å

CRÍTICA

'Solo los amantes sobreviven': Vampirismo hipster

Jim Jarmusch utiliza el subgénero vampírico para narrar una sugestiva historia de romanticismo decadente.

Por Jorge R. Tadeo 10 de Junio 2014 | 10:40

Comparte:

Ver comentarios (1)

'Solo los amantes sobreviven' es el regreso a las salas de uno de los símbolos del cine independiente norteamericano de las últimas dos décadas: el ya sexagenario Jim Jarmusch. El cineasta de Ohio regresa tras la incomprendida 'The Limits of Control' de 2009, con una sorprendente historia de vampiros sibaritas y nostálgicos en un mundo decadente que, aunque pudiera parecer a priori un salto hacia terrenos ajenos al cineasta, acaba por constituir otra de esas historias por las que el director siente predilección: aquellas que sitúan a sus personajes centrales perdidos en un tiempo y un espacio que les resulta ajeno o incómodo.

Solo los amantes sobreviven

A través de un sofisticado guión, Jarmusch desgrana una revisionista historia de vampiros que se desarrolla en la actualidad, protagonizada por dos seres que llevan varios siglos presenciando los logros y miserias de la humanidad. Por un lado Adam (Tom Hiddleston), un vampiro taciturno, melómano y coleccionista de guitarras, que vive en la decadente (y fascinante) noche de Detroit como compositor de temas de corte fúnebre sin salir apenas de su hogar; un auténtico ermitaño apartado de un mundo por el que siente hastío. Por otra parte Eve (Tilda Swinton), su enamorada que regresa de su retiro en una exótica, excesiva y mágica Tánger para propiciar un reencuentro que les salve de su nihilismo existencial.

La película se basa en los largos parlamentos existencialistas de sus protagonistas, que reflexionan sobre el devenir de la humanidad, casi siempre con en un tono pesimista y nostálgico, mientras vagan por la noche de una destartalada e hipnótica ciudad del motor, que se erige en elocuente símbolo de esa decadencia sobre la que los personajes divagan. El conjunto, no exento de un peculiar sentido del humor, destila un aroma a romanticismo decadente que nos hace pensar en el film como en un 'Antes del anochecer' en versión vampírica. No hablamos por tanto de un film de género, sino de una de vuelta de tuerca al mismo como vía para contar una historia muy afín a las obsesiones que han poblado siempre la filmografía del director estadounidense (el amor perdido, el paso del tiempo, la soledad...).

Solo los amantes sobreviven

Junto a los dos edénicos protagonistas, irrumpen los personajes de John Hurt, un vampiro erudito que presume de haber sido 'el negro' de William Shakespeare y Mia Wasikowska, que ejerce de inoportuna hermana de la protagonista y representará un inesperado incordio en el idílico encuentro de los amantes. Hurt tiene una aparición curiosa y poco relevante, pero siempre nos gusta disfrutar de la mera presencia de tan fantástico actor británico. Por su parte, Wasikowska encarna un rol clave para dar un giro dramático a la trama. Un giro que sin embargo distrae y aparta a la película de su atmósfera subyugante y la fascinación que la pantalla provoca cuando se limita a capturar a los amantes solos en medio de la oscuridad.

Mordiscos con química

Tom Hiddleston, al que el gran público conocerá por su papel de Loki en 'Thor', es una grata sorpresa en la piel del melómano y depresivo protagonista, junto a una Tilda Swinton que vuelve a mostrarse en estado de gracia en uno de esos papeles extravagantes y sinuosos que borda en todos sus matices. Ambos lucen una notable y enfermiza química al encarnar a estos seres inmortales que se dedican durante dos horas a ejercer de cronistas culturales en sus largos diálogos en los que mencionan a Shakespeare, a la discográfica Motown o la historia del Teatro Michigan, como dos suscriptores de la revista 'Rockdelux' adictos a la programación de La 2.

Solo los amantes sobreviven

Bromas aparte, la película es una sugestiva y "agradecible" vuelta de tuerca al sempiterno y a veces fatigoso subgénero vampírico que contiene guiños y referencias continuas a la contracultura, convirtiéndose en una obra que puede fascinar a los afines al universo hipster e irritar a cierta audiencia que facilmente la tachará de pedante. Es en cualquier caso un original regalo para los seguidores de Jarmusch y una obra recomendable para aquellos que disfruten paladeando rarezas de atmósfera envolvente y romances decadentes con sello de autor. Más que interesante.