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CRÍTICA

'Comanchería': Atracos de la vieja escuela

El nuevo trabajo de David Mackenzie desprende un atractivo olor a clásico, que nos mantiene atentos en todo momento a su elaborada trama.

Por Alejandro Rodera Herrero 30 de Diciembre 2016 | 10:31

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Mientras que las grandes producciones tratan de funcionar gracias a un descompensado e irregular motor, el cine independiente suple la falta de recursos con un valioso corazón creativo. En ese ámbito en el que se permiten los experimentos y la transversalidad de géneros, un director puede expresar su voz con verdadera identidad. En el caso de David MacKenzie, si algo ha demostrado a lo largo de su carrera en el terreno independiente, ha sido su inquietud por no estancarse en las mismas estructuras. Tal es la diversidad de sus trabajos que en un reducido margen de tiempo estrenó un romance musical como 'Rock'n Love' y un intenso drama carcelario como 'Convicto (Starred Up)'. Normalmente, ofrece un cine que no se excede en número de personajes y escenarios, sino que se centra en explotar los elementos de los que dispone. 'Comanchería' es su último trabajo, y ha superado las expectativas con este sobrio drama criminal.

'Comanchería'

Sus protagonistas son Toby y Tanner, dos hermanos texanos que se embarcan en una ruta de atracos para poder ejecutar las deudas que asolan al rancho familiar. En contraposición a ellos nos encontramos con el cuerpo de policía, representado por un majestuoso Jeff Bridges, que pone en peligro la misión de Chris Pine y Ben Foster. La tensión está presente desde la primera secuencia, que retrata uno de los atracos. Desde esa apertura se asienta la complicidad de los hermanos, sus intenciones y objetivos y la necesidad de cumplirlos. Además, el interesante guion escrito por Taylor Sheridan acierta a la hora de plantear un dilema moral al espectador con la odisea de los dos protagonistas, marcados por los estragos de la crisis y la despiadada actuación de las entidades bancarias. No es solo una cinta vertebrada por atracos, sino que transmite un inconformista mensaje que rechaza la pasividad frente a las situaciones adversas.

Mackenzie plasma la atmósfera texana apoyado por el espectacular trabajo del trío protagonista, destacando sobre todo la excelente química que surge de los choques entre los hermanos. Las convenciones están ahí, ya que estamos ante una película que no transgrede ninguna regla, pero que hace un uso perfecto de todas ellas. La manipulación manifiesta no hace acto de presencia en ningún momento, ni siquiera en los más dramáticos, donde suele sucumbir la mayoría de cineastas efectistas. En cambio, Mackenzie prescinde de la adrenalina de saldo para ceder el protagonismo a unos personajes realmente atractivos, que no necesitan de palabras grandilocuentes para ser comprendidos con facilidad. El ritmo conseguido es el ideal para mantener el interés en las pausadas revelaciones y en el avance de la investigación policial, culminando con un tercer acto que respeta la idiosincrasia de los tres personajes que dotan de vida al film.

Fotograma de 'Comanchería'

Del saloon al bar de carretera

Los géneros evolucionan a la par que lo hace la sociedad y las costumbres, pero siempre hay algunos que quedan rezagados debido a su asociación directa con un espacio o tiempo determinados. En el caso del western, los áridos pueblos con su saloon y espuelas en los zapatos han sido la ambientación inherente a algunas de las mejores películas de la historia, pero ha costado revitalizar esa imagen que poco tiene que ver con una realidad más urbanizada. Mackenzie y Sheridan no han rechazado ese estilo, reflejando las pequeñas ciudades del inmenso estado de Texas con una dorada mirada de western, cambiando los caballos por coches, sin perder la fraternidad y los valores propios de ese reconocible ambiente. El personaje de Bridges es el que más se puede enmarcar en esa tradición de sheriffs implacables y entrañables al mismo tiempo, en busca de los escurridizos "forajidos".

'Comanchería' lidia con la vida y la muerte, con la responsabilidad familiar y laboral, con un mundo en el que los humanos se ven enfrentados por situaciones tan casuales como causales. Todos tienen un objetivo que cumplir, y sus caminos se cruzan irremediablemente debido a esas responsabilidades. No hay héroes y villanos, hay personas que harán todo lo posible por alcanzar esa meta respetándose a sí mismos y, lo más importante, al espectador.

Nota: 7,5

Lo mejor: El viaje con los dos hermanos por las profundidades de Texas, motivado por una realidad social de la que todos somos partícipes y víctimas.

Lo peor: El temple puede hastiar a quien no se adentre en el conflicto de los protagonistas desde el comienzo.

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