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PRECRÍTICA

'Hermanos por pelotas', gamberrismo en clave Apatow

Will Ferrell y John C. Reilly firman la nueva comedia de la factoría Apatow.

Por Óscar Martínez 30 de Octubre 2008 | 19:46

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La factoría Apatow regresa a nuestras carteleras con 'Step brothers', que se estrenará a finales de octubre bajo el título de 'Hermanos por pelotas', en una nueva comedia coescrita por Will Ferrell y Adam McKay y dirigida por éste último, repitiendo así una alianza que se remonta a los tiempos del Saturday Night Live y que nos ha brindado títulos como 'El reportero' y 'Pasado de vueltas'.

Protagonizada por Will Ferrell, John C. Reilly, Mary Steenburgen, Richard Jenkins, Adam Scott, Kathryn Hahn, Andrea Savage, Elizabeth Yozamp y Lurie Poston, Hermanos por pelotas cuenta la historia de Brennan Huff y Dale Doback, dos ho,mbres de cuarenta años que todavía viven con sus respectivos padres. Cuando la madre de Brennan y el padre de Dale se casan, ambos se verán obligados a compartir casa y habitación, pero el narcisismo de ambos y su vagancia agresiva en seguida los llevará a una competitividad que pone en peligro el matrimonio de Nancy y Robert.

Fuera de la variable calidad de sus productos, queda bastante patente que, en la actualidad, la productora de Judd Apatow lleva la batuta en cuanto a comedias se refiere, con títulos como 'Supersalidos', 'Virgen a los cuarenta', 'Lio embarazoso' o 'Paso de ti', por citar algunos ejemplos.

Gamberrismo con crítica subyacente

Por su parte, 'Hermanos por pelotas' sigue las mismas pautas establecidas sin intención alguna de ofrecernos un producto novedoso, recurriendo nuevamente a un Will Ferrell en su vertiente más gamberra, en esta ocasión acompañado por un John C. Reilly a quien recientemente hemos podido ver en la reivindicable 'Dewey Cox: una vida larga y dura'. Así pues, el director Adam McKay nos brinda todo un comendio de gamberradas en clave infantiloide donde la escatología asoma puntualmente la cabeza, en un producto que resulta más defendible por su lectura entre líneas que por su propia calidad.

Y es que Hermanos por pelotas no deja de ser, por un lado, un irreverente e hiperbólico retrato de una sociedad constituida por hombres inmaduros malcriados por sus padres y, por otro, un reivindicativo grito en favor de mantener un último reducto de inocencia adolescente en una madurez mecanizada a través de la losa de las responsabilidades, sean hipotecas, trabajos o familia, en una suerte de moralina del equilibrio La película de Adam McKay ironiza a través del exceso ese perfil del bienestar surgido en la América de mediados de siglo y extrapolable a la vieja Europa unas pocas décadas después, en el que toda una generación fue (mal)criada casi exclusivamente por la omnipresente figura materna o, ya en otro contexto, por la competitividad de padres y madres nacida del divorcio.

Con no pocas reminiscencias a ese frikismo familiar de 'Los Tenenbaums', Hermanos por pelotas nos muestra a dos cuarentones inmaduros que, más allá de su extrema idiotez con ecos de atrofia mental, representan en buena manera al varón contemporáneo con sus camisetas de 'Star Wars' o sus anhelos todavía latentes de convertirse en estrella del rock, en un exagerado retrato que, por otro lado, no dista en exceso del personaje interpretado por Jason Bateman en 'Juno', en una versión mucho más comedida a la par que plausible. Por desgracia, la constante búsqueda de la aparatosidad más gamberra convierte a 'Hermanos por pelotas' en un constante exceso de infantilismo que apenas sí nos arranca unas cuantas carcajadas.