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PRECRÍTICA

'Wall-E', Pixar vuelve a hacerlo

Pixar vuelve a convertir el cine en arte con esta extraordinaria película cuya primera mitad probablemente pase al imaginario general de la historia del cine.

Por Óscar Martínez 5 de Agosto 2008 | 17:00

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Escrita y dirigida por Andrew Stanton, alma máter de Pixar junto a Brad Bird y responsable, ya sea en los apartados de guionización o dirección de 'Bichos', 'Buscando a Nemo', 'Toy Story' y 'Monstruos S.A', 'Wall-E: batallón de limpieza' viene precedida por una enorme expectación y unas aún mejores críticas.

La película nos sitúa en el año 2700, donde tras cientos de solitarios años haciendo aquello para lo que fue construido -limpiar el planeta- el pequeño robot WALL•E (abreviatura de Waste Allocation Load Lifter Earth-Class) descubre una nueva misión en su vida cuando se encuentra con un lustroso robot explorador llamado EVA. Ambos viajarán a lo largo de la galaxia y vivirán una emocionante e inolvidable aventura...

Sin duda alguna, Disney/Pixar saca una notable distancia a su principal competidora, Dreamworks, en la carrera por erigirse como la más importante productora de animación del momento, tanto visual como guionísticamente hablando.

Dede hace ya algunos años, Pixar ha optado claramente por priorizar la conquista del público adulto -si bien compatibilizando sus producciones con los gustos de los más pequeños- ofreciéndonos películas que, sin olvidar ni mucho menos el aspecto técnico, pretenden concienciar de un modo u otro al espectador con sus mensajes, ya sean a base de autosuperación, amistad o, como ocurre en el caso de 'Wall-E: batallón de limpieza', de amor y esperanza.

Técnicamente perfecta y poseedora de una animación simplemente abrumadora, 'Wall-E: batallón de limpieza' posee dos partes claramente diferenciadas: la primera de ellas, exenta prácticamente de diálogos, sin duda alguna pasará a la memoria genérica del espectador por su maestría tanto a nivel gráfico como de dirección de cámara, en una suerte de hipnótico poema visual a ritmo del Put on your Sunday clothes de 'Hello, Dolly!' que nos muestra la soledad de nuestro protagonista, un humanizado robot de limpieza que resulta ser el único habitante de una Tierra desertizada.

Su segunda mitad, por contra, se rige por un ritmo diametralmente opuesto, mucho más acelerada en cuanto a tempo y mucho menos poética en cuanto a factura -a excepción de ese vals kubrickiano-, inclinándose en favor de la acción y la aventura más recurridos, por lo que, sin pretender desemerecerlo en modo alguno, podríamos decir que el segundo arco argumental de 'Wall-E: batallón de limpieza' opta por ofrecernos un mensaje de esperanza y de advertencia mucho más masticado y menos sugerente -en resumen, políticamente correcto- que el de su primera mitad.

La herencia de los clásicos

Con '2001: una odisea del espacio' siempre como referente, desde el vals anteriormente mencionado, esa recauchutada versión animada del HAL 9000 o esa monolítica aparición de la nave de EVA, la película de Andrew Stanton logra transmitir más emociones y sentimientos a través del lenguaje corporal y los paupérrimos diálogos de sus mecanizados protagonistas en su primera mitad, que con toda su alegoría medioambiental posterior, en la que se nos ofrece una hiperbólica y decadente visión (como si de una versión suavizada de 'THX-1138' se tratara) de una sociedad (humanidad) del bienestar sometida al consumismo y a la tecnología, admonición recurrente desde los tiempos de los tiempos (desde 'El incidente' a 'Naves misteriosas', por citar dos ejemplos al azar) aunque particularmente reiterada en estos últimos años.

Por otro lado, nos encontramos ante una bella historia de amor, en la que dos seres teóricamente carentes de sentimientos logran hallar ese rasgo propiamente humano que sus poseedores originales parecen haber perdido en favor del bienestar, por lo que nos encontramos, nuevamente, con un simplificado referente a otro clásico de la ciencia-ficción, en este caso de nombre 'Blade Runner', si bien de un modo mucho más subyacente aunque no por ello menos obvio; y es que, al igual que en la película de Ridley Scott, los robots se nos antojan mucho más humanos que los propios humanos, viven en un planeta prácticamente inhabitable que éstos han abandonado en favor de las colonias (recreativa, en este caso) y, al igual que Roy (he visto cosas que vosotros no creeríais), hallan la felicidad en aquello que la humanidad considera ya intrascendente y desfasado, en su basura (¿alguien recuerda el kippel de la novela original?), desde el papel de burbujas a un cubo Rubik.

De este modo, podríamos decir que 'Wall-E: batallón de limpieza' es una película redonda que bebe y hace referencia a multitud de clásicos de la ciencia-ficción moderna (que no actual), alcanzando cotas de hito en su primera mitad para ofrecernos una segunda parte algo más comedida en sus aspiraciones y bastante más típica en sus recursos, aunque no por ello menos notable.

Una cosa es segura: es imprescindible.

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