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'Desayuno con diamantes', la rebeldía hecha elegancia

Tiene algo más de medio siglo, pero el clásico de Blake Edwards mantiene una salud inmejorable. Audrey Hepburn sigue enamorando a los espectadores con el papel de la excéntrica Holly Golightly.

Por Isabel Reviejo 13 de Marzo 2012 | 11:40

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Si tuviésemos que elegir una imagen de Audrey Hepburn, probablemente una de las más recurrentes sería la del comienzo de la película 'Desayuno con diamantes'. La memoria de todo cinéfilo que se precie guarda los fotogramas en los que la actriz, ataviada con un largo y elegante vestido negro, sale de un taxi amarillo y avanza lentamente hasta el escaparate de Tiffany's. Mientras suenan los acordes de "Moon River" la vemos desayunar frente a las joyas, sin quitarse ni sus gafas de sol ni sus guantes. Y ya no es Audrey Hepburn a la que vemos, sino a Holly Golightly, personaje icónico donde los haya, una mezcla de rebeldía, fragilidad, caos y elegancia.

Audrey Hepburn y George Peppard en 'Desayuno con diamantes'

Truman Capote escribió en 1958 la novela corta en la que se basa esta película. Tres años más tarde, Blake Edwards la llevó a la gran pantalla y nos contó mediante imágenes la historia de Holly, una peculiar joven que vive en Nueva York sin otra preocupación que aprovechar el momento, ir de fiesta y buscar a hombres que le den 50 dólares para ir al tocador. Su camino se cruza con el de Paul Varjak, un escritor que se acaba de mudar a su edificio y que parece estar aún más perdido que ella.

George Peppard (el mítico Hannibal de 'El equipo A') se hizo con el papel de Paul, un rol protagonista que en realidad queda en un discreto segundo plano, ya que es eclipsado totalmente por Hepburn. Esta nos ofrece su interpretación más magnética, que podríamos incluir entre las mejores de su carrera. El personaje de Holly le trajo una nominación a los Oscar, una de las cinco que obtuvo el film. Finalmente, Sophia Loren se llevó el premio a la Mejor actriz por 'Dos mujeres', y 'Desayuno con diamantes' se tuvo que conformar con dos galardones, a la Mejor banda sonora y a la Mejor canción, por la antes mencionada 'Moon River'.

Una heroína inolvidable

La película de Edwards se sustenta alrededor de un solo eje, y este tiene nombre y apellidos. Porque hablar de 'Desayuno con diamantes' es hablar de Holly Golightly. Este personaje, para el cual Truman Capote quería a la actriz Marilyn Monroe, sufrió algunos cambios en su salto de las páginas de la novela al guión de George Axelrod. De esta forma, el libreto articula una Holly con una personalidad más suavizada, pero que guarda el tono de la protagonista original, esa mujer que se ve a sí misma como un animal salvaje, que no pertenece a nadie ni a ningún lugar.

Audrey Hepburn en 'Desayuno con diamantes'

Según avanza la historia vamos conociendo y en cierta manera desenmascarando al personaje, que se nos presenta como un nido de contradicciones. Alocada, impulsiva y despreocupada, pero a la vez reservada y frágil. Sus múltiples caras permiten que cada vez que veamos el film nos encontremos con una Holly diferente. En nuestras manos está el quedarnos con la protagonista divertida e imprevisible o con la mujer que con sus actos refleja un desesperado grito de auxilio a la sociedad.

Mencionar 'Desayuno con diamantes' como una de las películas clave de los 60 resulta inevitable. Una historia de amor atípica con un tono agridulce, que nos deja momentos de sonrisas pero también algunos desgarradores, junto a otros memorables, como la escena en la que Holly canta "Moon River" con su guitarra o la fiesta que celebra en su piso, un evento en el que todos los invitados olvidan sus inhibiciones. Una película clásica a la que podemos convertir en nuestro Tiffany's particular, dejando que, cuando tengamos un mal día, Holly Golightly nos lleve de la mano durante casi dos horas de película, convenciéndonos de que estando con ella, nada malo puede ocurrirnos.

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