Philip Seymour Hoffman: Sus mejores papeles

Jeffrey Lebowski, más conocido como El Nota, es confundido con un multimillonario y recibe una paliza en su casa. Éste quiere justicia y una nueva alfombra después de que los asaltantes se mearan en la suya, por lo que inicia la búsqueda del otro Lebowski, todo ello con la ayuda de sus compañeros de bolos.

A pesar de no tener un papel demasiado extenso, seguro que nadie olvida el rol de Philip Seymour Hoffman en 'El gran Lebowski'. Respetuoso, con clase, y asombrado por los malos modales de "su Notarísima". El actor dejaba claro que no solo era un excelente actor dramático, sino que también podía hacer comedia de forma realmente notable.

Un vibrante y carismático sacerdote, el padre Flynn está tratando de cambiar las estrictas normas de un colegio. Vientos de cambio político están barriendo la comunidad, y de hecho el colegio ha aceptado a su primer alumno negro, Donald. Pero cuando la hermana James, una pobre inocente, le comenta a la hermana Aloysius sus sospechas de que el padre Flynn presta demasiada atención a Donald, la superiora comienza una cruzada personal para sacar a la luz la verdad y expulsar a Flynn del colegio.

Si hay alguien capaz de interpretar a un presunto pedófilo y aún así hacer que nos caiga bien, ese es Hoffman. Naturalmente, el guión jugaba al despiste con su personaje, para que en ningún momento supiéramos si lo hizo o no. Excelente interpretación la que nos brindaba el estadounidense, en la que es una de sus mejores películas.

Un años después de que se publicara su aclamada novela Desayuno en Tiffanys, Truman Capote lee un artículo en The New York Times del 16 de noviembre de 1959, que relata un horrible suceso que había ocurrido el día anterior: habían asesinado a cuatro miembros de una adinerada familia granjera de Holcomb, Kansas. Impresionado por la cruel y atroz brutalidad del crimen, Truman vio inmediatamente el potencial que tenía la noticia y decidió escribir un impactante artículo sobre la repercusión del crimen en la comunidad.

El film fue nominado a 5 Oscar y solo consiguió llevarse uno. Como no podía ser de otra manera, Philip Seymour Hoffman se hacía con su primera y última estatuilla en la categoría de Mejor Actor. Se metió en la piel del célebre escritor, en la que, seguramente es la más famosa interpretación de toda su carrera. Merece la pena verlo trabajar.

Por medio de inimaginables coincidencias, la suerte y en ocasiones la propia intervención divina, nueve personas entrarán de forma irremisible en la vida de los otros y entrelazarán sus destinos creando un clímax inolvidable. Algunos pedirán perdón, otros escaparán. Unos arreglarán las peleas comprometidas, otros se pondrán en peligro.

A Paul Thomas Anderson le encantaba Hoffman, eso es un hecho. Esta era una de sus tantas colaboraciones con el director. A pesar de no tener un papel demasiado importante, el actor nos conquistaba con su bondad en un rol muy diferente a lo que solía interpretar.

Tom Ripley, un joven empleado de una empresa de servicios de Manhattan, pide prestada una chaqueta de Princeton para tocar el piano en una fiesta al aire libre. Cuando el rico propietario de la casa en la que se celebra la fiesta charla con él, Ripley le hace creer que es amigo y compañero de universidad de su hijo Dickie; entonces, el padre le ofrece a Tom 1.000 dólares si va a Italia y convence a Dickie, para que vuelva a casa. Al llegar a su destino Tom se queda fascinado con Dicky, un playboy que disfrutan al máximo la vida junto a su novia Marge Sherwood.

Estamos ante una de las muchas ocasiones que tuvo Hoffman para participar en películas realmente importantes que, como no podía ser de otra manera, el intérprete no desaprovechó. En esta ocasión, se posicionaba en contra del protagonista de la cinta, en un odioso papel en el que, como siempre, resultaba muy creíble.

Lancaster Dodd, un intelectual brillante y de fuertes convicciones, crea una organización religiosa que empieza a hacerse popular en Estados Unidos hacia 1952. Freddie Quell, un joven vagabundo, se convierte en su mano derecha. Sin embargo, cuando la secta triunfa y consigue atraer a numerosos y fervientes seguidores, a Freddie le surgirán dudas.

Tenemos entre manos la última participación que pudo hacer Philip Seymour Hoffman con Paul Thomas Anderson. Y, desde luego, valió la pena, porque fue nominado a un Oscar en la categoría de Mejor Actor de Reparto. ¿Quién mejor que Hoffman para ponerse en la piel de un carismático líder de secta?

Eddie es un joven que sueña con ser actor cuando le descubre Jaca Hormer, un director de cine porno que considera su trabajo como una forma de arte. Eddie se cambia el nombre por el de Dirk Diggier y se sumerge por completo en el estilo de vida y las relaciones de la industria del porno de los últimos años 70.

No se trataba de un papel demasiado grande, pero gracias a su segunda colaboración con Paul Thomas Anderson el actor comenzó a coleccionar nuevos roles en films cada vez más importantes. Hoffman participaba así en un extraño film que, poco a poco, se ha ido convirtiendo en película de culto. Y, aunque fuera pequeña, no hemos olvidado su interpretación.

A principios de los ochenta, un congresista americano aficionado a la diversión, una mujer de la alta sociedad de Houston defensora acérrima de las buenas causas y un agente de la CIA apasionado por los retos, conspiraron para llevar a cabo la mayor operación secreta de la historia.

Philip Seymour Hoffman tuvo la gran oportunidad de rodearse de un reparto de lujo, y participar en una película escrita por el afamado Aaron Sorkin. Por ello, se llevó otra nominación al Oscar, tras hacer un gran trabajo como un excéntrico agente de la CIA en un film con tintes políticos.