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CRÍTICA

'Objetivo: Londres': Acción sin control y sin fundamento

'Objetivo: Londres' es una cinta de acción sin pausas durante sus 99 minutos de duración y en la que todo lo demás no importa o importa muy poco.

Por Rubén Omar Mendoza del Olmo 6 de Abril 2016 | 16:48

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¿Propone algo nuevo 'Objetivo: Londres'? No. ¿Propone lo de siempre de mejor manera? Tampoco. ¿Qué ofrece entonces 'Objetivo: Londres'? Lo de siempre y de una forma no muy conseguida.

Si eres un fanático de la acción y quieres ver 99 minutos de disparos sin justificación has dado con la película perfecta. Porque trama, lo que se dice trama, es lo que menos tiene la película. Los responsables de la película lo saben y no les importa. Tiros y más tiros y, de vez en cuando, sacan a uno de los mandamases que miran todos los sucesos desde su despacho para decir una frase que lo explica todo. ¿Para qué más?

Pongámonos un poco en situación. El ejército estadounidense bombardea el campamento en Pakistán de Aamir Barkawi (Alon Abutbul), acusado de vender armas. Justo deciden llevar a cabo la operación cuando se celebra la boda de su hija y todo el recinto está lleno de gente. Dos años después, los bombardeados deciden vengarse y en esta ocasión la venganza realmente es terrible.

Gerard Butler y Aaron Eckhart en 'Objetivo: Londres'

Intentando dejar a un lado las cuestiones morales que pueden surgir al ver que los estadounidenses son buenos por bombardear un campamento en el que hay gente de todo tipo celebrando una boda pero Barkawi es malísimo por hacer algo parecido (en esta ocasión, multiplicado unas cuantas veces), hay muchas cosas que no funcionan en 'Objetivo: Londres'. A pesar de ser una historia de venganza, el malo malísimo aparece en un par de ocasiones y no presenta ninguna complejidad. No sabemos gran cosa de él y realmente cuesta mucho trabajo creer que ha podido preparar lo que sucede en la capital del Reino Unido.

Y es que si en los sucesos que hemos vivido recientemente en Europa la característica principal es que han sido comandos de pocas personas que normalmente han realizado actos suicidas, lo que ocurre en la película es todo lo contrario. Un ataque con gente infiltrada dentro de las instituciones de defensa con agentes repartidos por todos lados. ¿Cómo es esto posible? Obviamente, porque los servicios de seguridad de los países son patéticos. De todos lo países menos de Estados Unidos, eso está claro. El patriotismo exacerbado de Mike Banning (Gerard Butler) y del presidente Asher (Aaron Eckhart) acaba por volverse en su contra y termina por producir deseos de que alguien les calle de una vez.

Cuando el vicepresidente del Reino Unido muere, los mandatarios de todos los países tienen que acudir a Londres al funeral de estado. Se encienden las alertas: todos los líderes reunidos sin tiempo para preparar los protocolos de seguridad. Para colmo, a Banning le pillan de nuevo en mal momento. Si en 'Objetivo: La Casa Blanca' acababa de dejar el Servicio Secreto, ahora, justo cuando va a volver a dejarlo, tiene que aceptar una última misión: proteger al Presidente en su viaje a Londres. Banning es él único que puede hacerlo. Queda claro que los encargados de los otros países son incompetentes, y sus líderes también. Los alemanes exponen a su lideresa, el líder "berlusconizado" italiano se escapa para encontrarse con una "velina" mucho más joven que él, y otros tantos ejemplos de ineptitud se suceden. ¿Cómo hubiesen retratado al servicio secreto español? Por desgracia nos quedamos sin saber si se hubiese colado algún Pequeño Nicolás por ahí.

Los terroristas, a pesar de haber planeado una operación tan conseguida, tampoco se puede decir que sean grandes profesionales. Si dos hombres se pueden enfrentar a cientos y cientos de hombres armados hasta los dientes, es que realmente no son muy buenos en su misión de matar. Para colmo, sus motivaciones tampoco parecen muy fundamentadas. Ver a Barkawi insultar a occidente por sus centros comerciales utilizando para ello un Skype con el último modelo de portátil de Apple es un tanto desconcertante.

Los actores y la acción, al rescate

 explosión big ben en objetivo: londres

No todo es malo en 'Objetivo: Londres'. Un par de circunstancias pueden salvar la película y hacer que sea apetecible para los más fanáticos de la acción pura y dura. Los actores se muestran realmente efectivos para lo que pide la película. Esto no es otra cosa que entrecerrar los ojos para aumentar el nivel de intensidad, y decir con seguridad las frases heroicas y chulescas de las que está plagado el film. A Gerard Butler se le ve en su salsa. La acción fluye por sus venas lo que hace que imprima a las escenas una naturalidad digna de elogio. Y Aaron Eckhart no se queda atrás en su transformación de "presidente blandito" a "presidente justiciero".

'Objetivo: Londres' es, en definitiva, una cinta de acción pura y parece que en ello se ha centrado todo su esfuerzo. Si en 'Objetivo: La Casa Blanca' los efectos no terminaban por estar del todo logrados, en esta ocasión las explosiones y demás sucesos espectaculares han adquirido una imagen más realista. Además, las escenas de acción están coreografiadas brillantemente y van aumentando de nivel según pasan los momentos. Aunque en este aspecto también flojea. En el momento clave de la película se acaba esta espectacularidad y nos regala un clímax totalmente descafeinado, aunque se intenta arreglar inmediatamente. Esto no lo soluciona: lo importante no es hacer la explosión más grande sino que aquello explote de la forma más adecuada en el momento más adecuado.

Nota: 5/10

Lo mejor: Las escenas de acción pueden hacer las delicias de los amantes del género.

Lo peor: Una trama premeditadamente inexistente.