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CRÍTICA

'Cruce de caminos', el 'Borriquito como tú' de Gosling

Aunque 'Cruce de caminos' sea una película fallida, podría asociarse con ese cine al que pertenecen la reciente 'Mud', 'Two lovers' o 'Martha Marcy May Marlene'.

Por Carlos Manuel Hernández Fernández 8 de Septiembre 2013 | 10:00

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No existe acción sin consecuencia o, dicho de otra manera, no hay consecuencia sin acción. Esta es la idea sobre la que pivota 'Cruce de caminos', la última película del autor de la desgarradora 'Blue Valentine', Derek Cianfrance. No es a la sensación de continuidad narrativa a lo que me refiero, sino a la creencia de que toda consecuencia está conectada con la cadena de actos anteriores que la han provocado.

'Cruce de caminos', el 'Borriquito como tú' de Gosling

Así nos lo muestra Derek Cianfrance al dividir el relato en tres actos totalmente diferenciados (incluso cambiando de protagonistas principales) pero enlazados entre sí por pequeños detalles, un recurso formal que confirma la atracción que siente Cianfrance por los experimentos narrativos. Cierto es que en 'Blue Valentine' su apuesta fue más arriesgada que en esta ocasión al alternar, indistintamente, varias líneas narrativas (pasado y presente), pero aquí, vuelve a romper las convenciones al construir varias corrientes narrativas separadas que confluyen en una narración mayor.

De esta manera pasamos de la historia de un motorista que se ve obligado a atracar bancos para sustentar, y así recuperar, a su recién nacido y su ex-amante, a una especie de trasunto dramático de 'Serpico' sobre las vicisitudes profesionales y personales del policía que se topa en su camino, para concluir con los efectos que las decisiones de esos dos personajes tendrán sobre sus hijos quince años más tarde. La narración mayor es, pues, el hecho de que toda decisión que tomamos en la vida, por pequeña que sea, repercute en nuestro futuro. Este hecho de ir de una historia a otra estando, a la vez, todas conectadas, es lo que evoca a filmes como 'La ronda' de Max Ophüls, pero el mayor problema reside en el hecho de que, en un giro final tan previsible y obvio como carente de interés, Cianfrance, al más puro estilo del Alejandro González Iñárritu más mediocre, cierra el círculo narrativo ajustando cada efecto a su causa para desvelar, realmente, el tema principal de la película: el Karma.

'Cruce de caminos', el 'Borriquito como tú' de Gosling

Palabras susurradas

A pesar de ello, sólo por el hipnotismo y la profundidad dramática que desprende su primer acto, ya merece la pena acercarse a ver el filme. En el terreno de las emociones subterráneas, los gestos sugeridos y las palabras susurradas es donde Cianfrance parece sentirse más cómodo. Su talento como director pasa por saber extraer, a la ficción, la máxima veracidad y conseguir que las interpretaciones de sus actores parezcan lo más genuinas posible, algo que el indie norteamericano busca constantemente y que pocas veces consigue. De esta manera, el director logra que en lugar de ver a la Eva Mendes glamurosa que pisa las alfombras rojas de los premios de turno, veamos a una frágil inmigrante hispana de clase baja luchando para sacar adelante a su familia que se muestra vulnerable ante un Ryan Gosling que vuelve a interpretar al cool antihéroe silencioso de pasado (y presente) tortuoso incapaz de redimirse de sus pecados que vimos en 'Drive' (esta vez tatuado hasta los pies). 

El actor, con su cara de palo y el excelente trabajo de contención física y psicológica con pequeños brotes de ternura que realiza (la escena donde da de comer helado a su hijo, por ejemplo), parece haber nacido para interpretar a ese personaje pero, sobre todo, es poseedor de un magnetismo del que Marlon Brando o Steve McQueen sentirían envidia. Cuando Gosling está en escena, no hay nada más en el plano que su presencia. Aunque 'Cruce de caminos' sea una película fallida, podría asociarse con ese cine al que pertenecen la reciente 'Mud', 'Two Lovers' o 'Martha Marcy May Marlene', que deconstruyen el género hollywoodiense desde postulados comerciales pero sin renunciar a ejercer una mirada personal y contundente sobre las temáticas que abordan

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