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CRÍTICA

'Asesinos inocentes': El juego de la piñata

Nueva intentona por ofrecer un thriller que engatuse a los más jóvenes, y nueva intentona que se ciega con el nombre del reparto y olvida su producto.

Por Daniel Lobato Fraile 5 de Julio 2015 | 10:45

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Garralda (Maxi Iglesias) es un estudiante de psicología al que solo le resta una asignatura para sacarse la carrera y poder buscar trabajo de lo suyo para sacar adelante a su familia, que no pasa por un momento económico muy boyante. Consciente de su delicada situación, el profesor del que depende su futuro más inmediato (interpretado por el veterano Miguel Ángel Solá) le propone un trato de lo más peculiar: él le aprueba a cambio de que el alumno le ayude a morir. ¿Parece simple, verdad? Pues no lo es.

'Asesinos inocentes': El juego de la piñata

Con esta premisa ya de por sí descabellada Gonzalo Bendala debuta en la dirección de largometrajes y ciertamente no sale muy bien parado de su primera incursión. Lo que podría ser una entretenida comedia de equívocos y enredos como 'Este muerto está muy vivo' es presa de los males que ya parecen endémicos de los títulos de género dedicados al público adolescente y juvenil hechos en nuestro país: Se apuesta fuerte por juntar a un puñado de caras conocidas y a correr, olvidándose por completo de la historia. Lo que importa es encuadrar bien (a estas alturas lo mínimo exigible a un film con ciertas pretensiones es una buena factura formal) y llamar la atención de los fans con unos bonitos nombres en el póster.

Y en estas lides Luis Fernández (o Lucho, como firma últimamente) ya es todo un experto, no hay más que recordar sus trabajos en 'XP3D' o en 'Afterparty' (dos películas además no funcionaron bien en taquilla). La impresión que se transmite al espectador es de desconcierto. Imaginaos en uno de estos cumpleaños en el campo o en el jardín de una gran casa, con una piñata colgando sobre un árbol y el cumpleañero (o cumpleañera), con los ojos vendados, intenta acertar a la piñata con un palo para revelar los regalos y chuches de su interior. Pues aquí pasa más o menos lo mismo, Bendala va dando palos de ciego intentando descifrar qué es lo que quiere contar.

'Asesinos inocentes': El juego de la piñata

En honor a la verdad esto no es del todo correcto, el planteamiento y el esquema sobre el que se vertebra el argumento es bastante sencillo, con Garralda y su profesor discutiendo las condiciones del acuerdo al que han llegado y con el estudiante acuciado por sus problemas personales. Ahora bien, cuando entramos en el cómo es donde la película se pierde por completo.

Tantos estudios para esto

Hay que reconocerle que 'Asesinos inocentes' presenta algún que otro giro de los acontecimientos bastante interesante, pero claro, jugando al tiro al plato a cañonazos, como para no hacerlo. Y es que ya desde el inicio las decisiones que se toman son incorrectas. La "venta del alma" a la que se expone el personaje de Maxi Iglesias podría haber dado también para una crítica reflexión sobre la titulitis que sufrimos hoy día en nuestro país, donde es más importante tener un trozo de papel firmado por el rey que tener verdaderas aptitudes profesionales. Incluso un discurso sobre la culpabilidad según los derroteros que tomará la narración. Las opciones para elegir no son pocas precisamente.

Pero cuando la premisa de base se convierte en el leit motiv del film es imposible no caer en un bucle del que no hay salida. A partir de entonces, las partes no hacen más que perseguirse la una a la otra para convencerse mutuamente de lo acertado o erróneo de cerrar el trato. Y entre medias, para rellenar, presentamos un love interest (Aura Garrido) totalmente prescindible, o a una banda de matones con los que el protagonista tiene deudas pendientes. Al final es todo una persecución continua con varios frentes abiertos.