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PRECRÍTICA

'Percy Jackson y el ladrón del rayo', entre dos aguas

El nuevo film fantástico de Chris Columbus deambula peligrosamente entre el acierto y el naufragio.

Por Óscar Martínez 18 de Febrero 2010 | 12:15

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La industria hollywoodiense lleva ya tiempo explotando a ese amplio espectro que supone el público juvenil, ofreciendo ya sea aventuras fantásticas abiertamente fantásticas ('Harry Potter', 'Las crónicas de Narnia'), sagas superheróicas ('Spider-Man', 'X-Men'), o romanticismo feromonal ('Crepúsculo'), saturando al espectador, año tras año, de nuevas entregas de sus correspondientes sagas.

'Percy Jackson y el ladrón del rayo', entre dos aguas

Por ello, no resulta extraño que las productoras traen de crear -con premeditación y alevosía- nuevas franquicias, muchas de las cuales, todo hay que decirlo, no llegan a cuajar ('La brújula dorada'); y precisamente en esa tierra de nadie entre el éxito y el olvido se encuentra 'Percy jackson y el ladrón del rayo', película que adapta la primera de las novelas de Rick Riordan.

La película dirigida por el veterano Chris Columbus se haya en una peligrosa equidistancia que tan solo la taquilla podrá decantar, teniendo en su haber tantas virtudes como lacras, ambas convergentes en su original actualización -y, por ende, aproximación- de la mitología griega al público adolescente, en la que minotauros y Furias -aunque dicho nombre provenga de la mitología romana- conviven con iPods y música de Lady Gaga. Dicho reboot mitológico triunfa y chirría a partes iguales, ofreciéndonos momentos tan drisfutables como olvidables, y que sin duda dejarán en el espectador cierto sabor agridulce.

'Percy Jackson y el ladrón del rayo', entre dos aguas

'Percy Jackson y el ladrón del rayo', por ello, transcurre con fluidez gracias a un entramado repleto de acción y aventuras, si bien en más de una ocasión recae en un ritmo quizá excesivamente atropellado, obviando por completo el perfil de sus personajes y pasando de puntillas por sus segundas lecturas. Sin la garra suficiente como impactar al espectador, el principal handycap del film de Chris Columbus es su constante comparativa con Potters y Narnias, presentándose en todo momento como un hermano menor algo advenedizo.