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FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN

Relaciones materno-filiales y violencia en el Zinemaldia

La Sección Oficial del Festival de San Sebastián recibe la nueva película de Fernando Eimbcke, mientras que Jia Zhangke nos trae su "perla" más violenta.

Por Adrián Peña 26 de Septiembre 2013 | 09:59

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Hay directores que restan invisibles para el público español porque nunca antes han apostado por ellos o porque su difusión en el país se ha circunscrito a festivales y a pocas salas comerciales. Directores como el mexicano Fernando Eimbcke son un ejemplo de ello. El cineasta mexicano arrasó con su ópera prima 'Temporada de patos' en los premios Ariel en el año 2004 y, su segundo largometraje, 'Lake Tahoe', le dio el reconocimiento internacional de la crítica al ganar el premio FIPRESCI. Su cine se construye a ritmo de tiempos muertos en la que la aparente simpleza de lo que vemos en pantalla contrasta con la profundidad de los temas que sus películas abordan. De esta manera, en sus largometrajes encontraremos multitud de momentos en los que los personajes pasan el rato, deambulan de un lado al otro o, simplemente, hablan sobre temas cotidianos mientras son observados por la mirada estática de Eimbcke. El mexicano empezó trabajando como director de foto fija, de ahí que en sus películas, salvo poquísimas excepciones, la cámara resta inmóvil durante todo el metraje. Una decisión formal que opta por observar más que por guiar al espectador hacia una conclusión a la que llegar.

Equipo de Club Sandwich

'Club sándwich', su última película, se presentó ayer en la Sección Oficial del Festival de San Sebastián y, se puede decir abiertamente, se trata de su mejor película. Seguramente todo hombre recordará sus primeros pelos del bigote, la primera vez que tuvo que usar desodorante para disimular el olor corporal, sus primeros deseos carnales o sus primeros escarceos sexuales. Seguramente toda madre recordará el momento en que dejó de mirar a su propio hijo como un niño para mirarlo como a un hombre. De eso trata 'Club sándwich', de la relación materno-filial entre un niño en los inicios de la pubertad y una madre que debe aceptar que su hijo se hace mayor. Como es habitual en Eimbcke, todo está narrado con la menor intervención posible y con un sentido del humor tan sutil que en muchas ocasiones es casi imperceptible, sin embargo, bajo esa aparente simpleza se esconde la mirada de un director que consigue conectar su historia con la audiencia y contar mucho con casi nada.

A Touch of Sin

Una historia de violencia

Avalada por el premio al mejor guión que le otorgaron en el pasado Festival de Cannes, 'A Touch of Sin' (titulada en España como 'Un toque de violencia') del cineasta chino Jia Zhangke se presentó ayer en la sección de Perlas. Una película difícil de digerir por varias razones. Algunas de ellas son sus 135 minutos de duración, escenas violentas rodadas de manera frontal y un acercamiento pausado y reflexivo sobre la historia.

A pesar de ello, se trata de uno de los más fascinantes estudios sobre la violencia que el cine ha dado últimamente. Zhangke divide la película en cuatro historias para radiografiar a una sociedad (la china, aunque podría ser cualquiera) corroída por la violencia. 'A Touch of Sin' se trata de un estudio generacional y estamental de la violencia y sus diferentes manifestaciones que, en ocasiones, se puede leer en clave de un spaghetti western de Sergio Leone o Sergio Corbucci. Desde el hombre justo hasta las nuevas generaciones, pasando por un padre de familia o una inocente trabajadora, todos los estratos sociales están carcomidos por una violencia que llega siempre en forma de explosión contenida, fría y seca, de ahí que la narración sea anticlimática y exista un vaciado emocional en las historias porque, ¿qué sentimientos hay en una sociedad amoral? Demoledora.