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CRÍTICA

'El último exorcismo: Parte 2': Lo que es último no necesita segundas partes

La secuela directa del filme que basó su historia en un falso documental ha desechado todo lo anterior en busca del susto fácil.

Por Carlos Manuel Hernández Fernández 8 de Noviembre 2013 | 10:10

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En 2010 se estrenó 'El último exorcismo', una cinta a modo de falso documental en la que se relataba la historia de un reverendo charlatán que se encargaba de ir de pueblo en pueblo haciendo su trabajo de exorcista. Lo interesante de aquella obra era que el propio protagonista hacía mofa de la tarea del exorcismo, y con el recurso de tener a un equipo de cámara a su lado, hacía de la cinta una historia de terror que, aún siendo pequeña, resultaba ser efectiva. Tres años después nos encontramos con 'El último exorcismo: Parte 2', y tristemente, se trata de una de esas secuelas que dan mala fama a las segundas partes, ya que donde la primera entrega ofrecía puntos diferenciadores, recursos de falso documental y una atmósfera agobiante, en esta segunda entrega parece que todo lo han tirado por la borda, y con cambio de guionista y director, solo deja una cosa en claro: el último exorcismo debió ser el último exorcismo.

'El último exorcismo: Parte 2': Lo que es último no necesita segundas partes

La cinta se trata de una ampliación directa de la historia narrada en la primera entrega, con un argumento que reza: Nell es encontrada sola y aterrorizada en una zona rural de Louisiana. De vuelta a la apacible Nueva Orleans, la joven se da cuenta de que hay fragmentos de los últimos meses que no logra recordar. Mientras Nell inicia el difícil proceso de rehacer su vida, el maléfico poder que la poseyó regresa con otro aterrador plan que hará de su primer exorcismo un mero ensayo de lo que está por venir. Por lo tanto, nos encontramos con una historia que busca continuar de manera más o menos lógica los acontecimientos de la película original, aunque con una puesta en escena que nos recuerda poderosamente a la utilizada en 'Mamá' de Andy Muschietti.

En esta nueva ocasión el papel principal recae en Ashley Bell, una actriz que ha demostrado ser más que solvente en su rol, el cual irá cambiando desde una chica asustada y casi autista, hasta poco a poco ir aprendiendo de nuevo a comportarse en sociedad. Todo este viaje está bastante bien estructurado, y Bell ha sabido no salirse de su papel y vemos una evolución constante en su personaje, que recordemos, no había tenido una vida muy normal en la primera entrega, por lo que se muestra tímida e inocente, algo en lo que la actriz se ha esforzado en mostrar en pantalla, consiguiéndolo en la mayoría del metraje. Si a ello le sumamos las escenas de mayor tensión, algún que otro cambio de registro en su papel por exigencias del guión, y todo ello dentro de su contención, por lo que encontramos que el rol de Bell ha sido bien aprovechado por la actriz.

'El último exorcismo: Parte 2': Lo que es último no necesita segundas partes

La película ha cambiado de director y guionista, y con ello se ha ido una parte importante de la magia de la primera entrega. 'El último exorcismo' tenía un recurso que dio vidilla y veracidad a la cinta: el de falso documental. En la secuela, parecen haberse olvidado de seguir el lenguaje cinematográfico dejado por la original, por lo que ahora nos encontramos con una película al uso, sin cámara en mano ni nada que recuerde a lo dejado por la primera parte. Aquí encuentro uno de los tropiezos del filme, que podría haber continuado con el modo de ver la historia, y es más, hubiera sido mucho más lógico en cuanto a continuidad de lenguaje visual. Pero en esta ocasión, el metraje se ha centrado más en el personaje de Nell, haciendo que sea algo más difícil el incluir este recurso, pero aún así, ha sido una pena no ver una continuidad en este aspecto, que podría haberle dado a la cinta, la identidad que tenía su primera parte.

La dirección ha pasado a las manos de Ed Gass-Donnelly, un director que anteriormente había filmado 'Small Town Murder Songs', además de unos cuantos cortometrajes, y que en esta producción, no muestra haber querido arriesgar en la ejecución del metraje. La dirección ha sido lo más contundente posible, y no veremos ninguna floritura especial en su realización, por lo que aquellos que esperen algún plano secuencia estilo Cuarón, o algún recurso estilístico a lo Wes Anderson tendrán que mirar a otro lado, ya que 'El último exorcismo: Parte 2' se ha limitado a mostrar la historia sin ningún adorno destacable, lo cual es una pena para un director cuya opera prima fue comparada con la atmósfera de los Hermanos Coen en alguna crítica. En definitiva, en cuanto a realización nos encontramos con un planteamiento cinematográfico poco imaginativo.

Otros de los puntos en los que más adolece esta producción, es en su manera de provocar miedo en el espectador. Mientras que la primera entrega lo que ofrecía era mostrar una intriga y suspense durante todo el metraje, en esta secuela se ha optado por el camino más fácil y menos satisfactorio para el que en realidad disfruta el cine de terror: los sustos fáciles. Todo el largometraje está repleto de esos golpes de música y el típico susto de "personaje se acerca muy rápido a cámara" o cosas por el estilo. Este abuso de este tipo de recurso llega a ser tan abusivo que hasta la propia protagonista dando un paseo por la calle es un momento aprovechado para asustar vilmente al espectador con un perro que ladra desde una valla, por poner un ejemplo. Todo ello provoca que no paremos de salir de la historia, ya que cuando está contando algo interesante en la trama, al director no se le ocurre algo más efectivo que darnos un susto barato, lo que provoca que después de cinco de estos espasmos prefabricados, ya estemos curados de espanto para el resto del filme, y lo peor de todo, que ya nos esperemos los sustos y para rematar la faena, podamos acertar en la mayoría de ellos.

'El último exorcismo: Parte 2': Lo que es último no necesita segundas partes

Susto fácil

Con este básico ejercicio de repetición, hace que lo que es miedo, no haya en todo el metraje, ya que si bien ya conocemos la fórmula de que "ahora toca susto" y ocurra, hace que baje el listón de la cinta, ya que no conseguiremos entrar verdaderamente en la atmósfera de la historia, ya que un susto desubicado nos volverá a apartar de la atención de la trama. La trama en si ha sido tejida basada en algunas premisas básicas, y en ocasiones, sentimos que los personajes han sido introducidos con calzador, por lo que no nos sorprendamos si aparece alguien de la nada, le dice dos cosas a la protagonista, y ésta le sigue ciegamente, ya que el guión no se ha esforzado en ofrecernos unas historias ricas en el resto de personajes que no sea la protagonista, por lo que nos encontraremos con cierto vacío en todo lo que no tenga que ver con ella, y pese a que en algún momento haya algún atisbo de trama secundaria, todo ello queda enterrado por el camino que nos guía la cámara, dejando por ello, muchas preguntas por responder sobre el porqué de algunos personajes secundarios.

Con 'El último exorcismo: Parte 2', nos encontramos pues, con una producción que no ha sabido mantener una coherencia visual o temática con la primera entrega, y conservando a su protagonista principal y la historia que tras ella se crea, ofrece una secuela que podía haber sido muy fácilmente innecesaria. Todo ello es una verdadera lástima, ya que la original consiguió ser un éxito mediano para una cinta pequeña pero con alguna que otra idea clara, y claro, al verse que las producciones de poco presupuesto se han convertido en una fuente de oro para muchos productores ágiles, han convertido a esta segunda entrega en un intento por atraer a la audiencia a las salas para ver una cinta que flaquea en muchos de sus puntos, y lo que es más alarmante para una producción de este tipo: no llega a dar verdadero miedo, y si algún punto lo consigue, será cortado de cuajo por un susto facilón.

En definitiva, 'El último exorcismo: Parte 2' es, como su título, una incoherencia de desde el comienzo, que durante la primera mitad de su metraje parece que puede mostrarnos algo más de lo que en realidad ofrece. A ello tenemos que sumarle la extraña decisión de querer romper con el lenguaje visual que dejó su primera parte, la infinidad de sustos fáciles y tontos que abundan en el metraje, y sobre todo, la sensación de que esta segunda entrega podía haber sido omitida sin suponer ningún trauma para el que disfrutara de la primera parte, y que en lugar de saber jugar las cartas dejadas en su anterior historia, ha decidido ir por libre y no contentar ni al público que espera una continuación atractiva ni a los amantes del terror, que en una nueva ocasión, tendrán que mirar hacia otro lado de la cartelera si quieren encontrar un filme que les horrorice (en el buen sentido) mejor de lo que consigue esta producción, que ha intentado estirar demasiado una historia que, con otro punto de vista, podía ser incluso atractiva, pese a que los poseídos comiencen ya a abundar demasiado en el género de terror.