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CRÍTICA

'Invasor', sobredimensionado thriller de acción

Alberto Ammann, Antonio de la Torre, Karra Elejalde e Inma Cuesta protagonizan este thriller en el que surge el dilema de asumir o no las responsabilidades sobre nuestras actos.

Por Adrián Lavado Moreno 30 de Noviembre 2012 | 09:09

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Daniel Calparsoro vuelve a la dirección cinematográfica con la película 'Invasor', tras estar siete años dedicado al mundo de la televisión. Adaptación de la novela homónima de Fernando Marías, la película nos situa en la guerra de Iraq, donde dos soldados vivirán una experiencia que cambiará sus vidas y pondrá en peligro todo lo que quieren.

 Invasor Karra Elejalde y Antonio de la Torre

La primera parte de la película presenta a los personajes mediante una serie de flashback que nos muestran poco a poco lo que sucedió en el conflicto bélico. Este tramo es lo mejor de un conjunto que se resiente al intentar introducir una trama conspirativa que se antoja poco creíble.

El ridículo viene cuando desde el mismo guion no se han preocupado por desarrollar una historia con un mínimo de coherencia. La película arranca con una solemnidad que se sigue de buen grado, hasta que se decide acerca el thriller a los derroteros de la acción más palomitera. A partir de ahí, los personajes se mueven por la película llevando a cabo acciones que no tienen ningún tipo de lógica, por lo que la solemnidad se vuelve en su contra, haciendo que algunas situaciones puedan llegar a producir un involuntario efecto cómico. Las persecuciones se suceden intentando crear una intriga inexistente e impostada. El mayor error por tanto, se encuentra en la necesidad de crear un thriller de acción a toda costa, aun cuando con eso, se estén cargando los pilares sobre los que se sustenta el film.

 Invasor Alberto Ammann

Gran factura técnica

Lo más destacable es el hercúleo trabajo realizado por su director. Calparsoro es capaz de crear unas escenas de acción con un ritmo muy trabajado, haciendo que en ocasiones nos olvidemos de lo que se pretende contar y nos centremos en disfrutar de la espectacularidad de las mismas. En las partes más sosegadas, también realiza un gran trabajo de puesta en escena, ofreciendo planos muy elaborados y estéticos. Esperemos que su buena mano con la acción pueda verse en el futuro recompensada con un guion a la altura.

Mención aparte merece la cuidada fotografía, ofreciendo un elegante contraste entre los tonos anaranjados de la guerra de Iraq y los grises, pertenecientes a las partes que se desarrollan en España.

Los actores cumplen con su cometido, aunque poco se puede hacer con unos personajes tan planos y esquemáticos, donde la seriedad impostada de los diálogos acaba pasándoles factura y provocando que todos se desdibujen. Antonio de la Torre, más allá del papel que le toca interpretar, demuestra nuevamente su grandeza como actor. El peor parado es Karra Elejalde, que pese a sus loables esfuerzos, no puede hacer nada para levantar y dar entidad a un villano que, pese a lo que se pretende, está más cercano a la caricatura que a la grandeza que se le intenta infundir.

En definitiva, un entretenimiento que pese a su absurdo guion, puede ser disfrutado por aquellos que sean capaces de olvidarse de la historia y decidan pasar un buen rato observando un buen número de escenas espectaculares que no tienen nada que envidiar a las producciones de este tipo que nos llegan del otro lado del Atlántico.