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CRÍTICA

'Z, La ciudad perdida': La monumental epopeya espiritual de James Gray

Crítica de 'Z, La ciudad perdida', la película de James Gray protagonizada por Charlie Hunnam y Robert Pattinson. En cines a partir del 5 de mayo.

Por Javier Parra González 5 de Mayo 2017 | 10:30

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Del mismo modo en el que el status quo del hombre cambió durante de la época de los descubrimientos, por lo que a la concepción del mundo que le rodeaba se refiere, la visión eurocentrista del mismo logró empezar a cambiar gracias a esos viajes de exploración. A menudo fortuitos, las expediciones derivadas de largas travesías acabaron acercando toda una serie de lugares inhóspitos a la cultura occidental. Desde los viajes de Cristóbal Colón a la primera navegación a través del Pacífico por parte de Magallanes, hasta la expedición de Lewis & Clark, todas ellas supusieron hitos en cuanto al estudio de las cartografía y las ciencias naturales.

Charlie Hunnam The lost city of Z

Pero si hay algo que ha estado presente desde tiempos inmemoriales en todos esos viajes exploratorios, ha sido la búsqueda de un paraíso terrenal. Tierras repletas de oro y riqueza, la Atlántida o El Dorado han visto cambiar su lugar en el mundo conforme han ido pasando los años. Es aquí donde se ubica el germen de la aventura de Percy Fawcett, el explorador británico en cuya biografía se basa James Gray para llevar a cabo 'Z, La Ciudad Perdida'.

Presentado en el New York Film Fest de 2016, y tras su paso por la 67ª Berlinale, el sexto largometraje de Gray toma como principal fuente de inspiración 'The Lost City of Z', novela escrita por el reportero del The New Yorker David Grann, la cual vio la luz en 2009 y que se basaba en las historias que se habían transmitido vía oral durante generaciones en la tribu kalapalo, grupo nativo al sureste del Amazonas brasileño, las cuales contaban que Fawcett se había hospedado con ellos décadas atrás y había desaparecido tras ir a la búsqueda de la ciudad de Z, la cual podría estar asociada al complejo arqueológico de Kuhikugu.

Robert Pattinson The lost city of Z

Tal y como sucede en la historia real, y sin querer sentar cátedra en cuanto a las teorías que se han ido estableciendo sobre cuál pudo ser el paradero Percy Fawcett y los suyos (dados por desaparecidos en el río Xingu en 1925), James Gray compone con 'Z, la ciudad perdida' una historia de orgullo y pasión, donde la búsqueda de una quimera es lo que compone todos los engranajes de un film con tintes biográficos, donde Charlie Hunnam y Robert Pattinson se entregan en cuerpo y alma interpretando al coronel Percy Fawcett y su fiel aliado, el cartógrafo Henry Costin.

Tomando el género de aventuras como el eje principal del film, Gray construye con pasmosa ejemplaridad la biografía de un hombre que se convirtió en leyenda. El director de 'La otra cara del crimen', 'La noche es nuestra' y 'El sueño de Ellis', convierte su sexto largometraje en el más redondo de su carrera, dejando a un lado la senda del thriller con la que se dio a conocer, y explorando nuevos caminos en los que plasmar a personajes al límite, desgarrados y complejos, algo que ha venido reflejando a lo largo de su filmografía y que ya dejó patente en sus dos anteriores trabajos.

The lost city of Z

Digna de ser comparada con lo mejor del mismísimo Werner Herzog, 'Z, la Ciudad Perdida' refleja a la perfección lo que vendría a ser una epopeya espiritual, algo que Martin Scorsese también ha cosechado recientemente con su 'Silencio', y que comparte además ciertas semejanzas con 'El nuevo mundo' de Terrence Malick. Y es que si algo se le puede agradecer al film de Gray, es la exquisita representación del otro (el indígena) y el conflicto interno surgido en la figura de esos nuevos colonizadores que, a principios del siglo XX, dejaron atrás cualquier tipo de prejuicio y se entregaron por completo a una causa.

Una joya dispuesta a perdurar en el tiempo y, seguramente, el mejor título de aventuras que podamos ver este año.

Nota: 8

Lo mejor: Hunnam y la introspección de su personaje.

Lo peor: El tono aparentemente episódico le resta fuerza al conjunto.