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TOMADA A LA FUERZA

'Objetivo: La Casa Blanca': ejército de un solo hombre

Todos los ingredientes del género de acción se unen en la última película de Antoine Fuqua, protagonizada por Gerard Butler.

Por Carlos Manuel Hernández Fernández 9 de Mayo 2013 | 09:45

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Las películas de acción de los últimos años han sido enfocadas más a superhéroes enmascarados, que a los tipos normales a los que muchos nos acostumbramos a ver en sagas como 'Jungla de cristal' o 'Arma Letal', donde un solo hombre podía detener una invasión, una toma de rehenes, un atraco... Lo que sea. Si bien, los últimos estrenos de este género, si no vienen con la premisa de ser un superhéroe de Marvel, no parecen levantar cabeza. Y con este panorama se presenta 'Objetivo: La Casa Blanca', una película que vuelve a traer los ingredientes básicos del cine de acción, y que supera las expectativas, más siendo una producción de "tan solo" 70 millones de dólares.

'Objetivo: La Casa Blanca'

Antoine Fuqua nos narra la historia de Mike Banning: un agente del Servicio Secreto norteamericano que decide dejar su puesto tras un fatídico accidente para trabajar en el Departamento del Tesoro, pero que, cuando un comando coreano ataca la Casa Blanca y toma como rehenes al Presidente y a su equipo, se verá obligado a entrar de nuevo en acción. En definitiva, un argumento que pone todas las premisas básicas de una película de este tipo, cosa que no quiere ocultar, pero que provoca en el espectador una sensación de "esto ya lo he visto antes".

El guión de la cinta tocará pues, todos los palos posibles de una historia cliché del cine de acción de los 80-90: un hombre contra el mundo, terroristas, el presidente en peligro, explosiones, puntos de humor, violencia... Es por ello que no encontraremos una cinta que venga a romper esquemas, o a re-inventar el género: ésta es una cinta de acción, simple y llanamente. No por ello, y pese al poco presupuesto con la que se ha dotado, deja de tener un buen reparto, encabezado por un Gerard Butler al que da gusto volver a ver en una película de acción, y seguido por Aaron Eckhart, Morgan Freeman y Rick Yune.

Gerard Butler protagoniza el filme, y se nota que se siente cómodo en el papel. El actor dota de carisma y simpatía al héroe de la historia, que junto al sarcasmo y los puntos de humor del guión, hacen del rol principal, un papel que gusta al actor escocés. Por otra parte, y al tratarse de una película de acción tan plana, no veremos tampoco a un personaje muy profundo, y partes de su historia (como todo lo relacionado con su novia, interpretada por Radha Mitchell) no están desarrolladas. Aún así, es un protagonista solvente, y como ya habíamos comentado, da gusto volver a ver a Butler en una cinta que no sea una comedia romántica.

Del papel del Presidente se hace cargo Aaron Eckhart. El actor encarna a un mandatario norteamericano más cercano a un "amiguete" del protagonista que a un alto cargo político, lo cual, está justificado por el gran patriotismo que despide el filme, que hace del presidente un personaje llano, lo cual, sumado a momentos en el largometraje que son una apología a Estados Unidos, puede ser demasiado estereotipado. Aún así, el papel de Eckhart es correcto, y no desentona con el tono general del filme.

El personaje más carismático de la película, junto al de Butler, es el villano, encarnado por Rick Yune. Como es común en este tipo de cintas, el antihéroe despide un halo de atractivo que mantiene la atención en él, y sin llegar a ser el Jeremy Irons de 'Jungla de cristal III: La venganza', Yune añade personalidad a su personaje, que junto con Butler, forma una pareja que funciona bien como antítesis en pantalla. Pero como ya hemos comentado anteriormente, al ser personajes estereotipados, tampoco encontraremos al antihéroe definitivo en este largometraje, pero aún así es un villano digno que añade atractivo al filme.

'Objetivo: La Casa Blanca'

El resto del reparto lo componen Morgan Freeman, con un rol que por momentos pondrá al espectador en tensión por su evolución en el filme, un actor que sigue siendo de los mejores secundarios para cualquier producción, así como al hijo del presidente, Finley Jocobsen, el joven actor que hace bien su rol, aunque se le podría haber exigido más, y a Dylan McDermott, cuyo personaje en la cinta es bastante atractivo, pero que cuenta con algún bajón en cuanto a diálogos que afea un poco el cómputo de una interpretación, por lo general, correcta.

Cuestión de presupuesto

Quizás uno de los mayores escollos de esta película es la de proponer una destrucción como es la de la Casa Blanca y sus alrededores, con un presupuesto muy ajustado para este tipo de producciones: 70 millones de dólares. Es por ello que, para el ojo más acostumbrado a los efectos de las grandes producciones, ver la destrucción y la puesta en escena de esta cinta se le puede hacer, en momentos, pobre. Lo cual es una pena, ya que la película tiene ambición, y una de las cosas con las que se puede quedar el espectador tras salir del cine, pese a todo sus tópicos y ese "deja-vu" que deja, es que la película, supera las expectativas.

Ese es uno de los mejores puntos que logra el filme, el cual por lo trailers y por su argumento puede parecer una producción pobre, logra superar la previsión que uno tiene al entrar al cine, ya que si si se le perdona su puesta de escena ajustada al presupuesto y que sea una película de acción de libro de estilo de cine, es un buen entretenimiento, sobre todo por un carismático Gerard Butler, y el poco miedo de la cinta de querer mostrar lo que quiere mostrar pese a no contar con la producción de una 'Oblivion' o la de que será su máxima competidora: 'Asalto al poder'.

Para disfrutar bien del largometraje, pues, hay que perdonar su presupuesto ajustado, su guión plagado de tópicos y ese patriotismo que suele salpicar este tipo de producciones, más todavía cuando el escenario principal no es otro que la Casa Blanca. Pese a ello, y si se entra al cine sabiendo lo que vas a buscar: un entretenimiento de acción al uso, la película llegará a gustar y sobre todo, dejará al espectador con un buen sabor de boca, cosa que no suele ocurrir últimamente, cuando las expectativas son tan altas que cualquier película, pese a ser notable, puede llegar a defraudar.