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CRÍTICA

'Nuestro último verano en Escocia': Dejen a los niños jugar

David Tennant y Rosamund Pike protagonizan esta simpática comedia familiar sin mucho más que ofrecer, y donde destacan sus jóvenes actores.

Por Carlos Manuel Hernández Fernández 29 de Mayo 2015 | 09:00

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De vez en cuando es grato encontrar filmes de comedia que huyen del estereotipo de bromas fáciles y chascarrillos para, más bien, encontrar la gracia en los momentos más cotidianos y cercanos, risa sana. Con tres niños como protagonistas absolutos de la obra, 'Nuestro último verano en Escocia' se plantea como una comedia familiar donde el mayor encanto está en la interacción de sus tres jóvenes personajes principales, a los que se suma un reparto adulto compuesto por Billy Connolly, Rosamund Pike y David Tennant, que hacen de contrapeso al viaje que plantea el filme.

'Nuestro último verano en Escocia': Dejen a los niños jugar

El filme nos habla de la familia compuesta por Doug, Abi y sus tres hijos, los cuales cruzan las Highlands de Escocia para asistir al cumpleaños del padre de Doug. La familia se enfrenta a un duro reto: Doug y Abi quieren divorciarse y no se lo han dicho a la familia, así que todos tendrán que disimular para que nadie se de cuenta. Para ello contarán con el apoyo de sus hijos, hasta que una serie de circunstancias aumentará las tensiones y hará florecer los sentimientos soterrados.

Al poco de empezar a ver el largometraje, el sentimiento que más florece es el de simpatía. Simpatía por los protagonistas, por los niños, por las situaciones planteadas y por su historia simple y aún así interesante. Gracias a ello uno se ve sumergido en el filme desde muy pronto, lo cual también provoca que se espera algo más de él en algunos tramos más avanzados del filme, pero que juega con la baza de contar con un reparto joven que hace que lo que ocurra en pantalla tenga algo de espontaneidad realmente fresca, como si estuviéramos viendo realmente un pedazo de vida.

El encanto, claramente, reside en el desparpajo de los más pequeños, que poco a poco van adentrándose en una historia que se va complicando, pero que no pierde enganche al estar contada desde la visión de los niños, algo que se mantiene a lo largo de todo el filme y que es un auténtico acierto, sobre todo al no tratar a los críos como inocentes ni culpables: simplemente son críos.

Muchos momentos de comedia son también fruto de las situaciones que se van planteando a sus personajes adultos, ya que los temas que tratan son realmente cercanos en muchas de sus frases, y lejos de intentar solventarlo todo de un modo en el que contentar a todos los públicos, el filme habla más de seguir adelante, que todo suma, y que la vida continúa. Destaco el trabajo de Connolly en sus escenas con los jóvenes, ya que se nota una compenetración realmente viva que hace realmente creíble esta relación abuelo-nietos, y hace también de unión entre la juventud y la mayores.

'Nuestro último verano en Escocia': Dejen a los niños jugar

Un verano para recordar

Eso sí, por momentos noto que el filme peca de ser algo anticlámico, ya que cuando una situación lleva a un punto crítico donde el golpe o sorpresa o magia está a punto de aparecer, todo se queda un poco a mitad, como si no se quisiera llegar al extremo de nada. Esto quizás tiene que ver con guardar una armonía argumentativa en todo el filme, pero echo en falta algún pico más de tensión o sorpresa en su historia, ya que algunas situaciones no acaban de estallar del todo, y se quedan a medio gas.

Aún con ello, nos encontramos con una película simpática y fresca, que sin querer ser más de lo que es, logra entretener durante bastantes puntos de su metraje, aún pasando un tramo final algo convencionalista. Cine familiar y fácil de ver, que demuestra que ideas originales y nada pretenciosas pueden tener un hueco en esta cartelera plagada de remakes, comedias tontas y secuelas, aunque su propuesta en si no será especialmente recordable.