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CRÍTICA

'Eternamente comprometidos': deliciosa comedia triste

La última comedia de la factoría Apatow es una muy estimulante y agridulce vuelta de tuerca a la crisis de pareja, pertinentemente actualizada.

Por Jorge R. Tadeo 7 de Septiembre 2012 | 19:00

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Decía Woody Allen que la comedia no es más que el resultado de mirar la tragedia a través del filtro del paso del tiempo. En efecto, son muchos los cineastas que nos han brindado excelentes comedias sobre tipos extremadamente desgraciados. Pero quizá son Billy Wilder y su maravillosa 'El apartamento' quienes han logrado erigirse en el paradigma de la "comedia triste": oxímoron fácilmente explicable con el mero recuerdo de las andanzas (a trompicones) del gran Jack Lemmon en la piel de C.C.Baxter y noble subgénero al que se adscribe la notable 'Eternamente comprometidos', nueva pieza de la factoría Apatow que hoy llega, un tanto de tapadillo, a la cartelera española.

Judd Apatow se reserva en este caso el mero patrocinio desde la producción del nuevo film del director Nicholas Stoller, que vuelve a colaborar en el guion con el cómico Jason Segel (principalmente conocido por la estimable teleserie 'Cómo conocí a vuestra madre') al igual que en la estupenda e infravalorada 'Forgetting Sarah Marsall', estrenada en España hace unos años bajo el terrible título 'Paso de ti' sin generar demasiado ruido. Si en aquella Segel y Stoller diseccionaban con acierto el trauma de una ruptura desde el punto de vista masculino, en este caso retratan desde una perspectiva dual, los altibajos inherentes a la relación de pareja, convenientemente actualizados para incluír oportunos dilemas de conciliación de intereses profesionales y trascendiendo el eterno tópico del miedo al compromiso.

 Reparto de Eternamente comprometidos

Parece que la comedia romántica evoluciona y más allá de proponer una visión "para chicos" del género (discutible mérito que algunos atribuyen a los títulos con sello Apatow), 'Eternamente comprometidos' enfrenta a los personajes a situaciones que van más allá de los problemas de madurez del chico con síndrome de Peter Pan y la chica que sueña con el príncipe azul que la rescate. La película aparca hábilmente el manido instante del flechazo (reducido a un flashback recurrente que funciona como divertido gag en una fiesta de disfraces), para profundizar en los vaivenes y dificultades que entrañan inevitablemente las relaciones emocionales.

Y lo hace a través de la historia de Tom y Violet (eficaz Jason Segel y sensacional Emily Blunt) , feliz pareja que se compromete tan solo un año después de conocerse en lo que será el inicio de "una serie de catastróficas desdichas" que les llevarán a retrasar repetidas veces su enlace oficial. Los desencantos cotidianos, los dilelmas académico-profesionales (él renuncia a su trabajo de chef y su vida en la gran ciudad para que ella pueda progresar con su doctorado) van generando una latente frustración en la pareja. La erosión de los pilares que la sostienen, en forma de decreciente paciencia, se evidencia en los reproches que una vez se callaron para estallar más tarde con el altavoz del resentimiento.

Rhys Ifans con los protagonistas de lo nuevo de Stoller y Apatow

Si la película duele, a pesar de utilizar con buen tino el humor surrealista, lo hiperbólico (por algo se trata de una comedia) y numerosos guiños a la cultura pop (desde Barrio Sésamo a Diana de Gales), es porque las emociones que transmite se sienten actuales, cercanas, reales... Y porque el conflicto de los protagonistas es tan genuino y creíble que generará fácilmente un debate interno en el espectador y quizá el recuerdo de una experiencia dolorosa en aquel que ronde la treintena y haya pasado por un dilema similar.

Además de gozar de un sentido del humor tan peculiar como estimulante (la discusión entre hermanas con las voces de los 'muppets' o el hilarante uso de un famoso tema de Caetano Veloso), el film funciona porque logra hacernos querer por igual a sus protagonistas, porque llegamos a entender sus posturas emocionales, porque empatizamos con su mala fortuna, porque comprendemos lo que sienten al ver como otra pareja cercana construye su vida mientras ellos están estancados y nos apiadamos de las presiones familiares a las que son sometidos.

 Secundarios de Eternamente comprometidos

Por si todo esto no bastase para convencer, Stoller echa mano de una narrativa sagaz con un inteligente uso de la elipsis y el flashback, aunque quizá se extiende en el metraje, sin llegar a aburrir. No nos olvidamos del uso de la banda sonora como un recurso cómico más (suenan incluso 'Los pajaritos' de Maria Jesús y su acordeón, como máxima expresión de lo deprimente que puede resultar una boda), de un estimable trabajo de fotografía del guipuzcoano Javier Aguirresarobe y sobre todo unos secundarios magníficos (Alison Brie y Chris Pratt están descacharrantes como la hermana de la protagonista y su marido, mientras un camaleónico Rhys Ifans compone magníficamente al repulsivo y pedante "villano" de la función ).

Quizá porque el marketing apuntaba a una audiencia que no es realmente el público objetivo del tipo de esta comedia agridulce (al fan del humor sin pretensiones de la sit-com norteamericana media), el film no ha generado excesivo entusiasmo entre los espectadores y parece apuntar directamente al cajón de las películas incomprendidas. Os invito a arriesgaros a sacarla de ese injusto emplazamiento y quizá entre todos logremos llevarla a donde realmente merece: a la estrecha estantería de los mejores títulos hollywoodienses de 2012.