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CRÍTICA

'La vida de Adèle': Una epidérmica celebración del amor y la feminidad

La flamante ganadora de la Palma de Oro llega a nuestras pantallas. La historia de amor de Abdellatif Kechiche está protagonizada por Léa Seydoux y Adele Exarchopoulos.

Por Adrián Peña 25 de Octubre 2013 | 10:05

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Adèle es una candorosa adolescente de mullidos mofletes, mirada inocente y poseedora de una hipnótica belleza natural. Ya sea con un moño improvisado o con el pelo suelto y alborotado, recién levantada o arreglada para salir de fiesta, engullendo espaguetis recién hechos o devorando un kebab, riendo a mandíbula batiente o con el rostro inundado de lágrimas, la joven desprende una luz capaz de llenar la pantalla con su sola presencia y encandilar a cualquiera. Ella es una dulce quinceañera en plena exploración emocional y fisiológica. Rastrea su cuerpo en busca de un deseo afectivo y físico revelador de su sexualidad. Una bisoña adolescente ensimismada con la vida que esconde en su interior a una romántica idealista con inquietudes intelectuales y que cree en el amor a primera vista. No sólo lo cree, sino que lo experimenta en sus propias carnes al cruzarse en su camino una chica con el pelo teñido de azul, una estudiante de Bellas Artes mayor que ella que la inicia en el amor, la pasión y en la vida. Ese furtivo cruce de miradas entre ambas da comienzo a uno de los recorridos vitales más íntimos y precioso que uno recuerda en una pantalla de cine.

La vida de Adele

En la oscarizada 'La lista de Shindler', Steven Spielberg necesitó alrededor de tres horas para relatar la gesta histórica del empresario alemán interpretado por Liam Neeson. Aproximadamente la misma duración necesitó para contra esa odisea en plena Segunda Guerra Mundial de un grupo de soldados capitaneados por Tom Hanks en 'Salvar al soldado Ryan'. La misma duración necesitó Terrence Malick para su 'La delgada línea roja', Stanley Kubrick para su 'Barry Lyndon' o Martin Scorsese para su 'Uno de los nuestros'. Una duración que parece estar reservada sólo a narraciones épicas, históricas o de complejas ramificaciones argumentales y vetada a relatos intimistas, pero, ¿qué hay más épico que el primer amor?, ¿qué hay más complejo que el paso de la adolescencia a la etapa adulta?, ¿qué son tres horas en comparación a tres años de vida?.

La fisicidad de Kechiche

Abdellatif Kechiche cree que una historia de una profundidad dramática y una evolución de personajes con un arco emocional tan completo como 'La vida de Adèle', debe ser explicada en 180 minutos. Acierta de lleno. Esa duración no sólo dota al filme de grandiosidad, sino que ayuda al espectador a contemplar el crecimiento de los dos personajes principales con el paso del tiempo, la mutación sentimental que sufren y la influencia que ejercen el uno en el otro en su proceso de maduración personal (que tiene como culmen la bellísima secuencia donde Emma le descubre por primera vez a Adèle cómo saben las ostras).

La vida de Adele
El filme está dividido en dos partes (dos capítulos, como dice el título en versión original) separadas entre sí por una brusca elipsis que recuerda (por la transformación que sufren los personajes) a la de Michael Cimino en 'El cazador', en la que, Adèle, pasa de niña a mujer. Un camino hacia la madurez y el aprendizaje personal que se siente cercano, inmediato, veraz. Todo un triunfo del naturalismo, del llamado cinema verité. Pocas veces los actos naturales como el comer, el dormir, el acto sexual o el llanto han sido filmados de manera tan frontal y con tanta naturalidad como lo hace el director tunecino. La fisicidad con la que Kechiche filma 'La vida de Adèle' es tan epidérmica que, en ocasiones, los cuerpos y la cámara se funden en uno convirtiendo el relato en una experiencia física de una épica intimista abrumadora.

La anterior mención a Spielberg no ha sido baladí. Que el cineasta norteamericano, judío y con fama de conservador, premiara en el pasado Festival de Cannes una película tan rompedora y con unas escenas de sexo (y encima lésbico) tan explícitas como la de Kechiche, demuestra que lo que cuenta 'La vida de Adèle' es universal, no entiende de sexos. Que la relación amorosa sea entre dos mujeres es un hecho que va más ligado al universo de Kechiche que con el deseo de epatar. Por encima de cualquier tipo de polémica sexual, 'La vida de Adèle' es una sublime celebración del amor y de la feminidad, una constante en la filmografía de Kechiche que lo conecta directamente con el cine de Claire Denis. Las dos protagonistas son mujeres libres, sin ataduras morales ni sociales, independientes y sin miedo de expresar sus sentimientos pese a las circunstancias que les rodean.

Ambas se enamoran y, Kechiche, nos invita a recorrer las diferentes etapas de esa relación sentimental y, por ende, de su crecimiento individual. Adèle descubre el amor mientras saborea la vida y nosotros lo sentimos, lo palpamos, lo tocamos. 'La vida de Adèle' se mete bajo tu piel y amenaza con quedarse por siempre jamás. No se la pierdan.