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CRÍTICA

'Star Trek: En la oscuridad': Acción en cada esquina del universo

J.J. Abrams vuelve a conseguir diseñar un blockbuster que multiplica la acción y el humor de la primera entrega, y accesible a "trekkies" de mente abierta y foráneos en general. Crítica SIN SPOILERS.

Jesús Agudo
Por Jesús Agudo Más 5 de Julio 2013 | 09:00
El redactor más veterano de esta web. Palomitero y fan de que las series estrenen un capítulo por semana.

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J.J. Abrams supo cómo crear un fenómeno fan con su serie 'Lost', pero también ha tenido que aprender a reinventar una franquicia con una extensa historia y un increíble número de seguidores ya conquistados. Esa franquicia no era otra que 'Star Trek'. En 2009 se puso a los mandos de la Enterprise y logró diseñar un producto que no sólo parece que convenció a un gran número de esos "trekkies", sino que plantó la semilla para que muchos otros se sumaran. Sólo alguien que conoce tan bien a su público puede tener tan buena racha.

Star Trek: En la oscuridad

El director se vuelve a meter de lleno en el espacio para traernos la segunda entrega de la nueva Enterprise. 'Star Trek: En la oscuridad' viene acompañada por mucha expectación que, por suerte, es compensada con toda una aventura. Tomando los mismos aciertos que tuvo con la primera entrega, y aumentando la dosis de acción, consigue presentarnos una gran combinación para no defraudarnos en este nuevo viaje estelar.

Esta vez, Kirk y compañía se enfrentan a un enemigo que ataca a la Flota Estelar con todo el odio que podamos imaginar. Ese nuevo villano forma parte de la propia organización. ¿Cuáles son las motivaciones para querer reducir la Flota a cenizas y acabar con todo el que se ponga por delante? Esa será la pregunta que tendrá que responder el equipo, mientras intentan pararle los pies antes de que cause más daño.

Es precisamente este villano, John Harrison, uno de los puntos álgidos de 'Star Trek: En la oscuridad'. En un nuevo y magistral movimiento de casting, Abrams se hace con el solicitado Benedict Cumberbatch para demostrar que su talento no se reduce solamente a resolver casos en televisión. También puede ser un misterioso personaje, lleno de sombras, secretos y engaños, con unas miradas tan frías que congelarían un planeta entero. Su presencia en la pantalla (incluso su no presencia) son de lo mejor que nos deja esta secuela, a pesar de que al final nos deja una sensación de ligero desaprovechamiento. Merece más tiempo en pantalla.

Pero, sin duda, su frialdad es una contraposición ideal con la calidez del Kirk de Chris Pine. El actor vuelve a aprobar como líder, volviendo a hacer gala de un gran carisma. Los enfrentamientos con Harrison, o incluso con el cuadriculado Spock, nos arrancarán varias carcajadas, y en el plano físico funciona lo suficiente. No será el héroe de acción definitivo, pero cumple con el papel de "protagonista buenrollero" que ha creado el director. Zachary Quinto, por otro lado, sigue quedando como un gran sucesor del señor Nimoy como el vulcaniano. Si bien sigue sin convencer su vis "humana" con sentimientos, vuelve a servir más como alivio cómico que otra cosa.

En realidad, gran parte de los protagonistas ejercen una labor humorística, como ya ocurría en la anterior entrega, uno de los dos pilares en los que sustenta esta cinta. El segundo es la acción. J.J. Abrams ha aumentando la intensidad de las persecuciones y batallas, haciéndolas más numerosas y espectaculares, dejando muy poco espacio entre ellas. Los amantes de la adrenalina disfrutarán como niños de estas magníficas escenas, todo un deleite visual. Es evidente que el director ha querido llevar el formato superproducción hasta las últimas consecuencias esta vez.

Star Trek: en la oscuridad
Porque el guión de Orci y Kurtzman cuenta con un par de giros muy efectivos, pero en la mayor parte del metraje se les ve venir. Si hay algo que criticar de esta película es que no cuenta con la ventaja de la originalidad de la primera, y pocos se verán sorprendidos por los grandes cliffhangers de la película. Esa motivación de hacer todo un blockbuster les lleva a caer en el error de lo convencional, y en ocasiones hasta de lo absurdo, como queda demostrado por ejemplo con el personaje de Alice Eve. O con un final de nuevo demasiado usual, la asignatura pendiente de J.J. Abrams.

Más grande, más fuerte, más rápida

Es decir, 'Star Trek: En la oscuridad' es una gran cinta de acción veraniega, con todo el humor y la aventura que puede pedírsele, pero con la consiguiente sensación de haberlo visto antes... en la primera parte. Tanto para bien, como para mal, 'En la oscuridad' es una versión multiplicada de la 'Star Trek' de 2009, con más de todo, pero menos de novedad. Y no deja de ser un movimiento inteligente, ya nos convenció a la mayoría en su momento, y volverá a hacerlo sin problemas. Y a los que consideraron que la anterior mancilló el legado "trekkie", siento decirles que así seguirá siendo, por muchos klingons que les pongan delante. Está planteada para romper las barreras que podía haber en anteriores ocasiones en la saga, para lograr que cualquiera se entretenga a bordo de una nave de la Flota Estelar. Es comprensible que no todos pasen una "afrenta" tal, pero es difícil negar que funciona a las mil maravillas.

Lo mismo para los detractores de Abrams y las "lens flares". Todo está multiplicado en esta película, incluso la estética característica del cineasta. A mi parecer, es una de esas cosas que sirven como firma personal, y no creo que lleguen a molestar prácticamente en ningún momento. Ese toque visual, mezclado con una gran banda sonora, siguen dando ese toque especial a 'En la oscuridad' entre tanta producción millonaria. Su uso puede parecer excesivo, pero a mi al menos no me resultó cargante o incómodo.

La Enterprise vuelve a echar el vuelo, y lo hace con una aventura fantástica, llena de humor y acción. Un regalo de J.J. Abrams para los fans de la primera entrega, y para cualquier espectador deseoso de un buen cóctel de ciencia ficción, humor y "chutes" de adrenalina. Un blockbuster que funciona, que atrapa, que deja sin aliento, y que vuelve a acercar un universo muy vasto pero desconocido al gran público.