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CRITICA SITGES 2008

'The chaser', debut de lujo

El novel director Hong-jin Na firma una pequeña joya que nada tiene que envidiar a los trabajos de Bong Joon-ho o Park Chan-wook.

Por Óscar Martínez 4 de Octubre 2008 | 16:00

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Dirigida por el novel Hong-jin Na y protagonizada por Kim Yun-seok, Ha Jung-woo, Seo Yeong-hie, Jung In-gi y Park Hyo-ju entre otros, 'The chaser', cuyo título original es 'Chugyeogja', es una producción surcoreana que formará parte de la sección Oficial Fantàstic de la próxima edición del Festival de Sitges 2008.

La película cuenta la historia de Joong-ho, un antiguo detective convertido en proxeneta con problemas financieros, a causa de la súbita desaparición de algunas de sus chicas. Al tratar de rastrearlas, descubre que todas ellas han sido reclutadas por un cliente que esconde una oscura obsesión.

Brillando con luz propia

Pedazo de película, señor@s.

Entretemezclando el thiller eminentemente clásico con esa particular mescolanza entre acción, crítica social, humor y violencia extrema propia del cine coreano de suspense, 'The chaser' es una película redonda donde las haya, un conglomerado de estilos divisible en múltiples fragmentos con vida y sentido propios que, a su vez, configuran una historia repleta de tensión, sadismo y retrato psicológico de sus personajes digna de tener en cuenta.

Sin duda alguna, el primer título que nos viene a la mente tras visionar 'The chaser' es la no menos notable Memories of murder de Bong-Joon Ho, claro precendente a la par que referente tanto de la película de Hong-jin Na en particular como del nuevo thriller asiático en general, del mismo modo que también se nos hace inevitable mencionar a la trepidante 'Infernal affairs' o al omnipresente Johnny To.

Pero, más allá de dichos (y casi genéricos) referentes, 'The chaser' brilla con luz propia en sus muchas facetas, cuya riqueza nos permitiría analizar la película a través de inacabables prismas, desde su magnífico tempo a su crudeza visual, pasando, cómo no, por la minuciosa introspección de sus personajes protagonistas. Por ello, 'The chaser' abarca drama, thriller, acción, terror, comedia y crítica social a partes iguales, aportando en cada uno de dichos parámetros un mayor o menor énfasis que repercute en una renovación constante tanto de estilo como de sentido.

De este modo, el viaje iniciático conjunto que inician perseguidor y perseguido se erige como eje central de la película de Hong-jin Na, evolucionando de manera conjunta e inseparable: el primero, un ex-policía reciclado a proxeneta que pasa de salvaguardar su negocio a revivir con cierta nostalgia tiempos pasados; el segundo, un maníaco homicida que juega con la policía a un fascinante juego del gato y el ratón gracias a su conocimiento de los agujeros del sistema judicial.

'The chaser' no concede tregua alguna a un espectador que, sin perder en ningún momento su firme sentido del ritmo, ve pasar ante sus retinas múltiples matices ahondando tanto en la agonía de la propia víctima, en la hipocresía de un sistema policial corrupto que pretende servirse del descubrimiento de un asesino en serie para ocultar un risible ataque al alcalde de la ciudad, en la fascinante frialdad del asesino o en la curiosa relación entre el proxeneta y la hija de una de sus chicas, principal catalizador de la humanización del personaje. Todo ello queda reflejado en unas excelentes interpretaciones, bastante más próximas al espectador occidental de lo que suele ser habitual cuando hablamos de cine asiático, del mismo modo que a través de una solvente banda sonora y de un uso de la cámara que se retroalimentan con maestría a la hora de marcar los diferentes tempos y atmósferas.

'The chaser', como decía, ahonda diferentes temas pero sin evadirse en ningún momento del entramado principal ni embarrándolo hasta niveles incomprensibles, una de las principales lacras del thriller policíaco de los últimos tiempos. Por contra, sus diferentes matices enriquecen un entramado pasmosamente simple en su esencia hasta obtener un producto impecable y sólido, en el que incluso la propia ciudad de Seul se erige como un personaje más de la película, un pasivo aliado de la perversión de un homicida que transmuta su impotencia en violencia desmedida.

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