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CRÍTICA

'Sexo fácil, películas tristes': Cómo hacer una comedia romántica

Presentada en el Festival de Málaga, llega a nuestras pantallas la ópera prima del argentino Alejo Flah con Quim Gutiérrez y Marta Etura como protagonistas.

Por Daniel Lobato Fraile 25 de Abril 2015 | 16:00

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Chico (o chica) conoce a chica (o chico), se enamoran y empiezan a salir, sienten mariposas en sus tripitas y presumen de romance. La pasión cesa y surgen los primeros roces. Las discusiones o el desinterés se vuelven habituales y el amor se marchita. Rompen con gran dolor y emprenden vidas por separado; pero la llama no se apaga del todo y antes que después vuelven a encontrarse iniciándose así un nuevo idilio que perdurará en el tiempo (al menos hasta los créditos finales o una hipotética secuela).

'Sexo fácil, películas tristes'

Con sus pequeñas variaciones este es el esquema prototípico de las comedias románticas. El mismo esquema que 'Sexo fácil, películas tristes' utiliza de forma autoconsciente para vertebrar su discurso y aportar una pizca de verdad al juego que del que hace partícipe al espectador.

La película -escrita y dirigida por el argentino Alejo Flah- nos presenta a un escritor en horas bajas que ha recibido el encargo de escribir el guion de una comedia romántica para producir un film. Como buen conocedor del género, Pablo (que así se llama) hace un listado de los elementos y etapas por las que ha de pasar cualquier comedia romántica al uso y se mete en la tarea de escribir. Y mientras somos testigos del proceso de creación y de cómo es el día a día del guionista, conocemos y vivimos el romance de sus creaciones, un par de treintañeros afincados en la zona centro de Madrid. De tal forma que las dos historias transcurren en paralelo, generándose una cierta relación de correspondencia entre lo que viven los personajes de ficción (Quim Gutiérrez y Marta Etura), con la situación personal que atraviesa su creador (Ernesto Alterio).

Alejo Flah plantea un doble relato en el que realidad y ficción se dan de la mano y en la que la primera impregna a la segunda. En este punto sin embargo se echa en falta una mayor reciprocidad. Al igual que el personaje de Alterio es consciente del funcionamiento de las comedias románticas y se utiliza esto a favor de la propia película a modo de guiño hacia el espectador, no se hace lo propio con los propios personajes del romance, son simples creaciones sin autonomía, no son conscientes de que son una ficción, perdiéndose así la oportunidad de entrar en un discurso que trascienda el manido romance y la ficción en sí, como -por ejemplo- en 'Más extraño que la ficción' de Marc Forster, o en 'Niebla', obra de nuestro literato Miguel de Unamuno en las que se establecía un diálogo directo entre personajes y creadores.

Madrid urbanita

Hay que entender 'Sexo fácil, películas tristes' dentro de sus circunstancias, por lo que criticarla por pretenciosa o por "llevar un rollo muy hipster", es no ver la obra en su conjunto. Ciertamente el tono del film apunta en esa dirección, pero es algo que marca desde el primer momento, la música, la luz, incluso las propias localizaciones (los madrileños barrio de Malasaña o la librería 8 y medio) generan esa postal de una ciudad urbanita y moderna. Una imagen que -seamos honestos- si nos llega de fuera etiquetamos enseguida de indie y si sale desde aquí nos imaginamos barbas y camisas de franela.

'Sexo fácil, películas tristes'

Narrativamente la película no tiene demasiadas pretensiones, no arriesga ni desarrolla a fondo las ideas que propone (como ese juego entre realidad y ficción que comentábamos antes), lo que la convierte en una propuesta un tanto anodina, de esas que no dejan un poso posterior en el público. Como otras tantas comedias románticas se deja ver con facilidad, deja un buen sabor de boca, pero no permanece en nuestra memoria.

Química secundaria

Uno de los grandes puntos de la película es el cásting. Con tres películas juntos, Quim Gutiérrez y Marta Etura se conocen lo suficiente como para que su relación resulte de lo más natural. El problema, para Marta, se llama Carlos Areces. El actor, que aquí hace de mejor amigo de Quim tiene muestra una química muy especial con el catalán. Confiemos en que alguien recoja el testigo y se decida a explotar a esta pareja cómica en el futuro.

En cuanto al cast argentino destaca Ernesto Alterio, metido en un papel más comedido y llevando la carga dramática del relato; escritor de mediana edad que está pasando por una suerte de crisis existencial sobrellevada con la escritura.