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CRÍTICA

'El consejero': Todo cae por su propio peso

Pese a tener un reparto de excepción y un director como Ridley Scott detrás de las cámaras, no tiene un guión escrito para cine, por mucho que esté Cormac McCarthy detrás de él.

Por Carlos Manuel Hernández Fernández 26 de Noviembre 2013 | 10:00

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Una cosa hay que reconocer de 'El consejero', y es que ha conseguido atraer a la flor y nata de Hollywood con un reparto apabullante, además de un director reconocido detrás de las cámaras y nada menos que a un premio Pulitzer en su guión. Todo ello queda muy bien escrito en el papel, pero una vez en movimiento, la escena es otra, y si bien siempre es de aplaudir apuestas como ésta, alejadas de remakes, secuelas y superhéroes, es cierto también que tras ver la última obra de Ridley Scott, la sensación final es algo agridulce, ya que aunque cuenta con algunas escenas muy potentes y un Michael Fassbender en estado de gracia, también abusa de unos diálogos demasiado 'pesados', no solo por la gran cantidad de ellos y lo largos que se pueden hacer, sino por esa sensación de que todos los personajes en esta película, tienen algo importante que decir al mundo.

'El consejero': Todo cae por su propio peso

La sinopsis del largometraje nos presenta la historia de un abogado con problemas económicos que decide meterse en el mundo de las drogas para ganar dinero fácil, sin caer en la cuenta de los peligros que acarrean para él y los que más quiere. Nos encontramos pues con un argumento que, mediante una propuesta simple, pretende llevar de manera brutal y realista todas las consecuencias de meterse en un mundo hostil como es el de tráfico de drogas, donde la avaricia y el dinero fácil son los únicos amigos de unos personajes que por momentos, les cuesta mantenerse creíbles ante la corriente filosófica de sus conversaciones y reflexiones, que más que acercarnos a la vertiente más personal de ellos, lo que consigue es alejarnos de una trama que es algo complicada de seguir, y en la que no sabes qué está pasando hasta que ocurre una tragedia.

El papel principal ha recaído en Michael Fassbender, un actor que a mi parecer, es de lo mejorcito que ha aparecido en pantalla desde hace tiempo. La entrega que muestra el actor en pantalla siempre es plausible, más con un papel en el que hará un viaje desde sus sueños a las pesadillas, y la verdad es que su personaje es el más creíble de toda la trama, ya que mientras sus compañeros tendrán diálogos en los que parece que están sentando cátedra, el rol de Fassbender de hombre desesperado que ha visto el camino fácil sin pensar en las consecuencias de ello, hará que todo lo que le ocurra sea más duro, ya que su papel tiene unos matices de inocencia muy bien escogidos, lo que hará que nos sintamos más identificados con él, ya que en momentos ni él mismo puede creer cómo están evolucionando las cosas.

El personaje de Brad Pitt en el filme tiene algunas incoherencias en su personalidad, ya que expone estar preparado para todo, pero peca de débil en los puntos más obvios. Eso no quita que su rol sea correcto, ya que no se saldrá de lo que está acostumbrado a hacer por contrato: un atractivo mujeriego con ese aire de saber siempre de dónde vienen los golpes. Su misión en el largometraje también es, en su papel de filósofo, como todos en el filme, el de sermonear al protagonista sobre lo malo que es el ser humano y lo muy capaz que es de hacer cualquier cosa, y pese a que en ocasiones sus advertencias harían que cualquiera saliera corriendo y dejara de hacer lo que sea que fuera a hacer, sigo sin creer que alguien tan previsor cómo es éste personaje, peque de ser en ocasiones tan obvio.

'El consejero': Todo cae por su propio peso

Uno de los mayores atractivos que tenía esta cinta para mi, era volver a ver al señor Bardem en la gran pantalla con otro gran papel, y a su vez, ya solo viendo las tráiler y la caracterización del personaje, ya suponía que le había tocado ser el malo de la producción, no sé por qué, pero he estado equivocado y he caído en el cliché de sus últimos roles, y a su vez, Bardem ha caído en el equívoco de intentar dar personalidad a su personaje solo con el vestuario. También es cierto que los diálogos que le han tocado al actor chocan con la imagen que muestra en pantalla, ya que no es muy creíble su verborrea siendo un excéntrico empresario que tiene como mascotas a un par de pumas. Siempre he valorado mucho la carrera del actor español, y en serio, es un orgullo verlo en una producción como ésta, pero también pienso que no todo vale para aparecer con tal reparto y director, ya que puede que sobre el papel su personaje fuera atractivo, pero en pantalla, parece una parodia.

Cameron Diaz hace una cosa, y la hace muy bien, y es mantener un aura de arpía sin sentimientos durante todo el metraje. En serio, hay una escena en la que simplemente está andando a cámara, y que por un momento hasta puede parecer larga y algo desubicada en el metraje, pero es que el verla es todo un espectáculo. Me imagino a Ridley Scott en la sala de montaje viendo de nuevo los andares de Diaz y diciendo: "Madre mía, esto hay que meterlo sí o sí". Con este ejemplo quiero dejar constancia de que Diaz, efectivamente, no es que tenga un gran repertorio en la película, pero lo que hace lo hace muy bien, pese a que como a todos, sus diálogos muestren a una filósofa nihilista en potencia, a la cual le preguntas si hoy a dormido bien y es capaz de contarte una parrafada sobre que los sueños son como son porque el bien y el mal es un acto humano y los sueños son siderales y la barrera entre la realidad y el mundo de Morfeo carece de bondades y maldades... Verborrea como todos, clara y evidente referencia a la Muerte en su personaje, y madre mía, qué andares.

El personaje más humano de toda la producción ha caído en los hombros de Penélope Cruz, una actriz con la que yo personalmente no cuento con una preferencia en especial, pero que en este papel se muestra ubicada, exacta, creíble y precisa, y sin duda, es un contrapeso que pone los pies en el suelo al espectador después de tanta cháchara filosófica. La actriz hace de prometida del protagonista, una víctima colateral de los trapicheos de su querido, que aún así, hará que su amor sea más fuerte que todo ello, y sobre todo, hace que mediante su inocencia y transparencia, sea una chica por la que vale la pena luchar. Sus apariciones en pantalla no serán muy numerosas, pero eso sí, cuándo lo hace es para momentos con una gran carga emocional, por lo que los picos de actuación de la actriz son muy elevados, y es algo que se le agradece, ya que ha tenido la suerte de no ser una pseudo filósofa.

'El consejero': Todo cae por su propio peso

Demasiado pesado

Ridley Scott ofrece en este filme una muestra más de su experiencia detrás de las cámaras, y ha conseguido mostrarnos unas cuantas escenas muy emblemáticas y sádicas en algunas ocasiones, sin querer destripar nada, pero que una vez visto en pantalla es todo muy realista y bizarro, eso sí, cuando la ocasión lo requiere. Eso sí, al encontrarnos ante un filme en el que mucho tiempo son sus personajes en un frente a frente hablando, vemos cómo el director ya casi no saber qué hacer para hacer algo más ágil tanta conversación, y mientras que en algunas va intercalando planos que describen lo que están conversando, en otros y por requerimiento de la historia, se ha tenido que quedar en el sitio, y es ahí donde podemos ver cierta impaciencia en el director, llegando incluso a hacer algún zoom a la cara del protagonista con cámara en el hombro mientras éste está escuchando su réplica, algo que puede quedar bien si eres Tarantino en 'Django desencadenado', pero que aquí muestra que ni Scott sabía que hacer con tanta cháchara.

Si bien cuando salí del cine dije, "Muy bien me ha gustado la película", y en ese momento hubiera escrito una crítica diferente, cuando pasa el tiempo y dejo reposar las ideas, veo toda la imagen desde más lejos y soy más realista, aunque en algo acerté cuando salí del cine y ahora que lo plasmo en palabras: Cormac McCarthy ha escrito un libro, no un guión. La película muestra las enormes ganas del novelista en contar su historia con palabras, algo básico en un libro, pero que no es posible de llevar de manera creíble a la gran pantalla, lo cual demuestra el abismo entre escribir para un libro y escribir para cine: son cosas completamente diferentes. Es por ello que en cada personaje veamos la ambición del escritor en ser relevante, en que cada palabra pese, y todo es tan prepotente que acaba siendo cansado y demasiado espeso, lo cual es una pena. Aún así, este filme ofrece imágenes potentes, algún punto de asombro en el espectador, una banda sonora muy bien elegida (un detalle que quería resaltar) y alguna que otra escena memorable. Se puede ver si vamos bien descansados y estamos atentos a todo, y quiero creer que gana en su segundo visionado, aunque una vez disfrutada por primera ocasión, no tengo muy seguro querer repetir sin una pizarra al lado para apuntar las máximas y secretos universales que nos desvelan sus filosóficos protagonistas.