Roger Ebert apostaba por 'Argo' como la próxima vencedora de los Oscar. Voy a destiempo, y ni siquiera habré visto las futuribles nominadas, pero yo también lo creo. 'Argo' no ha decepcionado, una gran película que es muestra evidente de la progresión como realizador de Ben Affleck, simple y llanamente porque acierta de pleno en lo que pretende su propuesta, abierta a varios frentes.

Argo

Madurez creativa

Su argumento toca la crisis de rehenes de finales de 1979, cuando revolucionarios iranís tomaron la embajada estadounidense en Teherán. Sin embargo, seis diplomáticos consiguieron escapar y refugiarse en casa del embajador canadiense. Los rebeldes desconocen esta información, pero la inteligencia estadounidense tampoco dispone de los recursos necesarios para evacuarlos sanos y salvos. Se hace imperiosa la búsqueda de un plan que posibilite el rescate sin destapar sospechas, y la peliguada situación sólo dará pie a las más estrambóticas ideas. Así, finalmente, una fuga en bicicleta recorriendo 500 quilómetros en el invierno termina mordiendo el polvo ante el plan estrella: fingir el rodaje de una película de ciencia ficción.

Como decíamos, 'Argo' juega con una variedad de tonos para ganarse al gran público. Comienza exponiendo el contexto histórico con un estilo que sintetiza tradición y modernidad, toma un formato documental para plasmar el clima de exaltación del pueblo iraní pero a la vez su apariencia huele y saborea con contundencia el thriller político de los años 70. La fotografía de Rodrigo Prieto la convierte en una película muy americana, pero que sin embargo, no pierde credibilidad cuando nos metemos en territorio árabe. Distintos géneros terminan por armar el esqueleto de 'Argo', desde el más sentido homenaje al fan de la ciencia ficción, al drama de intriga política, la acción y la comedia más gamberra.

Ben Affleck y Alan Arkin

"Argo fuck yourself"

La película emplea un feroz y descarado humor negro para soltar hostias a diestro y siniestro a la industria de Hollywood. Y triunfa y no ofende gracias a la química entre Alan Arkin y John Goodman, con unos personajes que son una caricatura de lo peor de la industria: el megalómano productor que sólo sabe si va a ganar dinero o no y el maquillador que conoce los entresijos más apestosos del negocio. Un caparazón en el que 'Argo' va expandiéndose para mediado su metraje meternos de lleno en un entramado de falsas identidades y una misión a la desesperada. Basada en hechos reales, el film consigue resultar convincente a pesar de las concesiones al espectáculo; peliculera en el mejor sentido de la palabra, las licencias aumentan a medida que se incrementa la tensión y el riesgo, para terminar la función con una espectacular traca final que compite en igualdad de condiciones con el blockbuster de acción del año. Ben Affleck da un paso de gigante como director, también como actor con una elogiable interpretación protagonista, dando a la audiencia un producto acabado que sabe lo que quiere y no patina en el intento.

'No', la sorpresa inesperada del día

Realismo social también para la chilena 'No', en este caso el plebiscito de 1988 en el que se jugaba la continuidad de Augusto Pinochet en el poder. La película obviamente no toma una visión palomitera, pero tampoco es el típico drama de denuncia y exhibicionismo de miserias y penurias. La diferencia radica en el protagonista, un as del marketing encargado de la campaña por el "NO" que en vez de apostar por el tremendismo opta por mirar hacia el futuro con ilusión. Una frívola alegría que estremece. Divertida y con un estupendo trabajo de Gael García Bernal, la película gana enteros y muchísima credibilidad al estar rodada en formato vídeo, lo que impide distinguir en muchas ocasiones el material de archivo con lo que ha sido dramatizado.

No

El cine de autor, divide

Para finalizar el repaso del día, comentamos 'El muerto y ser feliz' y 'Después de mayo', que como cine de autor puro y duro depararán opiniones para todos los gustos. La primera, coproducción hispanoargentina con participación francesa, es una comedia negra muy absurda sobre un asesino a sueldo que no puede ejecutar su trabajo. Una especie de road movie que tiene la peculiaridad de contar con una narradora que describe la situación tal cual estaría escrita en el guión, al mismo tiempo que sucede. Dirigida por Javier Rebollo y protagonizada por José Sacristán compite en Sección Oficial; si queréis mi opinión, una curiosa bizarrada que no me apasiona pero tampoco repudio y cuyo argumento seguramente pronto olvidaré.

'Después de mayo', mejor guión en el pasado Festival de Venecia, es la típica historia de descubrimiento, de jóvenes apasionados con fuertes ideales que se inician en la política, la cultura, el sexo... en la Francia post-mayo del 68. Un argumento que recuerda a la evocadora 'Soñadores'. La película carece totalmente de la brillantez del film de Bernardo Bertolucci pero tiene buenas interpretaciones y una excelsa fotografía que experimenta con las texturas y el color.

John Travolta

Travolta ya está aquí

En medio de una enorme expectación ciudadana, llegó un John Travolta que recibirá el Premio Donostia junto al cineasta Oliver Stone. Ambos presentan 'Salvajes', un aparatoso thriller sobre el tráfico de drogas en Laguna Beach. Será una de las películas del día, junto con la animada 'Le jour des corneilles' y el documental 'El impostor'.

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