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CRÍTICA

'Verano 1993': "¿Y tú?, ¿por qué no estás llorando?"

Al perder a su madre y quedarse huérfana, Frida aterrizará en el seno de una nueva familia. Al lado de sus tíos, la insolente Frida será víctima y verdugo del duelo.

Por Sandra Sánchez Guerra 30 de Junio 2017 | 10:03

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Los interrogantes marcan el tempo de Frida en 'Verano 1993', que arranca con una pregunta directa a ahondar en la herida de su corazón incierto: "¿Y tú por qué no estás llorando?", le espetan. Es casi de obligatoriedad rebotar la pregunta a nosotros mismos cuando nos levantemos de la butaca para ensalzar en primer lugar lo que Carla Simón ha conseguido al frente de una historia tan vitalista envuelta, sin embargo, en la denominación de drama.

El tono del debut cinematográfico de Carla Simón, Biznaga de Oro en el Festival de Málaga y premio a la Mejor Opera Prima en la pasada Berlinale, es de una insolencia admirable. Con una trama en la que podría brotar la lágrima en cualquier momento, la directora hace hincapié en un recorrido emocional que nace de la sombra y el conflicto interior de una niña ante el miedo y que te provoca, en la mayoría de escenas, una sonrisa.

 'Verano 1993'

El primer mérito de Simón es ese, darle al espectador un drama con luz propia y recovecos profundos; una ilusión, una víctima y un verdugo fundamentados en un personaje tan bien construido, desarrollado y dirigido como el que interpreta Laia Artigas. Conseguir que te brillen los ojos de una forma diferente a un drama al uso, ser más bien tragicomedia y hacer que identificarse con una niña de apenas seis años hable tan sabiamente de la vida y la muerte, del dolor y de la pérdida.

La historia es cruda, pero libre de vicios dramáticos que busquen hacer herida sin justificación y, también, libre de edulcorantes, naturalista. Cuando Frida (Laia Artigas) se queda huérfana de padre y madre, tras la muerte de su progenitora a causa del Sida, empezará de cero en el seno de una nueva familia, la formada por sus tíos, Marga (Bruna Cusí), Esteve (David Verdaguer) y su prima Anna (Paula Robles), a los que rechazará y exigirá que la quieran a partes iguales. En un segundo plano, la enfermedad que ha acabado con la vida de sus padres y que planea sobre su cabeza como una nube negra invisible para ella pero no para el resto.

Lo que esconde la pulsión

Carla Simón ha partido de sus vivencias personales para crear a Frida, la niña que en 'Verano 1993' perdió a su madre a causa del Sida como ella ya hiciera hace 24 años. Ha plasmado en parte los miedos peliculeros que tuvo al iniciarse en una nueva familia, ha dejado la marca del padrenuestro que su abuela le mandaba rezar por las noches. Pero esa es otra historia, un estío distinto, porque aquí Laia Artigas, Paula Robles, Bruna Cusí y David Verdaguer son otra familia, tan creíble y seductora que rompen con la línea que un tiro de cámara puede dividir la realidad de la ficción. Siendo, además, los personajes femeninos en los que reside la pulsión y la fuerza del relato, con el condicionante para el resultado final en pantalla que podría haber sido tener en factura a dos niñas tan pequeñas.

 'Verano 1993'

Al contrario, Laia Artigas es el gran descubrimiento de esta cinta. Su mirada abarca las dudas infinitas que puede tener una niña de su edad, acrecentadas por el trance de pasar de la ciudad al campo y de "ser de una nueva mamá". Artigas retrata a la perfección el atrevimiento con el que Carla Simón busca provocar al espectador, así como ofrece sus ojos como puerta de entrada a una lectura de muchos matices. Desafiante, manipuladora, frágil, cruel, tierna y decidida; la cara y la cruz de una Frida con sentimientos encontrados y un mundo oculto y vedado para ella. Es pura fantasía verla dominar la escena y jugar de una forma tan madura desenvolviéndose ante una cámara que parece inexistente.

Para mayor referencia, hay una escena en la que la pequeña actriz, en medio de un rato de esparcimiento con su prima en el filme, hace uso de la melancolía de su vida pasada para generar una complicidad enternecedora con el espectador. Otro aplauso para el guión compuesto por Carla Simón. Artigas sabe personificar una dualidad que se constituirá, a medida que avanza el metraje, en un proceso emocional para reconocer el dolor y la apatía.

 'Verano 1993'

Con Bruna Cusí, su nueva madre en la ficción, comparte también momentos de mucha verdad e intensidad, donde la catalana que participó en 'Pulseras rojas' sabe estar a la altura, aunque aquí es el trabajo de las niñas el que realmente muestra esa luz propia y, por ello, la interpretación de Verdaguer es la que más apartada se queda ante los ojos del espectador. El trabajo de Simón al frente de su primer largometraje es casi redondo, sólo se le puede culpar de entorpecer un poco el ritmo de la película con un par de escenas mal planteadas o de las que se podría prescindir. No obstante, la evolución y el recorrido del personaje protagonista es magistral. El final, también: la dosis justa de vacío explícito.

Nota: 9

Lo mejor: El personaje tan complejo, bien construido y dirigido de Laia Artigas, así como el tono vitalista y la frescura de la película que no aparta la dimensión oscura.

Lo peor: Sobran un par de escenas para pulir del todo el ritmo de la película.

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