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CRÍTICA

'Felices 140': Poderoso caballero es Don Dinero

La nueva película de la directora Gracia Querejeta explora el lado más oscuro de las relaciones humanas y como el dinero puede convertir a nuestros seres queridos en nuestros peores enemigos.

Por Víctor Martín Ibarreche 6 de Abril 2015 | 10:36

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Todos nos hemos preguntado alguna vez que haríamos si nos tocara la lotería. Dibujamos una lista en nuestra cabeza con todas esas cosas que siempre hemos soñado tener, y nos imaginamos poder conseguirlas con un simple golpe de tarjeta. Sin embargo, pocas veces nos preguntamos qué ocurriría si en vez de tocarnos a nosotros, le tocara a nuestro mejor amigo,a nuestra hermana o a nuestro cuñado. ¿Cómo reaccionaríamos? ¿Cómo actuaríamos?

 'Felices 140'

Esta es la gran cuestión que plantea 'Felices 140', la nueva película de la directora madrileña Gracia Querejeta, que llegará a los cines el 10 de abril. El argumento gira en torno al personaje de Elia, interpretado por Maribel Verdú, una mujer que, a punto de cumplir los cuarenta, decide reunir a sus seres queridos, ex-novio incluido, en una casa rural en Canarias durante el fin de semana. Sin embargo, existe otro motivo para celebrar esta reunión: Elia es la ganadora del bote de 140 millones de euros del Euromillones de esa semana. Sin embargo, tras revelar la noticia, la codicia y la envidia se apoderan de los invitados.

La primera secuencia de la película define perfectamente su tema central: Polo, un millonario pero tacaño hombre de negocios interpretado por Alex O'Dogherty, que también acude a la casa, declara directamente a la cámara que lo que mas le gusta en la vida es el dinero. Es el único personaje que reconoce abiertamente que lo que quiere es ser rico en los 98 minutos que dura el largometraje.

Lo original de la trama no radica en su premisa, que sin duda ya de por sí resulta llamativa, si no en el hecho de que el centro del relato es la reacción y comportamiento de los seres queridos de la premiada ante la noticia y cómo su envidia y avaricia se anteponen a la amistad. El guión consigue llevar a buen puerto dicha trama, si bien es cierto que algunas conversaciones resultan un poco forzadas y en ocasiones se producen cambios en la actitud en los personajes de manera muy brusca. A pesar de todo, estos momentos no empañan una historia que globalmente está bien construida.

 'Felices 140'

En los minutos iniciales se establece un ritmo pausado, que no aburrido, que va acelerando a lo largo de la película. En ningún momento se alcanza un ritmo frenético, sino que la trama otorga el tiempo necesario a cada acontecimiento importante. A pesar de esto, la película no se hace para nada pesada, manteniendo atento al espectador hasta su último plano.

Los personajes de la historia presentan personalidades distintas y bien definidas, y por lo general cada uno aporta interés a la historia, sin embargo, el personaje de Polo me resulta plano y prescindible. Está claro que su función es mostrar (de manera demasiado explícita y fácil) que por mucho que uno tenga, siempre quiere más, pero en ningún momento se profundiza en su personalidad mas allá de su ambición. Esto contrasta con otros personajes, como el de Ramón, maravillosamente interpretado por Eduard Fernández, cuyo conflicto interno es uno de los ejes de la película.

Además del mencionado Fernández, destacan en el reparto las actrices Nora Navas, a cuyo personaje realmente cogemos asco durante el desarrollo de la trama, y Marian Álvarez, que interpreta a la perfección el papel de la inestable hermana de Elia.

¿Qué haríamos nosotros?

Está claro que la película entretiene, pero también hace mucho más. Uno no puede evitar preguntarse cómo actuaría si se encontrase en la misma situación, y es esta constante interpelación con el espectador la que hace especial a 'Felices 140', que se convierte en un ejercicio de autorreflexión y autocrítica.

 'Felices 140'

La película muestra lo peor de la naturaleza humana. Es indudable que mientras contemplamos el desarrollo de los acontecimientos, nos invade un sentimiento de rabia y enfado, no sólo por lo que vemos en pantalla si no porque en cierto modo, sabemos que también refleja una realidad presente en nuestra sociedad.