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ENTREVISTA ECARTELERA

Sergi Pérez, de 'El camino más largo para volver a casa': "Me gusta poner al límite al espectador"

Charlamos largo y tendido con el cineasta catalán, que debuta en el mundo del largometraje con esta personal y visceral propuesta que ya está en cines.

Por Daniel Lobato Fraile 3 de Junio 2015 | 16:07

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Festivales como los de Manchester, Sevilla o Málaga han acogido la ópera prima de Sergi Pérez, 'El camino más largo para volver a casa', un atrevido análisis sobre el duelo más descarnado que ya podemos disfrutar (o sufrir) en salas. Un film que huye de la indiferencia y que cuenta con un Borja Espinosa sensacional como actor protagonista.

Sergi Pérez

La película utiliza la violencia como herramienta para mostrar el dolor del personaje principal y para que el espectador lo sienta en sus propias carnes, que se incomode y se revuelva algo en su interior. Es arriesgado, cierto, pero también necesario, como nos explica Sergi: "Yo planteaba una tesis con un dolor muy extremo, y para mí estas acciones eran muy coherentes". No podía entrar "en cierta indulgencia o autocomplacencia", el arco de crecimiento del personaje tenía que ser duro, "porque la experiencia es así. Era necesario. En ningún momento lo veo gratuito".

Tipos de violencia

Hablamos con Sergi Pérez acerca de la violencia en el cine, de cómo toleramos cierto tipo de actos y otros no. Podemos disfrutar viendo sufrir a una persona, pero no lo toleramos cuando se trata de un animal. "Me he dado cuenta de esto ahora. Tú puedes ir al cine, ver una película de James Cameron como 'Mentiras arriesgadas', ver que en el primer acto Schwarzenegger se carga a veinte personas anónimas y no hay ningún problema. Claro, se trata del tono, cómo lo estás llevando. Estamos acostumbrados a ver pelis del holocausto donde disfrutamos... 'La lista de Schindler', es dura, pero no sé, el animal es una cosa absolutamente tabú. Hasta hay una peli de Adrian Lyne que habla de eso, sobre un realizador que mata a un perro en una película y está estigmatizado toda su vida".

"Para mí también fue dura la secuencia. Tengo mi perro que se llama Elvis y nunca ha recibido ninguna patada, pero simbólicamente me parecía algo muy potente, muy fuerte y rápido. El espectador podía entrar perfectamente en esa sensación de dolor. Los gritos del perro en el clímax final para mí son ese grito existencial que tiene ese personaje, que en ningún momento puede expresarlo y que está ahí con esa opacidad donde no da ninguna explicación, no da información al espectador y lo único que ves en la peli es un grito del perro al final. Y metafóricamente me parece muy bonito".

Rostros