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PRECRÍTICA

'Un profeta', le petit parrain

Jacques Audiard nos ofrece un título de imprescindible visionado que va mucho más allá del cine de gangsters, el drama carcelario o la denuncia social al que inevitablemente nos remite.

Por Óscar Martínez 25 de Febrero 2010 | 14:54

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Tras haber sido laureada en casi todos los festivales por los que ha pasado, por fin llega a nuestras salas el nuevo film de Jacques Audiard, director y guionista galo que muchos recordarán por su anterior film, 'De latir, mi corazón se ha parado'.

'Un profeta', le petit parrain

Con su nuevo trabajo el cineasta francés nos brinda un film que en no pocas ocasiones roza la excelencia, y que va mucho más allá del género de las jail movies en el que fácilmente podría quedar encasillado en primera instancia. Por el contrario, 'Un profeta' no se limita a retratar la forja del antihéroe en la línea de Toni Montana, así como tampoco pretende elaborar un docudrama carcelario. Ni tan siquiera se trata de un film de denuncia social. Y, en cambio, es todo eso y algo más.

Jacques Audiard y Thomas Bidegain se sirven de los diferentes prismas con el que a lo largo de los años se ha abarcado el género para elaborar una intrincada miscelania en la que resuenan por igual títulos emblemáticos de Hollywood como 'El padrino', 'Uno de los nuestros', 'El precio del poder' o 'Érase una vez en América', para fusionarlos tanto con las nuevas aproximaciones ('Gomorra') como con antiguos referentes patrios ('Le trou'). De este modo, 'Un profeta' oscila de género a placer a lo largo de su dilatado metraje, sirviéndose del más adecuado en cada momento para alcanzar sus objetivos, e incluso permitiéndose ciertas licencias (la cámara subjetiva, las oníricas apariciones del personaje de Reyeb) para interiorizar y humanizar a su protagonista.

'Un profeta', le petit parrain

La evolución de éste se nos presenta de manera lógica y escalonada, retratando la alienación a su llegada a prisión a través de una cámara mucho más introspectiva en su primer tercio, para dinamizarla a medida que el film avanza y Rahib evoluciona anímica y socialmente, si bien los cambios de registro a los que su director recurre de manera reiterada para tal efecto no deshumanizan en momento alguno a un protagonista que se aleja por completo de unos cánones que sí encuentran su reflejo en algunos de sus personajes secundarios. Por el contrario, las licencias anteriormente mencionadas fluctúan de manera constante a lo largo de un título que tantea con éxito diversos matices, desde el drama carcelario al cine de gangsters más ortodoxo, pasando por una denuncia social que subyace de manera intrínseca en la propia ascensión al poder de un paria social cuyas habilidades habrían permanecido aletargadas de no ser por el microcosmos carcelario al que es arrojado.

Todo hay que decirlo, 'Un profeta' contiene tanto ciertas secuencias prescindibles como alguna que otra poco creíble y que choca de manera drástica con el tono hiperrealista general del film, si bien se nos antojan como poco más que pequeñas máculas en un film notable en líneas generales y de imprescindible visionado.

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