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PRECRÍTICA

'La momia 3', el camino del exceso

Esta nueva entrega, además de una parodia de sí misma, es toda una saturación de CGI y escenas tan risibles que paradójicamente logran hacer pasar un rato entretenido, si es que uno deja sus neuronas en casa.

Por Óscar Martínez 31 de Julio 2008 | 16:05

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La tercera entrega de 'La momia', titulada 'La tumba del emperador Dragón', cuenta con la dirección de Rob Cohen y las interpretaciones de Brendan Fraser, Maria Bello, Jet Li, John Hannah, Michelle Yeoh, Anthony Wong, Luke Ford e Isabella Leong, llegando a nuestras carteñeras este próximo viernes.

Condenados por una bruja traidora a permanecer en muerte aparente para la eternidad, el despiadado emperador chino Dragón y sus diez mil guerreros han esperado en su amplia tumba de barro, olvidados de todos, durante cientos de años, cual ejército de terracota. Pero cuando engañan al joven aventurero y arqueólogo Alex O'Connell para que despierte de su sueño eterno al temible gobernante, no le queda más remedio que pedir ayuda a las únicas personas que saben más que él acerca de los no muertos: sus padres. El monarca regresa a la vida con todo su poder y su afán de dominación no ha hecho más que crecer en todos estos años. Sirviéndose de poderes sobrenaturales inimaginables, el Emperador Momia cruzará el Lejano Oriente con su legión sin que nadie pueda detenerle... a menos que los O'Connell encuentren la forma de hacerlo.

Lo cierto es que la filmografía de Rob Cohen no es precisamente para echar cohetes, sobretodo si tenemos en cuenta sus últimos trabajos, a saber, 'xXx', 'A todo gas' y 'Stealth: la amenaza invisible', en los que el exceso con tendencia a lo imposible en favor del supuesto espectáculo se erige como principal premisa. Pues bien, exactamente lo mismo acontece con 'La momia: la tumba del emperador dragón'.

¡¿Sabes hablar yeti?!

Gusten más o más menos, las dos primeras entregas de la saga dirigidas por Stephen Sommers, relegado aquí a meras labores de producción -y de guión, aunque no aparezca su nombre)-, mantenían un curioso equilibrio entre las aventuras fantásticas y la credibilidad cinematográfica (que no rigor histórico, no confundamos). Por contra, 'La momia: la tumba del emperador dragón' se desentiende de dicho equilibrio optando por el espectáculo casi circense, en una parodia a través del exceso tanto de sí misma como del cine de aventuras en general.

Del mismo modo, las referencias tanto a Indiana Jones -que siempre han perseguido a la saga- como a otros títulos fantásticos se antojan, si cabe, todavía más inevitables, sobretodo si tenemos en cuenta que su entramado bebe directamente de alguno de los títulos de Indy, en especial de 'Indiana Jones y la última cruzada' (ese Shangri-La) y, de un modo menor, de 'Indiana Jones y el templo maldito' e 'Indiana Jones y el reino de la Calavera de Cristal', que sirven de guiño (ese bar propiedad de John Hannah) y trasfondo (la familia unida jamás será vencida) respectivamente, por no mencionar una relación entre los personajes interpretados por Luke Ford e Isabella Leong cuyo obvio referente apunta a Aragorn y Arwen.

Sin ningún tipo de complejo y con un descaro casi insultante en su elaboración, los gags cómicos, las constantes referencias a las anteriores entregas y la avalancha masiva de efectos generados por ordenador se convierten en la principal premisa de una trama que cede irremediablemente ante dichos elementos, limitándose a servir de nexo más o menos lógico para dar un paso adelante en la particular orgía de excesos de su director. Por contra, y a pesar de no pocos momentos ciertamente lamentables (esa figura de arena final) y otros no menos risibles (esos yetis), cabe decir que 'La momia: la tumba del emperador dragón' es todo un espectáculo inducido a base de saturación, tan ligero como olvidable, cuyo frenético ritmo se rige en base a un constante más difícil todavía que no duda en extralimitarse hasta lo imposible, y que cumple sobradamente su función de blockbuster si uno accede a entrar en su juego sin hacer demasiadas preguntas.

En cuanto al apartado interpretativo se refiere, esta tercera entrega opta por restar cierto protagonismo a Brendan Frasier en beneficio de Luke Ford, preparando el terreno para su reemplazo natural, si bien los mejores momentos de la película pertenecen, con diferencia, tanto al primero como a John Hannah, referente cómico habitual de la saga. Por contra, María Bello no termina de convencer en su reemplazo de Rachel Weisz, a la par que también cabe lamentar a un desaprovechado Jet Li que apenas nos brinda secuencias de acción reales en beneficio de su stunt pixelado, por lo visto, por problemas de agenda del actor.

Así pues, podríamos decir que 'La momia: la tumba del emperador dragón' es una película lamentable cinematográficamente hablando, pero más que digna en cuanto a términos palomiteros se refiere, divertida a la par que risible, y tan obviable como olvidable.