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PRECRÍTICA

'10.000', Emmerich nos la vuelve a jugar

Roland Emmerich regresa con una superproducción en la que tan sólo faltan extraterrestres y bailarinas de can-can para completar su carencia de criterio, sentido y rigor. Eso sí, te ríes mucho.

Por Óscar Martínez 6 de Marzo 2008 | 08:09

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Dirigida por Roland Emmerich, responsable de títulos que hablan por sí solos como 'Independence day', 'Soldado universal', 'Stargate', 'Godzilla', 'El patriota' o 'El día de mañana', este fin de semana llega a las carteleras de todo el mundo '10.000'.

Protagonizada por Steven Strait, Camilla Belle y Cliff Curtis entre otros, la película nos sitúa en la época en la que el hombre y la bestia eran salvajes y el gran mamut recorría la Tierra. Una época en la que nacieron las ideas y las creencias que forjaron a la humanidad para siempre. '10.000' narra la historia de un joven cazador en su misión de guiar a un ejército a través de un vasto desierto, luchando contra tigres dientes de sable y predadores prehistóricos, mientras descubre una civilización perdida e intenta rescatar a la mujer que ama.

¿Rigor histórico? ¿Qué es eso?

Como era de esperar, Roland Emmerich nos ofrece una nueva superproducción presentada con un precioso envoltorio, pero totalmente vacía en su interior. Y, la verdad, no es que un servidor se esperara otra cosa, pero lo cierto es que en esta ocasión el cineasta alemán afincado en Hollywood no duda en rizar el rizo y realizar un film risible aunque absurdamente entretenido en el que, para empezar, se pasa el rigor histórico literalmente por el forro.

Para empezar, '10.000' se encuentra ambientada en un tiempo remoto todavía por descifrar, pues su director no duda en ubicar en el mismo marco temporal a criaturas de la era cenozoica como pudieran ser los mamuts y los tigres dientes de sable, junto a la construcción de las pirámides de Keops, Kefrén y Micerino. Pero, en fin, hablamos de, por lo bajo, 7500 años de diferencia. ¿Quién se va a dar cuenta?

Por otro lado, y sin necesidad de adentrarnos en lo obvio de la propuesta o en los risibles diálogos, cabe decir que '10.000' carece de toda lógica no sólo en cuanto a tiempo, sino también en cuanto a espacio, pues sus protagonistas cambian de entorno con una facilidad pasmosa, como si de un cambio de fase en un arcade se tratase, pasando de altas montañas nevadas a la jungla amazónica en cuestión de metros, para luego adentrarse en el desierto sin ningún tipo de contemplación.

De hecho, esa parece ser la finalidad de Roland Emmerich: llevar un arcade a la gran pantalla en un sinsentido espaciotemporal en el que la lógica y la correlación de sucesos carecen de importancia con tal de entretener al espectador.

Quizá por ello Roland Emmerich incluye una serie de profecías absurdas a la par que totalmente advenedizas, con las que pretende atar desesperadamente cabos a modo de hilo narrativo, pero que no hacen más que presentarse como tristes remiendos en una trama ilógica de principio a fin construida a partir de los diferentes elementos creados previamente con CGI, en un batiburrillo entre 'Apocalypto' y 'Hace un millón de años'. De hecho, todas las criaturas que vemos en la película de Roland Emmerich parecen extraidas de un compendio de la obra del gran Ray Harryhausen, pues a todas ellas las hemos podido ver en títulos como la ya mencionada 'Hace un millón de años', 'Simbad y el Ojo de Tigre' o 'La isla misteriosa'.

Eso, sin tener en cuenta la infumable escena final, que no desvelaré aquí.

Así pues, 10.000 es una película bastante mediocre en líneas generales, pero a la que debe reconocérsele que, entre los impresionantes (en ocasiones) efectos especiales y las risas que uno se pega con las inversimilitudes de su historia, pasa entretenida.

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