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CRÍTICA

'Brasserie Romantic': Muchos platos, poca variedad

Película debut de su director en cine, ofrece multiples historias en un mismo espacio, con altibajos de interés. Ya en todos los cines.

Por Carlos Manuel Hernández Fernández 17 de Febrero 2015 | 15:00

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Con la temática de San Valentín se han hecho numerosas producciones con más o menos suerte, con más o menos caspa. En la película belga 'Brasserie Romantic', se ha optado por el formato de cinta pequeña, localizada en un solo espacio, con un reparto coral y diferentes historias que narrar en cada mesa de su restaurante. En conjunto, la narración resulta algo irregular en algunos de sus tramos, con fragmentos y parejas con más interés que otras, lo cual es un acierto en las que funcionan, y un tedio en las que no.

Brasserie Romantic

La propuesta nos sitúa en la vida de Pascaline, una mujer cuarentona que dirige un restaurante. El día que prepara las mesas para el Día de San Valentín, recibe la visita de su amante de hace dos décadas que le pide que se vaya con él de viaje a Buenos Aires. Del mismo modo, el resto de empleados y clientes del local recibirán ciertos contratiempos en el plano amoroso durante una jornada de lo más ajetreada.

Uno de los puntos más interesantes del largometraje es ver la diferencia de espacios y lenguaje tanto visual como de ritmo que hay entre el salón de los comensales y la cocina. Mientras que en la parte abierta la público los recursos estilístico son más sutiles y con planos más estáticos, variados y cuidados, en la cocina la cosa cambia entre los fogones, con cámara en mano y más ágil y agobiante. Esto también da juego a sus actores, que tienen una actitud dentro y fuera de la cocina, lo que crea un halo de complicidad con ellos, al verles en lo íntimo y en lo social con el solo cruzar una puerta.

Dentro de las historias particulares de los comensales, que varían entre parejas al borde del divorcio hasta jóvenes con las hormonas revolucionadas, quiero destacar en particular la de un personaje en una cita a ciegas, que de vez en cuando va al baño para hablar consigo mismo en frente del espejo, provocando las situaciones más cómicas y a su vez, siendo para mi la historia más interesante ante las expectativas de su cita a ciegas. Hay también otras con interés, como la de una mujer deprimida y sola con su propio cacao mental, o el ex de la regente del restaurante que busca tentar a su anterior pareja. Eso sí, otras de las historias no acaban de encontrar su sitio en el metraje, y acaban siendo meramente tediosas.

Brasserie Romantic

Un plato sin sabor

No ayuda tampoco el hecho de que algunas situaciones que plantea la historia salgan de la nada, a modo de sorpresa para el espectador (quizá) pero que en el argumento se nota que no tienen un germen ni en texto ni en actuación, como si simplemente estuvieran incluidas en el guión para dar algo más de vida al largometraje. Debido a ello, hay momentos alejados de la realidad que plantea el filme, y con ello el espectador también se aleja de la propia historia.

En resumen, nos encontramos ante una película poco pretenciosa, con una buena dualidad de espacios dramáticos pero que falla en el conjunto de las historias que quiere contar, y por momentos veo mejor alguno de sus fragmentos como buenos cortos en separado, pero que en suma se ven apelmazados ante una propuesta que pretende llegar a todos los tipos de parejas de San Valentín y solo logra conectar con unas pocas. Un entretenimiento salvable en ocasiones pero que tampoco llega a ser memorable del todo, como esperando que el próximo San Valentín salga mejor que el de este año.

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