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PRECRÍTICA

'Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal', entretenimiento sin alardes

Los excesos de CGI y las obsesiones de Spielberg desmerecen a uno de los mayores iconos del cine de aventuras, en una película que aprueba más por devoción y nostalgia que por méritos propios.

Por Óscar Martínez 20 de Mayo 2008 | 16:15

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Dirigida nuevamente por Steven Spielberg, y protagonizada por Harrison Ford, Cate Blanchett, Shia LaBeouf, Karen Allen, John Hurt, Ray Winstone, Jim Broadbent, Ian McDiarmid y Joel Stoffer, 'Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal' es la cuarta entrega de la popular saga iniciada en 1981 con 'En busca del arca perdida'.

La última aventura de Indiana Jones empieza en el desierto del suroeste de Estados Unidos en 1957, en plena Guerra Fría, donde Indiana Jones logra escapar de las garras de los rusos. A su regreso a casa, el doctor Jones se encuentra con que el FBI ha forzado su despido en la universidad, pero es entonces cuando entra en escena un joven llamado Mutt, quien dice ser hijastro de un antiguo compañero suyo, el cual ha sido secuestrado tras dar con un hallazgo arqueológico de valor incalculable: la mítica Calavera de Akator, cuyos poderes van allá de todo conocimiento humano. A partir de ese momento, Indiana Jones y Mutt tratarán de descifrar las pistas dejadas por su colega para dar con él y con la Calavera. Pero los rusos también van detrás de ella...

Sin duda alguna, 'Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal' es el estreno más esperado de este 2008, y como suele ocurrir cuando uno se genera excesivas expectativas, el resultado final acostumbra a ser sinónimo de decepción; no una decepción absoluta, ni mucho menos, pero sí cierto desasosiego al ver cómo el paso del tiempo desvirtúa sensiblemente a un icono que hubiera sido mejor dejar en su altar.

Adiós a la magia

A pesar de que se trata de un producto notablemente entretenido, las únicas conclusiones que puede sacar el espectador, y en especial los seguidores de la saga, es que esta cuarta aventura de Indy apenas sí logra concedernos puntuales ecos de aquella magia que rebosaban las tres anteriores entregas. De este modo, 'Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal' se encuentra más cerca -sobretodo en su tramo final- de un producto de aventuras en clave familiar en la línea de la segunda entrega de 'La búsqueda', que de una nueva entrega de nuestro entrañable arqueólogo.

Por contra, cabe destacarse un trepidante comienzo más que notable, en el que Cate Blanchett se apodera sin contemplación alguna de la mejor interpretación de la película, y diversas secuencias de acción de factura notable que, por contra, se ven desvirtuadas por ciertas excentricidades nacidas de los excesos posibilitados por el CGI. Un claro ejemplo de ello transcurre durante una largísima persecución por la selva amazónica, durante la cual podemos disfrutar de un excelente duelo de espadas protagonizado por Cate Blanchett y Shia LaBeouf, para hundirse en el bochorno más absoluto -que no desvelaré aquí- en la posterior huída de éste último.

Y así una y otra vez.

Así pues, podríamos decir que 'Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal' es una película de contrastes, que por momentos parece rozar la magia de las anteriores entregas para luego sumirse en el vacío del efectismo y el producto familiar en clave infantiloide: Indy -o mejor dicho, Harrison Ford- mantiene el espíritu, pero la película de Steven Spielberg parece haber perdido su esencia, mientras que su guión carece por momentos de rumbo a fin de adentrarse en cenagosos terrenos más allá de la arqueología y la mística que siempre han obsesionado a su director. No me sirven los guiños a antiguos personajes, no me bastan los homenajes a Brando o a 'Cuando ruge la marabunta', no me consuela ese sempiterno qué grandes fuímos que impregna toda la película... Por otro lado, insistir en la idea de que esta cuarta entrega de Indy no es un despropósito, no es una gran decepción, es un buen entretenimiento en el que sorprende gratamente la química existente entre Harrison Ford y Shia LaBeouf, siendo las escenas que dicho dúo comparte lo mejor de esta cuarta entrega, hasta la entrada en escena de una Karen Allen y un John Hurt en ocasiones deleznables.

Pero, mal que sepa, debo concluir diciendo que tanto los excesos del CGI como las particulares obsesiones de Spielberg casi acaban con uno de los mayores iconos del cine de aventuras de todos los tiempos.

Entretenida, pero eso no es suficiente ni de lejos.