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PRECRÍTICA

'Sexo en Nueva York', tortura china

Infumable e innecesaria coletilla a modo de comedia romántica que defenestra todas las virtudes de una serie incisiva y genuinamente provocativa.

Por Óscar Martínez 18 de Junio 2008 | 18:10

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Junto a 'El increíble Hulk', el plato fuerte del próximo fin de semana es la adaptación cinematográfica de la popular serie de HBO 'Sexo en Nueva York', avalada por numerosos premios a lo largo de sus casi cien episodios.

Escrita y dirigida por Michael Patrick King, ya tras las cámaras en la serie original, la película cuenta con la participación de Sarah Jessica Parker, Kim Cattrall, Cynthia Nixon, Kristin Davis, Chris Noth, Jennifer Hudson, Jason Lewis y Evan Handler entre otros.

En ella, Carrie Bradshaw, la columnista más deslumbrante del "New York Star", quien vuelve con su famoso ingenio totalmente intacto y más agudo que nunca para narrarnos su propia historia. Por su parte, Samantha , Charlotte y Miranda continúan viviendo al límite compaginando trabajo e intensas relaciones, mientras descubren los secretos de la maternidad, el matrimonio y los lujos de Manhattan.

El príncipe que se convirtió en rana

Casi dos horas y media se prolonga la torura que supone el visonado de 'Sexo en Nueva York: la película', tanto para neófitos como para adoradores de la serie original, y es que nada queda de aquellos personajes creados por Darren Star -padre también de 'Sensación de vivir' y 'Melrose place'- en base a los caracteres de Candance Bushnell.

El ingenio, el humor, el sarcasmo y, por encima de todo, ese inequívoco perfil de un grupo de mujeres independientes en un mundo eminentemente de hombres en busca de una quimérica felicidad sucumben ante la comedia romántica barata que se alterna puntualmente con gags zafios más propios del cine teenager más estúpido. Si la serie original, ya fuera por sus desinhibidos diálogos o por su abierto profeminismo, podía llegar a incomodar a buena parte del espectador masculino medio, Sexo en Nueva York: la película logra abochornar a ambos sexos por igual, en una suerte de paralelismo chabacano de la fábula de Cenicienta que, en realidad, se encuentra más cerca del prototipo Barbie.

El glamour se transforma en esnobismo y tediosos desfiles a cargo de Sarah Jessica Parker, y las vicisitudes del amor en tópicos relamidos que se repiten y mastican hasta niveles que pueden llegar a insultar la inteligencia del espectador, mientras que su mordaz diatriba vaginal desaparece por completo para limitarse a alternar puntualmente la palabra polla en sus diálogos del mismo modo que una película de Tarantino o Guy Pearce (con todos mis respetos) lo haría con Fuck.

No se trata de que a uno le guste o no la serie original, pues 'Sexo en Nueva York: la película' derrumba uno por uno todos los (de)méritos de su propuesta original para transmutarse en un vácuo entretenimiento recubierto de alhajas que se alarga hasta la extenuación. No busquéis diálogos inteligentes, no busquéis ese punto de vista diferente y novedoso que hacía de la serie algo original, pues tan sólo encontraréis el último capítulo doble de una telenovela de sobremesa engalanada de Prada y Versace.

Infumable, se mire por donde se mire.