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CRÍTICA

'Cosmópolis': el patinazo nihilista de Cronenberg

Tras firmar tres obras magníficas, aunque alejadas de la radicalidad de sus inicios, David Cronenberg tropieza con su adaptación de la novela de Don De Lillo.

Por Jorge R. Tadeo 16 de Agosto 2012 | 10:30

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Tras un excelente díptico sobre la identidad formado por las brillantes 'Una historia de violencia' y 'Promesas del Este' y un notable acercamiento a la psicología de Sigmund Freud y Carl Jung en la formalmente convencional, pero muy sugestiva 'Un método peligroso', David Cronenberg estrena mañana en Estados Unidos 'Cosmópolis', un thriller ambientado en un futuro próximo protagonizado por un joven broker en crisis existencial, basado en una novela del autor de culto Don De Lillo, que obtuvo un desigual recibimiento en el pasado Festival de Cannes.

 Pattinson

Pareciera que tras ser tildado por algunos de conservador y su estilo de convencional con sus últimas apuestas, Cronenberg quisiera dar un giro hacia sus orígenes, con una trama poco al uso y una narrativa menos cómoda. De este modo, en 'Cosmópolis' seguimos durante un día completo a Eric, un tiburón de Wall Street que se mueve en limusina por las calles de la gran ciudad, encontrándose a variopintos personajes con los que entabla conversaciones de tono nihilista-existencial, una mecánica narrativa que es una constante desde el inicio al desenlace.

Hay ecos en el material que maneja Cronenberg del tono de denuncia al capitalismo que el escritor Chuck Palahniuk destilara en la celebrada 'El club de la lucha', obra que adaptaba al cine con éxito David Fincher, aunque carece del ornamento entre tramposo y sugestivo de aquella. Aquí existe una mayor desnudez en la crítica, un objetivo primordialmente filosófico (más que narrativo) y un continuo uso del simbolismo como principal arma.

 Binoche

Pero no funciona. Este largo paseo por la ciudad de un personaje que encarna el espíritu del capitalismo (un Robert Pattinson que es un error de casting de los que hacen época) está construido a base de monólogos existenciales entre lo sugerente y lo exasperante, pronunciados por un brillante reparto de secundarios con desigual convicción. Y a pesar de albergar algunas líneas e ideas interesantes (y pertinentes), acaba pecando de reiterativo y a veces de obvio, aunque quiera dar la impresión en todo momento de estar contando algo complejo y trascendental. Es una película herida de pretenciosidad y cuyo riesgo narrativo (carece de ritmo, divaga, no tiene auténtica progresión ni clímax) acaba sepultando lo sugerente de su mensaje.

Solo me resulta reseñable una excelente banda sonora de Howard Shore (cuyas colaboraciones con Cronenberg siguen dando resultados sublimes) que incluye también temas de K'Naan y Nine inch nails y sobre todo el magistral trabajo de un Paul Giamatti pletórico, que parece el único actor de todo el largo y afamado casting que realmente se cree su torturado personaje de psicópata perturbado por el devenir de la sociedad capitalista. El anticlimatico desenlace, tenso pero excesivamente dilatado, es elevado por la presencia en escena de este excelente actor y es lo único que queda en el recuerdo días después de haber visto el film.

 Pattinson empuñando un arma

El resto, es una eterna divagación (más obvia de lo que sus creadores creen) sobre las relaciones de poder, la alienación o el vacío moral y existencial resultantes del declive del sistema capitalista. Una película desganada, muy espesa y absolutamente fallida, de la que solo brotan esporádicos instantes de genio y algún jugueteo formal con el encuadre, los planos secuencia y la fotografía, que no logran salvar el film ni mantener el interés. Al menos conmigo, no lo consigue en absoluto y uno acaba anhelando el regreso de ese Cronenberg acusado de conservador de sus tres anteriores y estupendos trabajos.