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CRÍTICA

'La gran familia española': El realismo excéntrico de una fotografía familiar

Daniel Sánchez Arévalo vuelve a mezclar con maestría realismo y surrealismo, comedia con drama, sacando lo mejor de su reparto coral e inundando de emociones al espectador.

Jesús Agudo
Por Jesús Agudo Más 13 de Septiembre 2013 | 09:00
El redactor más veterano de esta web. Palomitero y fan de que las series estrenen un capítulo por semana.

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Muy difícil es hacer reír en una sala de cine. Casi más complicado es conseguir que el espectador de rienda suelta a sus glándulas lacrimales. Pero lograr que, mientras no paramos de reír, se nos haga un nudo en el estómago y nos caiga una, dos, tres lágrimas, eso sí se podría considerar toda una proeza. Daniel Sánchez Arévalo ha sabido manejar con maestría esa delgada línea entre la comedia y el drama, y por eso es uno de los directores más especiales que tiene actualmente el cine español.

La gran familia española

'La gran familia española' toma como semilla para crecer su historia un momento que dejó huella en millones de habitantes de nuestro país: la final del Mundial de Sudáfrica. Una jornada en el que la alegría era la tónica generalizada y, sin embargo, una familia vive momentos muy complicados en la boda del hijo pequeño del clan. ¿Sobrevivirán cinco hermanos a uno de los días más intensos de su vida?

Siguiendo la estela de 'Primos', la familia es la absoluta protagonista de este árbol genealógico bastante disfuncional. Con un padre que quería tener siete hijos y llamarlos igual que los protagonistas de 'Siete novias para siete hermanos', su ideal de vida, qué se puede esperar. Por lo pronto, Sánchez Arévalo logra sacar lo mejor de todos y cada uno de estos hermanos, desde Adán hasta Efraín. El cuadro clínico incluye todo lo imaginable: un joven atolondrado, un hombre eclipsado por su hermano mayor, uno que huye de sus problemas poniendo kilómetros de distancia, uno depresivo y uno con déficit intelectual.

La gran familia española
Antonio de la Torre y Roberto Álamo son los mayores, y a la vez los más vulnerables del grupo. En ambos casos vuelven a remarcar el inmenso don que tienen, y sobre todo la capacidad que Sánchez Arévalo tiene de crear personajes tiernos, realistas a la par que histriónicos, con ese talento de los intérpretes. El feeling profesional con Quim Gutiérrez sigue intacto, parece crecer con cada película, pero todavía tiene más inspiración que aportar a los debutantes en sus filas. Miquel Fernández pisa muy fuerte con un papel que podríamos comparar con el de cualquiera de sus "hermanos", pero sus problemas no son tan evidentes. El actor consigue que nos creamos esa inseguridad que muchos tienen cuando se comparan con sus hermanos mayores (más si encima has "heredado" la novia de alguno de ellos).

Patrick Criado da el salto con su primer papel de peso como el novio, un chico que se deja llevar por los recuerdos idealistas de cuando su padre era feliz y busca cumplir su promesa: casarse con la niña a la que le pidió matrimonio cuando eran pequeños. Tanto él como Arantxa Martí y su hermana melliza en la ficción, Sandra Martín (que promete y mucho), consiguen ofrecer un trío con mucha frescura, mostrando un retrato fidedigno de la juventud actual. Verónica Echegui corona este reparto coral tan bien engrasado desde el padre hasta el hermano más pequeño como la novia del personaje de Miquel Fernández, la foránea de la familia, quizás la más cuerda del grupo, pero que desprende química con cada uno de los personajes con los que coincide en pantalla. Mención especial a Sandy Gilberte como la pequeña Fran, un complemento ideal para De la Torre y Álamo, el trío que más carcajadas piensan sacarnos.

Como la vida misma

A pesar de ser personajes bastante extremos y complejos, la atmósfera de 'La gran familia española' es más realista incluso que la Comillas de 'Primos'. Una boda del siglo XXI con su teatralidad YouTube y un ambiente futbolero que a muchos nos recordará a momentos vividos ese taquicárdico 11 de julio de 2010. Dudo que con unas nupcias, pero sí con ese sentimiento de unidad que va moviendo poco a poco los hilos de la película. Es una de las grandezas de este director, aunque algo surrealistas, las situaciones que vemos en sus filmes y los personajes que las protagonizan bien podrían ser un reflejo de alguno de nosotros, o de alguien cercano a nosotros. Ese realismo, mezclado con un humor lanzado justo a tiempo y sus dosis de amargura, es lo que nos golpea como una maza en el corazón. Lo que nos hace ver que no estamos ante una tragicomedia más.

El fútbol es una mera excusa para construir una cinta llena de matices, con unos tramos finales tan contundentes que sacudirán al más pintado, y con una sencillez y optimismo encantadores (el cantautor Josh Rouse ayuda mucho con la banda sonora). Abanderando la idea de que la vida no es ni rosa ni negra, 'La gran familia española' nos hará reír, nos hará llorar, nos presentará una de las historias más emotivas que hemos visto en mucho tiempo, y nos hará sentir parte de esta familia que, a pesar de ser una madeja llena de problemas y secretos, es una en la que podemos caber cualquiera. Y es que ya lo dicen ellos: lo raro es que exista una familia en la que todos son normales. Y lo que es capaz de hacer Daniel Sánchez Arévalo con las situaciones más cotidianas, eso tampoco es normal.