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JOVEN PROMESA

El amor le queda grande a Javier Giner

'El amor me queda grande' es el cortometraje de Javier Giner, que compite en el Festival de Málaga y ya se ha ganado el aplauso de la crítica y el corazón de aquellos que lo han visto.

Por Adrián Peña 27 de Marzo 2014 | 16:00

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Javier Giner. Apunten este nombre. Este baracaldés afincado en Barcelona se postula como uno de los nombres del cine español a tener en cuenta en los próximos años. ¿El motivo? 'El amor me queda grande' (apunten también este título), el cortometraje que él mismo ha producido con su productora Actus Producciones, S.L. y que por fin ve la luz después de seis años de gestación.

Javier Giner en el rodaje de 'El amor me queda grande'

La primera parada fue la Semana del Cine de Medina del Campo en Valladolid, el festival de cortos más prestigioso de España, donde se llevó la Mención del Jurado Senior y, esta semana, está compitiendo en la sección oficial de cortometrajes del 17 Festival de Málaga donde mañana se sabrá si se lleva la Biznaga de Plata para casa.

Rasque o no premio en Málaga, 'El amor me queda grande' ya se ha ganado el aplauso de la crítica y el corazón de todos aquellos que lo han visto y es que no es para menos. El cortometraje de Javier Giner respira cinefilia y talento por todos sus poros y, lo que es mejor, madera de auténtico cineasta o, como él prefiere autodenominarse, 'cuentista'.

Lo que cuenta es el encuentro en un parque cualquiera entre Samuel, de diez años y su amor de toda la vida Lucía, de doce. Ella es una especie de mini Margot Tenenbaum con el poder de seducción de Barbara Stanwyck y el salero propio de cualquiera de las mujeres poderosas de los filmes de Pedro Almodóvar. Él es como la versión cándida e infantil de Fred MacMurray, dispuesto a hacer lo que sea por la mujer que ama, por muy rocambolesco y perverso que el plan parezca.

De Billy Wilder a Otto Preminger

A partir de ahí, 'El amor me queda grande' nos depara veinte minutos de cine en mayúsculas. Un precioso homenaje al cine negro y el melodrama de los 40' y 50' adobado con el humor propio del primer Wes Anderson, por el que se pasean con soltura Douglas Sirk, Otto Preminger o Billy Wilder. Un cortometraje cuidado hasta el más mínimo detalle, desde los atractivos créditos iniciales hasta los finales, pasando por la música, la fotografía, la planificación visual y, sobre todo, el trabajo de los dos niños actores protagonistas, Lucía Carballo e Izan Corchero, que consiguen transmitir las miradas, las entonaciones y los gestos adecuados a cada momento de la obra.

El amor me queda grande

Por si fuera poco, a medida que la historia de Lucía y Samuel llega a su fin, uno se percata de que, en el fondo, 'El amor me queda grande' se trata de una emotiva carta de amor al arte de contar historias. A la imaginación sin límites (ni edades). Al don innato e incontrolable de aquellos que han nacido para contar historias y eso es precisamente lo que Javier Giner es: un cuenta-historias nato. Bravo.