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PRECRÍTICA

'El rey de la montaña', chapeau

La nueva película de Gonzalo López Gallego llega por fin a nuestras salas tras su paso por la pasada edición del Festival de Sitges.

Por Óscar Martínez 12 de Septiembre 2008 | 10:02

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'El rey de la Montaña' ha sido escrita por Javier Gullón y dirigida por Gonzalo López Gallego, siendo una de las muchas películas de factura nacional que se proyectaron en la pasada edición del Festival de Sitges.

Protagonizada por Leonardo Sbaraglia y María Valverde, 'El rey de la montaña' nos cuenta la historia de Quím, que en unas soleadas y frías Navidades conduce su coche por carreteras secundarias en busca del pueblo de su novia. Tomando un desvío, se adentra en un bosque desconocido donde se pierde. Sin razón alguna, un hombre le dispara con su rifle y Quím se ve obligado a huir. Ahí empieza una persecución donde, sin causa justificada, Quím se convierte en la presa de un grupo de cazadores anónimos. Un bosque cada vez más agobiante es el terreno de juego.

La vida es el premio a ganar.

Rednecks patrios

Si la película 'Defensa' es considerada como un claro ejemplo de American Gothic y survival, y 'El rey de la montaña', que se estrena hoy en nuestras salas, bebe exactamente de la misma fuente que la película de John Boorman; en ambos casos, el terror que acecha al urbanita se canaliza en un enfrentamiento a dos bandas, con dos agresores que colaboran entre sí para llegar a una misma meta, y que no son otros que la naturaleza y los llamados rednecks, sean estos de la variante que sean.

En el caso que nos ocupa, Gonzalo López Gallego firma un thriller brillante, un survival que combina los elementos más clásicos del género con nuevas tendencias, como esa genial visión en primera persona en el tramo final que parece sacada de un videojuego; sirviéndose de recursos tan elementales como la no presencia del agresor, el desconocimiento de su motivación, o la propia naturaleza como enemigo inconsciente, ¡El rey de la montaña¡ nos mantiene en una constante tensión, transmitiendo al espectador la angustia y la desesperación de sus personajes de un modo visceral, con secuencias puntualmente perturbadoras, como la huída de Leonardo Sbaraglia dejando al personaje de María Valverde a su suerte y su posterior resolución.

Cabe destacar también su estudiada fotografía, alternando los planos aéreos y panorámicos que magnifican la amenaza de la naturaleza con la cámara en mano, típico aunque solvente recurso para las escenas de acción; del mismo modo, la banda sonora a cargo de David Crespo se convierte en un elemento más de la película, un perturbador complemento de monótona melodía. Pero si hay algo que cabe remarcarse de ¡El rey de la montaña¡, sin duda alguna es su doble visión de los hechos acaecidos, con una primera hora filmada desde la angustiosa y desconcertada perspectiva de la presa, y un tramo final en el que el cazador, una vez desenmascarado, se erige como el ojo del espectador.

También podría hablar del mensaje que 'El rey de la montaña' nos deja, de la particular naturaleza del agresor y sus motivaciones, pero mucho me temo que al hacerlo repercutiríamos en el spoiler puro y duro, por lo que prefiero no pronunciarme.

Una fascinante joya en bruto, a mi entender.

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