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CRÍTICA

'Me casé con un boludo': Cuando todo es actuar

Juan Taratuto dirige 'Me casé con un boludo'. Recupera el equipo de 'Un novio para mi mujer' con Adrián Suar y Valeria Bertuccelli.

Por Alberto Hernando Asensio 26 de Mayo 2017 | 10:22

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"¿Cuál es el problema, si todo el mundo actúa en la vida?", pregunta un personaje de 'Me casé con un boludo'. Es guionista, y ha escrito el personaje con que Fabián Brando enamoró a Flor. Fabián (Adrián Suar) y Flor (Valeria Bertuccelli) son dos actores en extremos opuestos del éxito que se conocen en un plató y acaban en el altar antes de poder terminar el rodaje o comenzar un noviazgo. Pero cuando Flor descubra que en realidad se había enamorado del personaje y su novio es un "boludo irremediable" y Fabián se entere, éste volverá a interpretar al personaje fuera de la pantalla para recuperarla.

Cuando todo es actuar se vuelve complicado distinguir entre la imagen y la realidad, o entre el personaje ante la cámara y eso que llamamos "yo". Y ahora que está tan de moda eso de la posverdad, lo público y lo privado se confunden y todos tenemos más imágenes y datos en la red que si nos siguieran tantas cámaras como a Fabián Brando, es fácil conectar con los personajes de "Me casé con un boludo". Así que su vuelta de tuerca a la clásica comedia de enredos, enredando también la ficción con la realidad, sienta como agua de mayo en estas fechas.

Adrián Suar y Valeria Bertuccelli se casan en 'Me casé con un boludo'

Nada más lógico para la película que empezar como una historia de cine dentro del cine, donde la actuación es profesión y hay una claqueta que distingue cuándo actuar y cuándo no. Pero todavía más lógico que el actor se convierta en el personaje, la actriz se enamore de su interpretación y esa dinámica salga del plató y se convierta en motor cómico de toda la película. Al fin y al cabo, el mundo es un gran teatro y vivimos en la sociedad del espectáculo. De modo que durante sus tres tercios (cada uno con sus puntos de inflexión como manda el manual del buen guionista) la película funciona interrumpiendo y contrastando los distintos niveles de ficción dentro de la ficción, es decir, las actuaciones de los personajes con sus motivaciones reales. Porque todo es actuar, pero 'Me case con un boludo' no renuncia a distinguir el rostro de la máscara. Un ejemplo:

Fabián y Flor han vuelto de luna de miel. Está enamoradísimo, cuenta Fabián a un periodista al teléfono. Tiene unas ganas locas de trabajar y hacer planes con ella, le dice a Flor. Pero sus amigos le esperan en el salón con la consola, Fabián sale del cuarto y automáticamente apaga la luz al salir. Entonces: primer plano y vemos la cara de Flor en el cuarto a oscuras mientras Fabián juega a la consola.

Adrián Suar y Valeria Bertuccelli en la cama en 'Me casé con un boludo'

'Me casé con un boludo' contrapone sus distintos niveles con naturalidad. Excepto alguna salida de tono al final, exagera en la justa medida para diferenciar cuándo los actores fingen y cuándo no sin sacar al espectador de la pantalla; extrae la ironía y el gag con el trabajo del punto de vista y el contraste entre lo que los personajes saben y lo que el público conoce; enfrenta a la acción dentro del plano con otros materiales, como la música, con los que desenmascararla; y por lo general consigue lo que busca. Como cuando suena una música a lo pantera rosa sobre las afectadas muestras de altruismo de Fabián y los intentos de Flor de ponerlo en evidencia en una cena. La gracia de la película, y durante los primeros dos tercios funciona como un reloj, está en estos desenmascaramientos. En cómo revela sin complicarse la vida ni molestar a nadie las pequeñas (y no tanto) debilidades, actuaciones y mentiras del día a día. Porque en el fondo, toda pareja lo sabe, en la vida hay que actuar un poco y dar al otro lo que quiere o nos habríamos matado hace rato. Lo importante, piensa uno tras ver la película, es ser consciente de esta interpretación y no estar ciego a las diferencias entre la ficción y la realidad.

Y así llegamos a un último tercio en el que caen las máscaras y todo se encauza felizmente. El resultado puede parecer forzado e incluso ciego al ridículo en algún momento, pero había que llegar a las confesiones de los personajes, al clímax y a la frase: "quiero que sepas mi verdad...". Por que todo el film se dirige a esa revelación, a la confianza en un amor sincero, una verdad y el descubrimiento de Fabián de quién es él realmente.

Y aunque todo en 'Me casé con un boludo' quede en la sala de cine y no tenga mayor recorrido, para los que añoramos las certezas bajo las imágenes y la posverdad nos vuelve algo neuróticos, puede resultar un gran alivio que la premisa de la película huya del cinismo y vuelva a los relajantes y complacientes espacios comunes de la comedia romántica convencional.

Valeria Bertuccelli ciega en 'Me casé con un boludo'

Un equipo de éxito

El original título de 'Me casé con un boludo' recupera el espíritu y el equipo de 'Un novio para mi mujer'. Como en aquella película de 2008, Juan Taratuto ha dirigido a los actores Adrián Suar y Valeria Bertuccelli en una comedia romántica escrita por el guionista Pablo Solarz. El resultado ha vuelto a ser una película correcta y agradable que ha sido todo un éxito en taquilla argentina.

Nota: 6

Lo mejor: El ritmo y la diversión de los dos primeros tercios. Su premisa de partida.

Lo peor: Una resolución forzada y muy convencional.

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