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CRÍTICA

'La dama de oro': Aquí no se ha perdido nada

Helen Mirren protagoniza este filme basado en una historia real sobre la recuperación de un cuadro robado por los nazis, aunque sin verdadera pasión por encontrarlo. En cines el 10 de abril.

Por Carlos Manuel Hernández Fernández 10 de Abril 2015 | 10:00

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Los ingredientes que ofrece el argumento 'La dama de oro', por lo menos sobre el papel son interesantes, a saber: basada en una historia real, obras de arte, trasfondo de la Alemania nazi, el robo de un cuadro a una familia judía, la lucha por recobrarlo de su legítima dueña y una demanda internacional que enfrenta a dos países. Todo ello, sumado al consumado talento de Helen Mirren como protagonista, hace que sobre el papel, este filme sea cuanto menos reseñable. En la práctica es distinto, y al poco de adentrarnos en el viaje que propone el filme, uno se pregunta si esta historia era verdaderamente interesante más allá de la anécdota.

'La dama de oro': Aquí no se ha perdido nada

La historia se centra en la vida de Maria Altmann, una mujer que luchó durante años por recuperar unas pinturas de Gustav Klimt robadas por los nazis, y que durante generaciones pertenecieron a su familia. Esta octagenaria refugiada judía contará con la ayuda de un joven abogado, que le ayudará a combatir lo que se convertirá en la cruzada personal de ambos.

El tema tratado sobre los cuadros de Klimt es interesante desde un modo meramente cultural. Conocer un poco más sobre la Adele Bloch-Bauer del autor, una de sus obras maestras, es de por si algo reseñable, y en cuanto se nos informa sobre ello el filme gana algo de potencial gracias a la obra que quieren recobrar sus protagonistas y porqué. Eso sí, tampoco se profundiza especialmente en ello, y pese a que este pasaje de la historia tiene su interés, no es tampoco un punto especialmente cuidado en la misma.

Durante el metraje habrán momentos de flasbacks históricos ambientados en la Alemania nazi, donde el filme gana enormemente en ritmo al ofrecernos unas escenas con mayor urgencia y peligro que las desplegadas durante el resto del montaje. Son en estas escenas donde más vemos el porqué de la historia que se nos cuenta, y habrán algunas verdaderamente interesantes en cuanto a ritmo y tensión, que hacen de buen contrapunto con el resto del filme, más situado entre los tribunales y las tribulaciones.

Los momentos de investigación por parte del abogado al que encarna Ryan Reynolds son también uno puntos a favor del filme, sobre todo a los detalles que irá descubriendo por su cuenta para montar la demanda con la que devolver el famoso cuadro a su legítima dueña. Su relación con Mirren es bastante convincente por lo general, y pese alguna escena algo floja del actor (no encontré el punto de inflexión de su personaje que hace que cambie su actitud a mitad del filme), no está mal construida esta pareja en pantalla.

'La dama de oro': Aquí no se ha perdido nada

Sin pasión por encontrar

El escollo que encuentro en este filme es que no hay una verdadera pasión por lo que se está contando. Por momentos siento que los personajes podrían plantarse a mitad del caso y decir "renuncio" y sus vidas volverían a su cauce normal como si nada hubiera pasado, como si ganar o no el caso que da vida al largometraje no fuera suficientemente relevante para ellos. Supongo que basándose en una historia real, el guión no ha podido levantar de donde no hay, y no encuentro que a los personajes les vaya la vida en ello, algo que considero fundamental a la hora de contar una historia: que lo que ocurra sea realmente relevante para sus protagonistas.

Es una lástima que este filme, que sobre el papel ofrece muchas cosas buenas, acabe siendo una historia sin mucho que ofrecer ni al drama ni a este acontecimiento real. Es inevitable pensar en 'Philomena' como ejemplo más reciente de un filme de similares características, solo que en la cinta protagonizada por Judi Dench sí veo una verdadera pasión por la búsqueda, mientras que en 'La dama de oro' me es inevitable pensar que ocurra lo que ocurra, los personajes podrían bajarse del carro y dejar toda esta aventura como una anécdota de fin de semana.