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7 motivos por los que Xavier Dolan es un genio

Con solo 26 años y un estilo muy íntimo, el director canadiense es uno de los principales exponentes del cine independiente a nivel mundial.

Por Diego Pla Portell 1 de Septiembre 2015 | 16:45

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El año pasado, Xavier Dolan (Montreal, Canadá, 1989) presentaba su quinta película, 'Mommy', en el Festival de Cannes. La cinta obtuvo el Premio del Jurado, junto con 'Adiós al lenguaje' de Jean-Luc Godard. Cinco películas en cinco años (rodando la primera con tan solo 19) y un marcado estilo propio, le han bastado al director canadiense para ganarse el respeto de público y crítica. Asimismo, no son pocos los que critican la obra de Dolan, aduciendo que tras tanto ruido, efectismo y melodrama solo hay superficialidad y soberbia. Por nuestro lado, y soberbias aparte, solo podemos declarar que este tipo nos parece un genio. Y que nos encanta. Te contamos por qué.

1 Niño prodigio: la primera, a los 19

7 motivos por los que Xavier Dolan es un genio

En 2009, Xavier Dolan guioniza, dirige y coprotagoniza su primera película, 'Yo maté a mi madre' (J'ai tué ma mère), que afirmó haber escrito tres años antes. Se estrenaba así en Cannes, donde obtuvo tres premios. La película sienta las bases de lo que será el cine del canadiense: una sensibilidad extrema a la hora de abordar las relaciones sentimentales y una ferviente preocupación por los aspectos formales y estilísticos. En sus siguientes trabajos se establecerá una nueva pauta que parte de las dos anteriores: la incesante innovación en el lenguaje narrativo.

2 Evolución: pasos de gigante, precisión de bailarina

7 motivos por los que Xavier Dolan es un genio

Rompe mano con un drama de a pie, entre una madre y su hijo (interpretado por él mismo). Pasa a narrar la historia pasional entre dos amigos en 'Los amores imaginarios' (Les amours imaginaires, 2010). Da el gran salto con 'Laurence Anyways' (2012), manifestando de largo todo el potencial concentrado y esbozado en sus dos primeros films. En 'Tom en la granja' (Tom a la fèrme, 2013), vuelve a hundirse en el seno de una familia rota, pero de la que esta vez no forma parte, y elije un nuevo (e idóneo) escenario: una granja aislada. Además, vuelve a interpretar el papel protagonista y cambia de género: el thriller. Y, para rematar, 'Mommy': retoma la relación madre-hijo, invirtiendo roles (relativamente), y la sitúa en un futuro cercano pero nada agradable (una distopía, ni más ni menos). La puntilla la pone con un detalle en su elección formal: escoge utilizar el formato en 1:1, y lo que es más, lo usa narrativamente con brillantez.

3 Madurez: el chico que sabía demasiado

7 motivos por los que Xavier Dolan es un genio

Dolan demuestra un grado de madurez inusual para su edad desde su primera película, rasgo que reafirma y afila en las siguientes. Hablamos de madurez emocional y de madurez artística. En 'Yo maté a mi madre', pese a ser una obra de marcados rasgos iniciáticos, Dolan ya demuestra que es capaz de reírse de sí mismo. Hace lo propio con Francis, el personaje que también él se encarga de interpretar en 'Los amores imaginarios'. Aquí asistimos al primer desdoblamiento explícito del autor: Dolan es Francis, sí, pero también Marie (Monia Chokri), su amiga en el film. Un detalle muy importante en ambas películas, que denota la gran capacidad del autor para crear caracteres y situaciones, es que lo más destacado en sus cuatro protagonistas (dos y dos) son los rasgos negativos; se nos da a conocer la cara menos amable de esos personajes, que en ocasiones resultan incluso irritantes. Dicho de otro modo, Dolan se gana al espectador a través de las emociones que sus personajes sienten, en vez de, como es más habitual, buscar la empatía directa mostrando el lado atractivo.

Al canadiense no le hace falta explicar por qué sus personajes son como son. Sencillamente los presenta en el apogeo de sus deseos e inquietudes. Hay traumas, claro, pero no son lo que interesa a Dolan: él solo mira hacia adelante, hacia dentro y otra vez hacia delante, en lo que es un pulso continuo consigo mismo y que sabe trasladar con el ritmo adecuado a sus tramas y personajes.

4 Maestro del ritmo

7 motivos por los que Xavier Dolan es un genio

Dolan ha crecido en los 90, y pese a que declara no haber sido fan de la MTV, los momentos videoclip son parte inherente de sus historias. Además del uso acostumbrado del sonido y la música como instrumentos narrativos, al realizador no le tiembla el pulso a la hora de frenar el film y, al son de un hit pop o electrónico, poner a sus personajes a bailar. Decimos 'frenar', pero quizá no sea el verbo más apropiado, ya que estos momentos juegan un papel activo en la trama: no son bloques aislados, sino la manifestación exacerbada de las emociones de sus personajes. Sencillamente, hay cosas que se explican mejor con música y baile.

Sirvan como ejemplo la danza en casa de Nick, en 'Los amores imaginarios', la introducción de 'Laurence Anyways' o el tango en el establo de 'Tom en la granja'. Asimismo, Dolan se sirve de estos momentos para demostrar que también existe belleza allí donde solo parecía haber oscuridad y desesperación.

5 Intensidad: la letra, con sangre entra

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Es la pauta clave sin la que sus films no se sostendrían, el eje. Todos sus personajes desean algo o a alguien, y lo hacen de manera impetuosa. No hay personajes pasivos, indiferentes a lo que ocurre a su alrededor: todos forman parte activa de la historia; es más, algo los impulsa poderosamente a incidir, a entrometerse, a interactuar. No hay espacio para la mesura: hay mucho que querer, mucho que olvidar, demasiado que hacer.

El hecho de que el propio Dolan aparezca en la mitad de sus films podría muy bien ser síntoma de que necesita interpretar algunos de los personajes que él ha concebido; al igual que Van Gogh, que necesitaba pintar con sus propios dedos cuando, en ocasiones, los pinceles le resultaban insuficientes para expresarse.

Ya hemos hablado de los espacios musicales que Dolan integra en sus films. Estos juegan un papel muy importante en cuanto a la intensidad, ya que operan tanto como momentos de clímax, como a modo de respiradero; permiten al espectador coger aire para, a continuación, volver a engancharlo en la trama, ya aligerado y dispuesto de nuevo.

6 Personajes: mucho más que álter egos

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Cada uno con un padre, pero todos de la misma madre. Huye de los arquetipos, a los que no sería raro recurrir teniendo en cuenta, como no puede ser de otra forma, que todos los personajes de Dolan son desdoblamientos de su propia identidad. Quizá ese desdoblamiento, como ya hemos dicho, se observa de manera demasiado obvia en 'Los amores imaginarios' (precisamente porque es utilizado como recurso narrativo), pero no chirría en absoluto en ninguna de sus demás obras.

Mención aparte merece Laurence. Es el protagonista (absoluto) de mayor edad de los retratados por el director canadiense, y al que vemos progresar más en el tiempo (el film recorre una década de su vida). Y, pese a ello (o quizá exactamente por ello?), es el que más llama la atención: ¿cómo pudo un chaval de veintidós años ser capaz de meterse en la piel de un hombre de treinta en plena crisis? Y, más aún, ¿cómo fue capaz de retratar de manera tan precisa y fidedigna la relación entre Laurence y su novia, Fred, y la evolución de ambos en el tiempo?

Dolan perfila y desarrolla personajes masculinos, sí, pero también mujeres. Y mujeres adultas. Y, tanto como los hombres, con un sustrato emocional inmenso y una verosimilitud incuestionable. La figura femenina tiene una importancia primordial en toda su obra, bien como causa de principal de traumas (cuando es la madre de uno de sus protagonistas, como en 'Yo maté a mi madre' y 'Tom en la granja'), bien como figura de referencia, a admirar, (cuando es la madre de otros, como en los 'Los amores imaginarios'). Pese a que esa dualidad siempre está presente, Dolan se posiciona y privilegia, sin ninguna duda, el rol heroico de la mujer.

7 Coherencia: los pies en el suelo y el corazón en un puño

7 motivos por los que Xavier Dolan es un genio

Insiste una y otra vez en las mismas temáticas: la relación madre-hijo, la identidad sexual, la vehemente disyuntiva atracción-repulsión (física y emocional) compartida por sus personajes. Después de 'Laurence Anyways', para muchos su obra cumbre (siendo solo su tercera película), realiza 'Tom en la granja', un thriller oscuro, críptico (algunos han apuntado las semejanzas con la obra de Lynch). ¿Cómo se atreve? Sencillamente, es lo que le nace, es lo que necesita expresar. No le importa qué dirán; pese al gran acogimiento de Laurence, todo un espectáculo para los sentidos, decide descender a los bajos fondos de la psique, sumirse en la oscuridad (en la suya propia) y, sin salirse de uno de sus ejes temáticos (el melodrama familiar) crear algo nuevo, sugerente e hipnótico. Esta es la principal semejanza que el realizador ha apuntado entre su cine y el cine francés, en especial el de la Nouvelle Vague: hace lo que quiere y cuando quiere, solo obedeciendo a sus propios códigos, a su método. Es imprudente, pero a su manera. Y esa manera es genial.

Cinco años después de 'Yo maté a mi madre', vuelve a retomar el tema para zanjar cuentas consigo mismo. Mira hacia atrás, de nuevo hacia adentro, corrige y vuelve a innovar. Y, esta vez sí, vence en Cannes. Tras el estreno de 'Mommy', Dolan aseguró que, para salvaguardar su salud mental, no podía continuar con el ritmo de una película por año. La próxima, 'Juste La Fin Du Monde', está prevista para 2016. Y esperemos que no se retrase, porque, como sus personajes, nosotros también ansiamos más.

Películas
  • Año: 2014
  • 70 min. Suiza Drama
Rostros