å

CRÍTICA

'St. Vincent': Los santos no se rinden

La última película de Bill Murray llega a España tras ser uno de los grandes éxitos de taquilla del cine independiente americano de este año.

Por Alejandro Rodera Herrero 11 de Diciembre 2014 | 10:00

Comparte:

¡Comenta!

No hay muchos actores que sean capaces de irradiar carisma y llenar la pantalla en cada película que hacen. Actores que pueden hacer grande una película sencilla sólo con su notable presencia. Ese es el caso de Bill Murray y en 'St. Vincent' no iba a ser menos, una vez más logra hacerse con todas las miradas y destacar en una película cuyo guión le viene como anillo al dedo.

 Bill Murray es el protagonista de 'St. Vincent'

El actor de 64 años sigue dejando muestras de su llamativa personalidad y aunque probablemente no vaya a pasar a la historia como el nuevo Jack Lemmon o como uno de los grandes intérpretes del cine, Murray está siendo capaz de saltar del drama a la comedia en registros totalmente diferentes, sin encasillarse ni acomodarse en un solo género. Es por eso que un actor capaz de aparecer en films tan diferentes como 'Space Jam', 'Life aquatic', 'Lost in Translation' y 'Flores rotas', y que se desenvuelve con habilidad según las exigencias de cada película, es el mejor actor para encarnar al protagonista de 'St. Vincent', que baila entre el drama y la comedia sin ahogarse en ninguna de ellas.

La película se centra en Vincent, un hombre de avanzada edad que gasta su tiempo y su dinero en carreras de caballos, bares, una prostituta rusa... por lo que sus finanzas se encuentran en declive. Cuando una madre y su hijo, Oliver, llegan al barrio de Vincent, este acabará estrechando lazos con el niño al aceptar ser su canguro mientras la madre trabaja. Esta relación entre el hombre mayor y el niño es el motor de la película, ya que se creará una especie de simbiosis entre ambos, y conseguirán aprender cosas el uno del otro. El personaje de Vincent puede sonar a cliché, el típico viejo gruñón atormentado por su pasado -con Vietnam asomando por los marcos de las fotos- y que tras esa fachada de arrogancia y dureza, adquiridas por culpa de una vida que no ha sido muy agradecida, resulta que se esconde alguien que se preocupa por los demás. Pero el director y guionista de la cinta, Theodore Melfi, no se queda en lo obvio y consigue crear un personaje al que amas y odias y que en última instancia es todo un reflejo de la realidad, ya que nunca conocerás a alguien a quien puedas definir sólo con un adjetivo, ya sea positivo o negativo.

El personaje de Vincent recuerda al cascarrabias Clint Eastwood de 'Gran Torino' y al soñador señor Fredricksen de 'Up', ya que los tres viven en una amarga espiral de soledad que se deshace al llegar un joven que da un vuelco a sus vidas. El choque entre la vitalidad y los problemas del personaje de menor edad con los remordimientos del anciano que ha pasado por situaciones que el niño ni alcanzaría a imaginar, resulta muy interesante porque se genera rápidamente una relación de amistad y de aprendizaje en la que el hombre mayor y el niño se intercambian los papeles, al apoyarse el uno al otro sin importar la edad.

 Bill Murray protagoniza 'St. Vincent'

La libertad de lo independiente

A pesar de ser su primer largometraje, Melfi sabe cómo hacer funcionar a un reparto en el que están presentes estrellas como Naomi Watts, Melissa McCarthy y el propio Murray, pero en el que todos reman en la dirección marcada por la historia, sin brillar más de lo que sus personajes exigen. La comedia y el drama se solapan con naturalidad sin que los cambios resulten forzados, cumpliendo así con uno de los mandamientos del cine independiente estadounidense de este tipo, en el que a partir de una historia sencilla se saca todo el partido a sus personajes, que no se ven eclipsados por la espectacularidad de las situaciones como ocurre en el cine más comercial. En el cine indie, aunque ya sea difícil definir esa palabra, los personajes son los verdaderos protagonistas.

Pero al igual que en 'St. Vincent' nos encontramos con algunas de las virtudes del cine independiente, como el uso de la música -en este caso dando un repaso desde Bob Dylan hasta The National- para crear íntimos momentos con los que acercar al espectador, también aparecen las trampas del indie. Ya que debido a la aparente sencillez de la historia, al final dependerá mucho de la percepción del espectador si clasificar a la película como un simple entretenimiento o como algo con más trascendencia, pero 'St Vincent' es una agradable propuesta que merece la pena disfrutar.

Películas