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CRÍTICA

'Epic: El mundo secreto': Espectacular en lo visual pero con anemia de carisma

Chris Wedge dirige esta cinta de animación en la que una joven ayudará a una raza de diminutos a salvar su hábitat. Ya en cines.

Por Adrián Lavado Moreno 31 de Agosto 2013 | 10:00

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'Epic: El mundo secreto' supone el nuevo trabajo en la dirección del estudio responsable de grandes éxitos como la saga de 'Ice Age' o 'Rio'. En esta original entrega, el estudio pretende alejarse del tono cómico imperante en aquellas para intentar conseguir realizar una película de aventuras en la que la épica, se anteponga ante el resto de elementos necesarios en una cinta de animación destinada a los más pequeños de la casa. Este nuevo rumbo en el estudio da como resultado una película visualmente impresionante pero que se queda algo floja en la creación de la psicología de los personajes.

'Epic: El mundo secreto'

Durante todo el metraje podremos disfrutar de un impresionante trabajo de animación en el que se ha cuidado a la perfección hasta el más mínimo detalle. Cada uno de los escenarios está fuertemente diferenciado del resto, consiguiendo una gran autonomía, algo difícil si tenemos en cuenta que todos forman parte de un mismo bosque. Los juegos de luces son espectaculares y los elementos de la naturaleza están muy conseguidos. Más, si tenemos en cuenta el fuerte contraste existente entre el colorista y vigoroso mundo de los Hombres Hoja frente al oscuro y putrefacto mundo de los Boggan.

El diseño de los personajes también está cuidado hasta el más mínimo detalle, creando una gran variedad de ellos todos diferentes entre sí, aunque su función sea meramente anecdótica y aparezcan simplemente de relleno en alguna secuencia de masas. Su movimiento y expresividad es otro de los aspectos visuales que llaman la atención, pudiendo ver a los diminutos Hombres Hoja realizar pequeños gestos que no se suelen tener en cuenta incluso en producciones de animación de supuesto corte mucho más realista.

Como buena película de aventuras, 'Epic: El mundo secreto' otorga una gran importancia a las secuencias de acción, sucediéndose estas sin descanso a lo largo de la historia, destacando su milimetrada planificación, que hace que la abundancia de planos no afecten en ningún momento a la fluidez entre ellos. En definitiva, Chris Wedge y su equipo se nota que han trabajado con mimo todos los aspectos técnicos de esta producción para ofrecer una experiencia visual de primer orden.

'Epic: El mundo secreto'

Ausencia de personajes destacables

Pero 'Epic: El reino secreto' está lejos de ser perfecta por un grave problema en la construcción psicológica de los personajes. Nada menos que cinco escritores han sido acreditados en la elaboración del guion, y pese al gran número de cabezas pensantes, los personajes son completamente planos y no se diferencian de otros ejemplos mil veces vistos con anterioridad.

Estamos de acuerdo en que el cine de aventuras se mueve siempre bajo el mismo esquema clásico de la construcción del relato, pero esto no tiene por qué impedir dar a los personajes una serie de matices que consigan superar el formulismo. De este modo los personajes no trascienden más allá de las etiquetas de siempre, pudiendo encontrar al científico loco, el joven díscolo, el malo malísimo, el leal caballero y un largo etcétera.

Danny Elfman firma una elegante partitura que se acopla muy bien a las imágenes y que la acompaña sin resultar en ningún momento cargante o excesiva. También cabe destacar el buen hacer de sus actores en su versión original, destacando la labor de Colin Farrell y Christoph Waltz o de los jóvenes Josh Hutcherson y Amanda Seyfried.

En definitiva, se agradece al estudio la intención de ofrecer un producto diferente a lo que nos tiene acostumbrados. Lástima que la épica conseguida con su acabado visual se vea resentido por unos personajes que no logran transcender el arquetipo. Aunque más mediocres en su conjunto, 'Ice Age' al menos contaba con la presencia de Scrat y 'Río' con el simpático Blu que ayudaban a ganarse las simpatías del espectador.

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