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PRECRÍTICA

'Quantum of Solace', el ultimátum de Bond

La nueva entrega de Bond reniega de sus orígenes, acercándose más a la fotocopia de Jason Bourne que al personaje creado por Ian Fleming.

Por Óscar Martínez 18 de Noviembre 2008 | 13:46

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Dirigida por Marc Forster y protagonizada por Daniel Craig, Judi Dench, Olga Kurylenko, Mathieu Amalric, Jesper Christensen, Joaquín Cosio, Jeffrey Wright, Giancarlo Giannini, Gemma Arterton y Fernando Guillén Cuervo entre otros, 'Quantum of Solace' es la vigésimo segunda entrega del mítico agente británico creado por Ian Fleming a principios de la década de los cincuenta.

Traicionado por Vesper, la mujer a la que amaba, 007 se enfrenta a la necesidad de convertir su nueva misión en algo personal. En su búsqueda decisiva para revelar la verdad, Bond y M interrogan a Mr. White, quien revela que la organización que chantajeó a Vesper es mucho más compleja y peligrosa de lo imaginado. El servicio de inteligencia forense vincula a un traidor del Mi6 con una cuenta bancaria en Haití, donde un caso de identificación errónea lleva a Bond a conocer a la bella pero combativa Camille, una mujer que tiene su propia venganza.

El ultimátum de Bond

Sin duda alguna, 'Casino Royale' supuso una aplaudida reinvención del agente 007, encarnada en la figura de un Daniel Craig cuya rudeza, e incluso físico, rompían de manera radical con la impronta dejada por sus predecesores, si bien hacía falta saber en qué derivaría dicha reescritura en las posteriores entregas. Por desgracia, 'Quantum of Solace' no es más que la constatación de que dicho renacimiento tanto de prioridades como concepción ha terminado derivando hacia derroteros que cualquier aficionado a la saga que se precie no verá con muy buenos ojos, siguiendo al pie de la letra y sin ánimo de innovación alguno a la nueva hornada del cine de acción en clave de espionaje, con Jason Bourne a la cabeza.

Marc Forster sigue la senda marcada por Martin Campbell retomando a un James Bond desmitificado, humanizado y plausible, sangrante y vengativo, y pretende hacer lo propio con el villano de turno interpretado por Mathieu Amalric, matizando esa difusa línea que separa al héroe glamouroso del villano maquiavélico. Por desgracia, el director de 'Cometas en el cielo' se obceca en deleitarse en su particular paleta de grises, dejando a un lado un entramado que queda claramente supeditado a los ecos de la anterior entrega.

De este modo, la reinvención vivida por el personaje creado por Ian Fleming ha pasado a ser casi una negación, erradicando elementos antaño imprescindibles como los gadgets, las chicas, la banda sonora o el humor, insertados de una manera harto forzosa o siendo simplemente eliminados de escena. Ciertamente, el glamour inherente en los anteriores 007 había pasado de resultar añejo a abiertamente rancio, pero el camino tomado por Marc Forster nos lleva claramente a una desvinculación con la esencia del personaje que lo sitúa más próximo a un plagio del anteriormente mencionado Bourne que al agente británico que tod@s conocemos.

Dicha imitación queda claramente expuesta en las secuencias de acción de la película, cuyos planos e incluso ambientaciones pueden ser fácilmente localizables a lo largo de la trilogía protagonizada por Matt Damon, pasando a niveles ya más preocupantes cuando ichas similitudes se afincan en el propio entramado subyacente. Si a esto le sumamos las carencias anteriormente mencionadas en su argumento, nos hallamos ante una película vacía, monótona y carente de interés alguno a lo largo del grueso de su metraje, focalizando sus dosis de acción desmesurada -todo hay que decirlo, verdaderamente impresionantes- en sus prolegómenos y en la catarsis final de su(s) protagonista(s).

Así y todo, 'Quantum of Solace' resulta un título pasable, entretenido si es que uno no le exige demasiado, en el que por desgracia los atributos característicos de la saga desaparecen en favor de una reinvención a modo de precuela que podía haber obtado por decisiones mucho menos radicales.