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PRECRÍTICA

'Líbranos del Mal', dejad que los niños se acerquen a mí

El documental dirigido por Amy Berg se antoja excesivamente agresivo para con la Iglesia, acto innecesario cuando los hechos hablan por sí solos.

Por Óscar Martínez 24 de Julio 2008 | 08:24

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Dirigida por Amy Berg, 'Líbranos del mal' ('Deliver us from evil') llegará a nuestras pantallas el próximo 25 de julio.

Este documental se centra en los escándalos sexuales de la Iglesia Católica en Estados Unidos, concretamente en la figura del padre Oliver O'Grady, el más conocido pedófilo de la historia de la iglesia moderna. Depredador sexual compulsivo, carente de remordimientos, O'Grady usó su encanto y su autoridad como líder religioso para violar a docenas de niños de familias católicas por todo el norte de California durante más de 20 años. A pesar de los indicios y las quejas de varios feligreses, la jerarquía de la Iglesia urdió un elaborado plan para enmascarar sus delitos y desacreditar a sus acusadores mientras trasladaban al padre O'Grady de parroquia en parroquia. Unos documentos internos de la iglesia demuestran que violó y sodomizó con el pleno conocimiento de sus superiores.

Escalofriante documental el que nos presenta Amy Berg, si bien llega a nuestras pantallas con dos años de retraso: fuera de la controversia que pueda llegar a provocar tan espinosa temática, 'Líbranos del mal' es un documental sobrecogedor, crudo y que apenas sí se decanta por el sensacionalismo, exceptuando ciertas secuencias puntuales en las que determinados entrevistados terminan por derrumbarse y un in cescendo final abiertamente hostil para con la institución clerical.

Mordiente crítica y desoladora realidad

Sin duda alguna, las escenas más escalofriantes de Líbranos del mal provienen no de los hoy día adultos que antaño fueran sometidos a abusos, si no del testimonio en primera persona del propio padre O'Grady, quien sorprendente aceptó colaborar en la elaboración de este desgarrador documental: sobrio, afable y plenamente consciente de sus actos, el padre O'Grady describe en diversos pasajes, sin inmutarse y con todo lujo de detalles, todo tipo de abusos sexuales cometidos a lo largo de veinte años, desde inocentes tocamientos a la práctica del sexo oral, pasando por la violación de un bebé de nueve meses.

La náusea y el horror de dichos actos, empero, torna en manifiesta indignación a medida que avanza el metraje de Líbranos del mal, pues la figura del padre O'Grady va quedando desplazada a un segundo plano en favor de una visión más global, en la que descubrimos cómo altos dignatarios de la Iglesia Católica estadounidense encubrieron los actos del padre O'Grady a través de ayudas políticas o, simplemente, sobornos, ya fuera por evitar el escándalo o, en casos puntuales como el del cardenal Mahony, para mantener un currículum limpio que les permitiera ascender escalafones en la jerarquía eclesiástica, llegando incluso a implicarse al actual Papa Benedicto XVI.

Por contra, el documental de Amy Berg peca quizá de cierta gratuidad, no en los incontestables hechos acaecidos, si no en su visión eminentemente negativa de la Iglesia Católica, descrita poco más o menos como una organización empresarial -comparada incluso con la Mafia- que ha perdido sus propios principios morales; no es que un servidor no esté de acuerdo con dicha definición, pero lo cierto es que no resultaba necesario ensañarse de un modo tan abierto con la Iglesia Católica como lo hace el film a medida que avanza, pues los propios actos hablan por sí solos.

Por ello, a pesar de los escandalosos datos y cifras que se barajan, 'Líbranos del mal' se nos presenta abiertamente antriclerical y, por ende, innecesariamente subjetiva y unilateral, cosa que habría podido evitarse si el documental hubiera adoptado un aire más comedido o, todo hay que decirlo, si la Iglesia Católica hubiera accedido a intervenir en él para defender su postura. Del mismo modo, su tramo final se nos antoja excesivamentre dilatado y precindible, con el infructuoso viaje a Roma llevado a cargo por algunos de los agredidos, concediéndonos algunos de los momentos más sensacionalistas del documental.

Así y todo, merece ser visto.

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