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CRÍTICA

'Oz, un mundo de fantasía': El colorido camino hacia la grandeza

Sam Raimi firma una precuela de 'El Mago de Oz' que es pura maravilla en lo visual, pero con un guión infantil y poco sorprendente. Las brujas roban todo el protagonismo a James Franco.

Jesús Agudo
Por Jesús Agudo Más 8 de Marzo 2013 | 15:20
El redactor más veterano de esta web. Palomitero y fan de que las series estrenen un capítulo por semana.

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Con lo aficionados que se han hecho en Hollywood a revisitar universos míticos de su propia historia, ya estaban tardando en volver a abandonar Kansas con rumbo hacia la mágica tierra de Oz. 'Alicia en el País de las Maravillas' sirvió a Disney como pasaporte, si lo hicieron con lo que se encontraba en la madriguera del conejo, ¿por qué no iban a conseguirlo de nuevo en el mundo de los Munchkins?

Oz, un mundo de fantasía

Con 'Oz, un mundo de fantasía', repiten la misma fórmula que les recompensó en su día con más de mil millones de dólares: un director de culto (Sam Raimi), un reparto de altura (James Franco, Mila Kunis, Rachel Weisz y Michelle Williams), un importante peso de lo visual y, por supuesto, el 3D. Por suerte, en lo último, la tecnología ha mejorado lo suficiente. Pero, una vez, más volvemos a tener el problema de siempre: un envoltorio precioso que esconde un regalo del que nos esperábamos más.

La película transcurre bastante antes de 'El Mago de Oz', y se centra en cómo un prestidigitador corriente llega a un reino fantástico. Sus habitantes creen que es el mago que llevan mucho tiempo esperando. Y mientras tanto vemos cómo nace una leyenda: la malvada bruja del Oeste, que pondrá en un aprieto a Dorothy mucho después.

Sam Raimi ha intentado con ahínco no mancillar una historia tan querida como 'El Mago de Oz', y en gran medida lo consigue. El director crea un Oz que nos deja con la boca abierta con cada recoveco que nos va presentando. Un excepcional equipo de diseño de producción nos conseguirá llevar a ese mundo de fantasía que nos promete el título. Aunque de nuevo peque de abusar de la pantalla verde, la belleza de cada escenario, de cada vestido, y la luminosidad que irradian demuestran que un ordenador bien utilizado puede romper las barreras de lo imposible.

Oz, un mundo de fantasía
En ese sentido, hay dos personajes secundarios que se ven altamente beneficiados por estos avances: Muñeca y el mono Finley. Si el "alivio humorístico" de la película se acerca mucho al nivel de Caesar en 'El origen del planeta de los simios', la animación de Muñeca es perfecta, con una sensación de estar viendo porcelana real en pantalla. Todo el resto de la película mantiene el nivel, con pocos momentos en el que el pixel pudiera sacar los colores a Raimi y su equipo. Hasta el 3D está bastante logrado, aunque hay demasiadas escenas "forzadas" con objetos lanzados a la pantalla, que alucinarán a los niños, pero no a los mayores.

Y eso mismo ocurrirá con la historia. Con Disney detrás de Oz, era de esperar una trama para toda la familia, con muchas moralejas sobre el bien y el mal, el no subestimarnos y creer en nosotros mismos. Pero, a diferencia de la película de Tim Burton, los adultos no conseguirán encontrar su lugar en esta historia, más allá de tapar los ojos a los más pequeños en los contados momentos en los que Raimi vuelve a ser Raimi. Y el reparto está más que correcto, por lo que ese no será el problema. Destacando sobre todo a las tres brujas, que roban todas las escenas a un sobreactuado James Franco. Cualquiera de las tres actrices ofrece grandes momentos, y la que termina siendo la bruja del Oeste cumple con creces con esos matices de mujer ingenua y engañada.

Separadas por derechos

Habría habido una forma de captar a los mayores en 'Oz, un mundo de fantasía': la nostalgia. Y una vez más, el juego de Hollywood coarta las ganas del director de poder hacerlo, que se nota que las tenía. No veremos prácticamente ninguna mención a la película de 1939, y eso la aleja un poco de la magia del clásico. Aunque, como decimos, Raimi no ha escatimado en pequeñas migas de pan hacia el Oz clásico siempre que puede. Y al menos también tenemos la recurrente aparición estelar de Bruce Campbell.

El argumento de 'Oz, un mundo de fantasía' no disgustará a los niños, pero seguramente aburrirá a los mayores. La parte técnica, ese contraste entre Kansas y Oz, o la música de Danny Elfman puede llegar a captar la atención de todos, pero a lo mejor no es suficiente para que una película, que no es precisamente larga, resulte entretenida para todos. Tiene el mismo problema que muchas precuelas, que acaban resultando mucho más simples e infantiles que sus hermanas mayores.

'Oz, un mundo de fantasía' recordará mucho más a 'Alicia' que a Dorothy, algo que no es del todo negativo. Sabe lo que quiere conseguir, y probablemente lo haga. Los niños responderán como siempre quiere Disney que lo hagan, está pensado para su disfrute. Pero casi todos los adultos echarán de menos a Totó, algo inevitable. Eso sí, nos encontramos ante un camino de baldosas amarillas que, ya sólo por el diseño de producción, bien merecería la pena recorrer.