å

CRÍTICA

'Ocho apellidos vascos': Polos opuestos que atraen

Dani Rovira y Clara Lago protagonizan una comedia romántica en la que un sevillano y una vasca lograrán hacernos reír a base de tópicos y nos conquistarán a base de química.

Jesús Agudo
Por Jesús Agudo Más 11 de Marzo 2014 | 10:45
El redactor más veterano de esta web. Palomitero y fan de que las series estrenen un capítulo por semana.

Comparte:

Ver comentarios (8)

En menudo berenjenal pudo haberse metido Emilio Martínez Lázaro con una película que contrapone los tópicos asociados a los andaluces y a los vascos. Aunque en España solemos saber reírnos de nosotros mismos, el director de 'El otro lado de la cama' se ha subido a una cuerda floja en la que un chiste mal lanzado puede desencadenar una guerra civil. Pero 'Ocho apellidos vascos' consigue superar la prueba y sacarnos unas cuantas carcajadas por el camino.

Ocho apellidos vascos

Dos territorios separados por una península. Dos formas de ver la vida bastante diferentes. Todo en un mismo país. Amaia y Rafa, o lo que es lo mismo, Clara Lago y Dani Rovira, viven una historia de amor basada en el famoso dicho "polos opuestos se atraen", bañada con rebujito y txakoli. Él es sevillano, zalamero y conquistador, ella es vasca, independiente y más basta que un arado. ¿Cómo puede surgir la chispa entre ellos? Un acto de fe y un bolso perdido inician un viaje inolvidable hacia la Euskadi profunda.

Aunque una historia de supuestos incompatibles no es ni mucho menos original, 'Ocho apellidos vascos' llega a lograr con creces su cometido de construir una situación absurda y darle un giro hacia la ternura. La película sabe utilizar muy bien al principio el "choque cultural" para despertar el interés a base de oleadas de humor. Poco a poco irá cobrando peso la relación de los dos protagonistas, de ellos con sus padres (los verdaderos y los de pega), y sin perder la risa va alcanzando nuestro corazón, algo similar a lo que ocurría en 'No controles' de Borja Cobeaga (que firma el guión de ésta junto a Diego San José).

Gran parte de la culpa de que ese derroche de sentimiento es cosa de sus cuatro actores y actrices principales. La conexión entre Dani Rovira y Clara Lago es realmente increíble, son una de esas parejas que funcionan a la perfección juntos en pantalla. Ella, a pesar de ser de Madrid, vuelve a sacar una mala leche que cualquiera diría que no es del País Vasco de toda la vida. Es una pena que se desinfle demasiado rápido, nos deja con ganas de escuchar más borderías. Pero defiende su papel con mucha soltura, como siempre lo ha hecho. Las mujeres fuertes son su especialidad. Realmente sorprendente es Dani Rovira, que demuestra andar comodísimo en la interpretación, sin un micrófono de monólogos delante (aunque la película comience así). Esa facilidad para cambiar de acentos y esa pose de "bonachón" consiguen crear a un personaje que nos hará sonreír desde que aparece en escena. Un acierto haber contado con él para interpretar al andaluz que intentará robar el corazón de la vasca.

Junto a la pareja protagonista, contamos con Karra Elejalde y Carmen Machi completando el cuarteto del cartel. Carmen Machi encarna a Merche, una mujer que se fue a Euskadi por amor, y que se hace pasar por la madre de Rafa. Su personaje es el más pequeño de los cuatro, pero Machi hace que funcione la relación de "madraza" con un cierto toque "metomentodo". Aunque es Karra Elejalde el que se convierte en todo un robaescenas. El actor saca a relucir cada gen del norte que tiene, que son muchos, y nos presenta al padre de Amaia, especialista en dar palmadas en la espalda que nos dolerán desde la butaca. Cada vez que abre la boca nos dará alguna razón para echarnos a reír.

Ocho apellidos vascos
Emilio Martínez Lázaro dirige con gran éxito a estos cuatro intérpretes en una historia muy bonita, que cuenta con algún momento de flojera pero que funciona en general como comedia romántica con denominación de origen. De no ser por ellos cuatro y lo bien que funcionan, la película habría quedado muy coja, pero sus diálogos llenos de puyas y el uso de los tópicos hacen de 'Ocho apellidos vascos' una película realmente entretenida y disfrutable.

"Esto son un vasco, un andaluz..."

Todos hemos reído alguna vez con algún chiste del tipo "esto son un vasco, un andaluz y un gallego...", y esta película sabe montarse muy bien el guión a través de esos estereotipos. Pero lo hacen con clase, dejando ver que los tópicos existen por algo, pero que todos somos mucho más de lo que marca nuestro lugar de nacimiento. Los andaluces serán llamados vagos y saldrán trajes de sevillanas, los vascos seguirán siendo unos bestias y revolucionarios, pero no hay mejor tratado de paz que esta película en la que ninguno de los dos bandos sale perdiendo. Como ponferradino que soy, no puedo hablar por vascos o andaluces, pero es difícil que la sensación de ultraje ataque a un espectador de mente abierta y ganas de reírse. Eso sí, visto el fantástico arranque de la película, se echa de menos más tiempo en Sevilla para que la "batalla" estuviera más igualada. Creo incluso que la película debería haberse salido un poco más del terreno seguro, y haber tirado un poco más de la cuerda, por el bien de la comedia. Eso, y darles más tiempo en pantalla a Alberto López y Alfonso Sánchez.

'Ocho apellidos vascos' resulta ser una comedia muy divertida, entretenida y con sentimiento, protagonizada por cuatro actores con mucho arte. Una razón más para disfrutar con la riqueza de un país como el nuestro, de nuestra cultura y nuestra personalidad. Pero, sobre todo, de nuestro humor y salero.

Películas