'Westworld' cierra su primera temporada completando el puzzle

La primera temporada de 'Westworld' ha sido como un laberinto. Es la comparación más obvia: algunos de sus personajes se han tirado un puñado de episodios dando vueltas para encontrar la entrada al laberinto, "el juego final" en un parque de atracciones en el que las personas pueden hacer lo que quieran con los androides que lo habitan. ¿Cualquier cosa? Así es. ¿Cuáles son las dos prácticas más habituales? Lo habéis adivinado: el sexo y la violencia. Porque esto es HBO, la casa del eros y el pathos.

Con la emisión del último episodio, 'The Bicameral Mind', ya disponible en HBO España, el matrimonio formado por Jonathan Nolan (guionista de la trilogía de Batman de su hermano Christopher) y Lisa Joy (guionista de 'Criando malvas') da un buen cierre a una tanda de 10 episodios que ha resultado interesante y entretenida, pero por momentos confusa y frustrante. Huelga decir que lo que sigue estará plagado de spoilers de toda la temporada.

Después de verla, no es de extrañar que 'Westworld' se las viera y se las deseara para llegar a emitirse. Nolan y Joy han vendido aquel famoso alto en la producción como una bendición, y es probable que lo fuera. Según ellos, tuvieron que parar para recalibrar y terminar de darle forma a un proyecto complejo y ambicioso. Suena creíble, pero también hay que tener en cuenta la presión de una cadena que ha tenido problemas con sus producciones originales durante los últimos años, y ve cómo su producto más exitoso, 'Juego de Tronos', llega a su fin.

Había mucha carne en el asador, pero HBO ha quedado satisfecha. Unos 12 millones de espectadores de media han visto esta primera temporada, algo que la cadena determina como el mejor dato de media de la historia para un estreno. El Sindicato de Guionistas ya la ha nominado a mejor nueva serie del año. No solo eso, sino que 'Westworld' ha tenido un intenso seguimiento por parte de los medios digitales, y ha suscitado conversaciones y teorías en redes sociales y foros como Reddit, en los que fans discutían hipótesis semana a semana tras la emisión del domingo por la noche.

A ello ha ayudado, precisamente, la "laberíntica" estructura. Esa misma que para algunos era fresca, magnética, hipnótica, misteriosa, para otros era solo una manera de ocultar la falta de contenido: con elipsis, escenas y diálogos ambiguos, sueños que no lo eran, recuerdos que parecían estar ocurriendo en el presente, planos descontextualizados y mantras recurrentes, 'Westworld' llenó nueve horas de preguntas y sugerencias. ¿Quién es el hombre de negro y qué es lo que quiere? ¿Qué pasó con Arnold, el cocreador del parque y los androides? ¿Dónde está Wyatt, ese villano invisible y omnipresente? ¿Qué es ese laberinto que busca el Hombre de Negro? ¿Por qué algunos androides, o huéspedes del parque, están empezando a recordar y ser conscientes de su naturaleza? Los misterios se acumulaban y no fueron pocos los que empezaron a temerse que Nolan y Joy se estuvieran marcando "un 'Perdidos'" (la productora de 'Westworld', por cierto, es Bad Robot, la de J.J. Abrams, el principal responsable de aquella mítica serie).

La season finale ha acallado esos temores con hora y media de respuestas y una resolución cargada de acción, sexo y sangre, todo lo que piden los espectadores de la era de 'Juego de Tronos' y 'The Walking Dead'.

¿Recuerdan los androides a las ovejas mecánicas?

Algunas de las respuestas eran más o menos previsibles. La teoría de que William (Jimmi Simpson), el bonachón visitante del parque que ayudaba a Dolores (Evan Rachel Wood), era en realidad el Hombre de Negro (Ed Harris), llevaba circulando semanas por Internet. Se confirma que lo que estábamos viendo eran diferentes líneas temporales, mezcladas sin distinción, y que Dolores ya hizo el viaje en busca del "laberinto" hace 30 años.

El laberinto en sí mismo es algo más problemático, y quizá no satisfaga a todos los espectadores. La decepción la comparte el personaje de Harris al descubrir que no es más que un juego estúpido enterrado en la arena. Pero, como casi todo en 'Westworld', el laberinto es en realidad un símbolo, una metáfora, que usó el propio Arnold (Jeffrey Wright) para explicarle a Dolores algo muy importante: su consciencia. "Creía que la consciencia era una pirámide", le explica Arnold a Dolores, "pero me di cuenta de que era un laberinto. Un viaje hacia dentro. Cada decisión podría llevarte a su centro, o alejarte a los bordes. A la locura".

Mientras que a algunos fans esta respuesta les puede parecer decepcionante, creo que es uno de los mayores aciertos de 'Westworld'. Esta es una serie compleja, llena de ideas sobre la voluntad, la memoria, la moralidad, el luto. Y es de celebrar que se atreva a dar importancia a las metáforas, los símiles, los recursos literarios que han quedado relegados al olvido en la televisión más mayoritaria, fagocitada por un fandom de reacciones rápidas, respuestas simples y reflexión escasa. Por eso, mientras que el discurso generalizado es que esta serie podría ser el gran relevo de 'Juego de Tronos' que HBO necesita, veo muy difícil que sea así. 'Westworld' es más compleja, más introspectiva, más innovadora. No tiene la fuerza bruta y la capacidad de adicción de los Siete Reinos, porque es más difícil de digerir. Difícilmente un producto como este podrá convertirse en un fenómeno de la magnitud de 'The Walking Dead', por ejemplo.

Y no porque sea peor, de hecho carece de algunas de las mayores debilidades de aquellas dos. 'Juego de Tronos' es adicta a los giros que derrumban el status quo, un recurso que ha llegado incluso a agotarse durante las últimas temporadas. Por su parte, el drama de zombis de AMC confunde ambigüedad y fondo con el más absoluto vacío narrativo.

Tampoco es mejor, de hecho esta primera temporada está muy lejos de ser perfecta. A pesar de contar con momentos, ideas y tramas muy interesantes, la han lastrado varias cosas. En primer lugar, la dichosa estructura. Una decisión que se puede excusar con la forma de vivir los recuerdos que tienen los huéspedes: Nolan y Joy nos han introducido en las mentes de estos androides hasta las últimas consecuencias. El riesgo que han corrido es que, al no enterarnos de demasiado, nos aburriéramos por el camino. El último episodio ha aclarado gran parte de ese enmarañado de líneas temporales, y además ha terminado con un gran clímax: liberada por su propio creador, Robert Ford (Anthony Hopkins), Dolores le asesina delante de los accionistas del parque y, masacre mediante, inicia una revolución.

Ante un episodio tan cargado de respuestas y giros, hay esperanza para una segunda temporada mejor, pero Nolan y Joy deben ser conscientes de qué es lo que ha fallado. 'Westworld' ha tenido muy poco de lo que toda buena historia tiene al fin y al cabo: buenos personajes y complejas relaciones entre ellos. Nos hemos podido enamorar de Maeve (mucho, en mi caso), de Dolores (por cierto, las mujeres siguen siendo las reinas en la nueva HBO post Daenerys, Sansa y Cersei, y lejos queda la fascinación por el "pobre" hombre blanco de mediana edad que 'Los Soprano' difundió por la televisión de la última década). Pero la narración ha estado muy lastrada por la falta de motivación que tienen los huéspedes (su interés residía más bien en si realmente podrían llegar a tener motivación o no en algún momento) y la falta de información que teníamos sobre las motivaciones de los humanos, en búsqueda de una narrativa confusa y obscura que enganchara al espectador (en mi caso, casi consigue lo contrario).

También ha habido muchos diálogos redundantes, de esos que abundan en los malos thrillers, en los que el villano divaga sobre sus propósitos y planes, dándole el tiempo necesario al héroe para salvar la situación. "Enseña más, cuenta menos, ¿no es eso lo que siempre decís los escritores?", le espetaba Charlotte a Lee Sizemore en un episodio anterior. Ese consejo no se lo han aplicado a sí mismos Nolan y Joy.

Un preludio para lo que viene

Los creadores han comentado que el propósito de esta primera temporada es sentar las bases del universo para contar la verdadera historia durante los próximos años. Lo que hemos visto es a los huéspedes matando a su "dios". "No podéis o no habéis querido cambiar, al fin y al cabo sois solo humanos", les decía Ford en su impresionante discurso de despedida a los hombres y mujeres invitados al parque. ¿Podrán cambiar los huéspedes, serán mejores que los seres humanos? Cabe esperar que no, porque ya sabemos, esto es HBO. Alegrías va a haber las justas.

Hay muchas líneas abiertas y posibles caminos a seguir: hay como mínimo otro parque temático, este centrado en el mundo de los samuráis, está la trama de la hija de Maeve (maravillosa Thandie Newton), la revolución de los huéspedes y su posterior salida al mundo real (o no), el incierto futuro de humanos como William, Ashley (Luke Hemsworth) e incluso la desaparecida Elsie (Shannon Woodward). Y aún no sabemos si lo que están haciendo Maeve, Dolores y los demás es por decisión propia o simplemente está escrito en su nuevo código por parte de Ford. ¿Serán libres realmente estos androides algún día? ¿Lo es alguien, en realidad?

Nolan y Joy están trabajando sin prisa pero sin pausa en la segunda temporada, que no llegará hasta 2018. Quieren tener absoluto control sobre el guion, la dirección y el montaje, en un proceso dividido por fases más parecido al del cine que al de la televisión. Dicen tener muchas ideas y apuntan que la nueva historia creada por Ford se caracterizará por el "caos", que lo guiará todo. Con suerte, invertirán algo más de tiempo y esfuerzo en los personajes, el corazón de todo relato, para que 'Westworld' pueda convertirse finalmente en la gran serie que podría ser.