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CRÍTICA

'Remember': Venganzas obsesivas

Atom Egoyan vuelve a nuestra cartelera por la puerta grande, con un thriller magistralmente interpretado por Christopher Plummer. La consumación de una venganza nunca había sido tan difícil.

Por Daniel Lobato Fraile 5 de Marzo 2016 | 16:05

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Director interesante donde los haya, el canadiense Atom Egoyan (nacido en Egipto y de padres armenios) regresa a nuestra cartelera después de la fallida 'Condenados' (seguidamente estrenó 'Cautivos', pero en España contó solo con un estreno limitado) con 'Remember', cinta protagonizada por un magistral Christopher Plummer y que podríamos resumir hasta la simplificación absoluta como un cruce entre 'Arrugas' y 'Memento'. Original cuanto menos, ¿no creéis?

Christopher Plummer

Esta es una película de venganzas en diferido, una road movie de transporte público. Su protagonista, Zev Gutman, es un anciano octogenario y con demencia senil que se autoimpuso una delicada misión a llevar a cabo en el momento en que su mujer falleciera: Encontrar y asesinar al fugado nazi que mató a su familia cuando era un prisionero de Auschwitz.

Si bien la acción de la premisa no destaca por sí misma (no deja de ser la consumación de una venganza), el sujeto de la misma, sus particulares condiciones, dotan a esta de una fuerza innegable. Solo hay que imaginarse las dificultades con las que se debería encontrar el protagonista para cumplir con su cometido, temblores y achaques propios de la edad, una frágil memoria que podría jugarle malas pasadas en los momentos más inoportunos, una familia preocupada por su repentina "desaparición" de la residencia en la que lo tienen... El resultado es un relato cuyo héroe roza el absurdo. Christopher Plummer interpreta a un hombre ciertamente patético, pero su determinación y tesón para cumplir su palabra sea cual sea el obstáculo (incluso cuando este es él mismo) nos hace acompañarle hasta el final, con todas las consecuencias.

Habrá quien no entre al trapo y vea en Christopher Plummer un trabajo exagerado y casi caricaturesco. Pero eso sería quedarse en la superficie. Precisamente es en su trabajo físico donde mejor se percibe el contraste entre los deseos e ideales de un hombre que busca justicia para los suyos, y el inexorable paso del tiempo, que no distingue entre causas nobles o crímenes vergonzantes.

Christopher Plummer

También es reseñable la función descongestiva de este trabajo. La historia es muy oscura, de tintes muy perversos y obsesivos. Y estas dificultades cotidianas añadidas al personaje sirven para generar algunos momentos de comedia, de relajación para el espectador; pero eso sí, con un poso macabro importante. En este aspecto, es muy eficiente el trabajo de mantenimiento del tono. Este no se pierde o desvirtúa en ningún momento. Es un thriller puro y duro.

Jugando con los grandes

En los carteles promocionales de la película se puede leer la frase "Mantiene la tensión y el suspense como el mejor Alfred Hitchcock" y, si bien es cierto que no suelo ser muy amigo de estas afirmaciones publicitarias, en este caso no podría estar en mayor consonancia. Atom Egoyan no desmerece en absoluto al maestro del suspense e insufla de su personal estilo al guion de Benjamin August, primerizo en estas lides pero que a buen seguro, gracias a su buena recepción, no tardará en sumar nuevos proyectos (de hecho, otro veterano, Bruce Dern, está rodando un film de otro libreto suyo).

Trabajar con el thriller es complicado. El público está muy resabido y Hitchcock ya dejó bien definidas las reglas del género. Pero es a través de su personaje, como Egoyan logra sumergir al espectador en su historia y sorprenderle con los diferentes giros que plantea el guion. A este respecto destaca poderosamente una secuencia, que tiene lugar poco antes de que finalice el segundo acto, en la que Plummer y Dean Norris tienen un cara a cara sobresaliente, los personajes se van dando vida el uno al otro y la acción va mutando de forma según distintas emociones, pasando por ejemplo del terror puro a la comedia negra de forma muy fluida.

Atom Egoyan ha construido un thriller absorbente y perverso, de esos cuyo desenlace tampoco nos dejará indiferentes.

Nota: 8/10

Lo mejor: La actuación de Christopher Plummer.

Lo peor: Que no todo el mundo entre al trapo.