å

CRÍTICA

'No respires': aprieta, pero no ahoga

Fede Álvarez ('Evil Dead') dirige su segundo largometraje, un thriller terrorífico con varios aciertos y un gran fallo: su mediocre guion.

Por Javier Pérez Martín 31 de Agosto 2016 | 13:05

Comparte:

Ver comentarios (2)

Como talento emergente del terror comercial, Fede Álvarez no puede negar que ha tenido suerte. Dirigió un cortometraje que encantó a Sam Raimi, quien confió en él a ciegas para escribir y dirigir el remake de 'Posesión infernal'.

Por suerte para ambos, y para el público, salió bien. 'Posesión infernal (Evil Dead)' es uno de los remakes más interesantes de los últimos años, en cuanto a que cumplía su función como entretenimiento palomero y era potente visualmente.

'No respires'

Tras un debut exitoso en todos los sentidos (en taquilla, convirtió los 17 millones de dólares invertidos en casi 100 millones recaudados), Álvarez ha pasado a dirigir 'No respires', un thriller original, de menor presupuesto (casi 10 millones) y con menos presión. Aun así, las expectativas eran altas cuando supimos que el director de aquella prometedora ópera prima se zambullía en un concepto así.

La premisa es muy simple: tres ladrones de poca monta, acostumbrados a allanar casas vacías y salir con el botín sin ser descubiertos, se atreven con una misión algo más difícil. Intentarán robarle una fortuna a un solitario hombre ciego, veterano de guerra, único habitante de un ruinoso barrio fantasma que jamás abandona su domicilio. ¿Qué podría salir mal?

'No respires'

Lo que tenía 'Evil Dead' es la frescura y la soltura de alguien que adora el género y tiene ideas atrevidas mientras que aporta a los recursos de siempre algo de personalidad y enjundia. De ahí que un proyecto así necesitara estar en manos de Fede Álvarez. El problema viene cuando el director uruguayo se apoya en un guion tan mediocre como el que ha co-escrito con Rodo Sayagues.

Decimos mediocre sin acritud: el libreto de 'No respires' carece de mayores virtudes porque no aspira a tenerlas. Tópicos y clichés se mezclan con agujeros de guion (nunca demasiado dolorosos, aunque esto es siempre subjetivo) para impulsar la historia de situación de tensión en situación de tensión. Álvarez se centra en lo que mejor sabe hacer: dirigir escenas de terror. Actores, personajes y giros de guion están ahí para servir esta necesidad, junto con la música (de Roque Baños, por cierto) o la fotografía del experto en terror Pedro Luque, también uruguayo y colega de Álvarez en proyectos pasados.

'No respires'

La trama se quema demasiado pronto, eso sí, y las excusas para meter a estos personajes en bretes terroríficos van siendo cada vez más débiles. Algunas de las secuencias del último tercio son inverosímiles sin ningún tipo de complejos, aunque esta parte también contiene secuencias muy inspiradas. Atentos al momento en el que Fede Álvarez aprovecha la total falta de iluminación, le da por sí solo justificación al concepto central del filme.

Una bestia ciega

Stephen Lang en 'No respires'

Lo que nos lleva a lo mejor de 'No respires': el villano. Cuando aparecen los créditos finales, a uno no le sorprende que Stephen Lang sea el primer nombre en aparecer: su interpretación del Hombre Ciego es terrorífica, es física y visceral y es lo que permanece en la retina cuando todo ha acabado.

Con poco maquillaje y sin recurrir a efectos digitales ni prótesis, Lang causa tensión, pavor e incomodidad siempre que aparece en escena. Su construcción del personaje se mueve entre el espectro desquiciado y la bestia rabiosa y solitaria. Es probable que este "monstruo" fuera la razón principal por la que Álvarez se embarcó en 'No respires'; sea como sea, es el mayor acierto de una cinta disfrutable, entretenida, que funciona pero que sin duda olvidaremos en unos días.

Para el recuerdo queda, eso sí, el momento más desvergonzado del metraje, causa de risas y aplausos. El de cierto recipiente lleno de ciertos fluidos. Algo fuera de tono, pero memorable a todas luces.

Nota: 6

Lo mejor: El Hombre Ciego, probablemente uno de los "monstruos" del año

Lo peor: El buen hacer del realizador y la tensión se pierden entre la mediocridad del guion y su falta de verosimilitud

Películas
Rostros