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CRÍTICA

'The Zero Theorem': El mundo distópico de Terry Gilliam

Con 'The Zero Theorem' Terry Gilliam nos lleva en un viaje que nos recuerda a sus anteriores películas '12 monos' y 'Brazil', siempre dándonos un motivo para reflexionar sobre la sociedad.

Por Sara Menéndez Espina 29 de Noviembre 2014 | 11:00

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El nombre de Terry Gilliam en la dirección ya nos va guiando la idea que podemos crearnos de 'The Zero Theorem', una película con identidad, cierto surrealismo, crítica, reflexión y, ante todo, la lucha entre realidad y fantasía. Y, efectivamente, la historia y su forma de estar contada cumplen las expectativas. Terry Gilliam esta aquí.

The Zero Theorem

'The Zero Theorem' nos lleva a la vida de Quohen Leth, un programador que trabaja para una gran empresa que le hace responsable de un encargo muy importante: hallar el Teorema Zero, con el que se puede llegar a conocer el sentido de la vida humana. Él lo acepta como mero trabajo, está más preocupado por resolver su propia duda existencial, o más bien porque se la resuelva una llamada de teléfono que lleva años esperando. Realmente Quohen Leth es un tipo obsesivo, tiende a hablar de sí mismo en plural, y los demás le ven como un loco, pero ¿no parecen más locos ellos?

Lo primero que percibimos en la película, lo que se hace patente nada más empezar la película, es que nos muestra una sociedad llena de estímulos: las calles nos bombardean con miles de anuncios, la gente viste con ropas muy coloridas, la ciudad es un auténtico caos, todo está iluminado con cientos de luces de diferentes colores también. Es un ambiente desagradable, parece un mundo absurdo, lleno de locos, pero pronto veremos que en él viven personas normales, con los mismos sentimientos y motivaciones que nosotros mismos.

Esta sociedad distópica que se nos presenta parece que quiere encajar en un futuro propio del género de la ciencia ficción donde se enmarca este filme, pero el mismo Gilliam ha declarado en numerosas ocasiones que 'The Zero Theorem' tiene más de caricatura que de ciencia ficción. No está ambientada en el futuro, no tiene muchas diferencias con la vida presente, lo que hace es llevarnos a una versión más exagerada de nuestra sociedad. Y saber esto le da un sentido totalmente distinto, más que a la película, a nuestras propias vidas.

Y es que con los años vamos viendo que, si clásicamente a ciencia ficción se centraba más en regímenes políticos imaginarios pero a la vez inspirados en la tiranía que el propio mundo real ha vivido, cada vez más lleva su tema central hacia la tecnología. Vale que es común que en la ciencia ficción se presente el futuro con unos sofisticados aparatos tecnológicos que hacen nuestra vida más fácil (o más desgraciada), pero ahora están llevando más el discurso hacia cómo esta domina nuestras vidas.

The Zero Theorem

Entre otros elementos que nos quiere transmitir, uno de ellos es que hoy la tecnología nos dota de una nueva vida mejor, donde existe una versión mejorada de nosotros mismos y nos olvidamos del lado más deprimente de nuestras vidas. En las entrevistas Gilliam pone de ejemplo los videojuegos, dentro de los cuales nos sentimos como auténticos héroes aun siendo una fantasía, pero podemos añadir el ejemplo de las redes sociales.

Y centrándonos más en la película que en las reflexiones que podamos hacer de la misma en el camino a casa, podemos destacar que 'The Zero Theorem' nos coloca en la pantalla más estímulos de los que seguramente nos demos cuenta en una primera visualización. Esto le da un toque curioso, divertido, todo un juego de percepción para los más fetichistas de Gilliam, que pueden re-ver la cinta con el fin de ver qué otros curiosos detalles pueden descubrir. Además, su fotografía excesivamente colorida a la vez que oscura te hace sentir de manera más corporal la decadencia social, muestra de que nada está hecho al azar. Sorprende, además, que una película hecha con un presupuesto tan bajo (8.5 millones de dólares) haya tantos elementos tan bien implementados.

Christoph Waltz esperando la llamada

Destacamos también el poder ver un nuevo tipo de personaje de Christoph Waltz, magnífico como siempre, dentro de las películas que hizo tras su estallido de éxito mundial con 'Malditos bastardos'. Quohen Leth es un personaje frágil, que nos suscita mucha ternura e incluso pena, pero mantiene también un poco la línea de individuo excéntrico, para no romper la línea a la que Waltz nos tiene acostumbrados. En buena parte de la película le vemos acompañado de una pareja de "aventuras", un adolescente que es un genio de la programación. Este dúo del hombre más mayor y el joven no es la primera vez que lo vemos, puede recordar a la pareja formada por Bruce Willis y Brad Pitt en 'Doce monos', y es realmente una fórmula que funciona.

En definitiva, 'The Zero Theorem' es una película necesaria, y se disfruta aún más cuando el mensaje que quiere lanzar nos llega. Pero no es sólo es una sátira de la vida hecha para pensar, su personaje protagonista, como decíamos antes, causa gran ternura en el espectador, provoca a la vez empatía y simpatía. Su historia es triste, pero también vez nos da momentos de risa, lo que hace que se vuelva más entretenida. Pero no son escenas que busquen la carcajada, porque es una película pesimista, la vida de Quohen es triste, y la de muchos de los personajes también, son meros títeres del director de la empresa para la que trabajan, interpretado por Matt Damon.